En materia de educación los ojos del mundo están puestos en Finlandia. Todos quieren saber cómo lo hace. Sus resultados suscitan la envidia y apenan a la mayoría de países. En Colombia también está de moda.
Cientos de expertos y misiones gubernamentales acuden al país nórdico en busca de la cura para los males de la educación de sus países de origen. Cientos de artículos, decenas de libros se ocupan de explicar las razones del éxito, incluido un portal titulado Aprender de Finlandia. http://goo.gl/3u6Gw
El modelo finlandés es un espejo que nos permite ver de cuerpo entero nuestra pobreza educativa, nuestro atraso, los ingredientes del desastre que hemos producido. No hay manera de comparar nuestro trópico caliente y violento con la fría y disciplinada Finlandia. Y la razón es simple: los factores asociados a la calidad de la educación y los indicadores socioeducativo no admiten comparación.
La fórmula empleada por los finlandeses, construida durante treinta años continuos, es muy elemental: una educación pública ciento por ciento gratuita, una buena gestión de los recursos, los mejores profesores y la equidad en materia de exigencia y oportunidades de acceso a la enseñanza para todos. http://goo.gl/Az7f5
En Finlandia toda la educación es pública y gratuita, desde el preescolar hasta la universidad, solo existen 90 colegios privados y todas las universidades son públicas, en Colombia el 34% de la educación es privada y el 66% pública. En Bogotá este porcentaje de privados llega al 45%.
Mientras allí “no importa el dinero que ganen los padres para que tengan una buena formación”, “queremos que todos los alumnos se suban en el mismo tren”, y existe una alta exigencia de calidad por parte de las familias, en nuestro país las demandas educativas de los pobres son muy elementales, muy “primarias”. Consideran un gran logro tener un cupo y si es gratuito mucho mejor. La calidad y pertinencia de la educación que reciben sus hijos en los colegios públicos no forman parte de sus preocupaciones. Por eso el Estado se puede declarar satisfecho ofreciendo una educación pobre para pobres.
El interés por tener más y mejor educación es una preocupación propia de las clases medias y altas, pero para lograrlo deben pagar un alto precio. Lo que gastan en educación están muy por encima de sus ingresos. Familias de estrato 3 y 4 realizan ingentes esfuerzos para enviar a sus hijos a colegios y universidades de estrato 5 y 6. Pero lo más doloroso es constatar que en los estratos 2 y 3, pese a existir gratuidad y cupos públicos, muchos prefieren enviar sus hijos a colegios privados de barrio de dudosa calidad. En Bogotá, 111 719 niños de estrato 1, 2 y 3 se educan actualmente en colegios privados, pagados con dineros públicos.
La calidad de los profesores y la valoración social de su trabajo son fundamentales para una educación de calidad. En Finlandia ser profesor de escuela es una de las profesiones de mayor prestigio. Una profesión muy deseada y respetada por la sociedad. Su selección se realiza entre los mejores. Para estudiar magisterio se requiere haber obtenido mínimo un promedio de 9/10 en bachillerato y aprobar un exigente examen. Solo un 10% de los aspirantes consigue entrar en la carrera. Su sueldo promedio es de 2789 euros, equivalente a 7 100 000 de pesos mensuales. http://goo.gl/c2qe7
En nuestro país los maestros no son seleccionados entre los mejores bachilleres. Por el contrario, un buen número de maestros lo son porque no alcanzaron un cupo en la carrera escogida como primera opción. Así una persona que no fue admitida en Ingeniería opta por la ser Licenciado en Matemáticas, alguien que no puede acceder a la profesión de biólogo ser resigna como profesor de Biología. La mayoría de los docentes provienen de Escuelas Normales ubicadas en pequeños municipios o de Facultades de Educación de provincia. Muchos han obtenido su titulo de pregrado o posgrado mediante estudios a distancia o jornada especiales de sábado y domingo.
La profesión docente no es una carrera de interés para las clases medias urbanas. En las clases altas menos. Los bajos salarios propios de la profesión docentes son un desestimulo inmenso para los mejores jóvenes bachilleres y sus familias. El salario promedio de un maestro en Colombia oscila hoy entre $1 262 811, licenciado recién egresado, y $2 425 593, sueldo de un profesor que ha alcanzado la más alta categoría del escalafón, con 20 años de experiencia y titulo de maestría. El reconocimiento social del maestro es muy bajo y el respeto por su vida es vergonzoso: en el periodo comprendido entre 1985 y 2011, fueron asesinados 889 maestros, un promedio de 34 cada año, la cifra más alta del mundo y una verdadera tragedia nacional.http://goo.gl/KoC1b
El modelo finlandés solo sirve como espejo. Nuestro sistema educativo debe ensayar su propio camino, pensar con criterio propio, alejado de los tecnócratas internacionales y los organismos multilaterales, más cercano a los padres de familia, a la ciudadanía, a los maestros, a las comunidades científicas, capaz de ofrecer una educación de calidad para todos, fortalecer la educación pública de tal manera que atraiga a las capas medias, en fin, encontrar una educación que sirva a la construcción de la paz duradera en la que estamos empeñados hoy los colombianos.