Finalmente, contra muchas opiniones contrarias, se produjo la ridícula “subasta” entre un solo proponente para vender al mejor postor la empresa Isagén. Tal vez la movilización popular fue escasa y tardía; tal vez no ayudó que la oposición tuviera como máximos líderes dos enemigos declarados del gobierno, Uribe y el procurador; tal vez era un burrito que ya estaba amarrado o una de las locomotoras del Gobierno que se descarriló y no había como atajarla de ninguna manera.
Se hizo el negocio sin puja y una empresa extranjera, que no sabe nada de energía y a la que poco le importa Colombia se llevó este premio.
Lo que todavía no entiendo y conste que me he leído y escuchado casi todo lo que se ha dicho sobre el maravilloso negocio estratégico que acabamos de hacer, es la necesidad o urgencia de vender una de las tres empresas más grandes de generación que le quedaban al sector público.
Explica el gobierno que el negocio es fundamental porque con los recursos que se obtienen de esta venta se creará una empresa financiera para prestarle plata a los empresarios privados que desarrollarán los proyectos de vías de cuarta generación. ¿Prestarle plata a quién? ¿Escuché bien, a los contratistas del Estado? ¿A empresas como el grupo Aval, como las de los Nule, como la de los Char?
Pues si, a ese tipo de empresas o a otras extranjeras, es lo que le oí decir al ministro Cárdenas o a su viceministro sin que se les frunciera la boca. Y agregaron que prestarle a tipos como esos, que contratan con el Estado, es muy buen negocio. ¿Buen negocio, dijeron?
Hay muchas incongruencias en esta explicación sobre la gran jugada estratégica de este gobierno. Basta recordar lo mal que nos fue con algunos contratistas como esos. Los Nule, por ejemplo, pidieron plata prestada a la Dirección Nacional de Estupefacientes y no todavía no la han devuelto, para solo citar un caso. El grupo Aval, no creo que necesite financiación del Estado, para citar otro. El argumento del buen negocio se cae de su peso porque el Estado no se fortalece por hacer negocios de prestamista; o si no, ¿por qué se vendieron todas las entidades públicas del sector bancario, que eran precisamente eso: prestamistas?
Recordemos que Colombia ha vendido bancos y financieras a tutiplén. Muchos de ellos fueron a parar a manos de los que ahora esperan que los financiemos con la venta de una generadora que sí da dividendos pulpitos y es uno de los puntales del sistema de producción de energía, ese sí estratégico.
¿De manera que a los contratistas
hay que tenerles financiación amarrada?
Otra de las razones dadas es que si no se financia a estos contratistas no se podrá hacer realidad el plan de vías de cuarta generación. ¿Cómo así? Repitan que no entendí. ¿De manera que a los contratistas hay que tenerles financiación amarrada? Y por qué ellos, si son tan solventes, ¿no se la consiguen solitos? Además si se trabaja en concesiones que recaudan recursos de los peajes ¿por qué no pueden pignorar estos peajes para conseguir los recursos?
En fin, estos argumentos flojos me siguen dando vueltas, no acabo de entenderlos. Lo que Santos y su ministro de Hacienda acaban de hacer les va a costar mucho en popularidad, pero sobre todo el gobierno está deteriorando la poca credibilidad que había logrado recuperar. Porque, por lo menos a mí, todas las razones que han dado me suenan chimbas, ¡rechimbas!
http://blogs.elespectador.com/sisifus
