Salvo entendimientos contrarios, me parece que este decreto avanza significativamente en la solución parcial y regional de la problemática que dio vida al aún presente y actuante paro nacional del 28 de abril de 2021 y que serviría de ejemplo y referente para adoptar medidas semejantes a nivel nacional, adelantando que nada se puede esperar en ese camino por parte de Duque.
Noten ustedes que este acto administrativo se apoya considerativamente en normativas constitucionales de protección a derechos fundamentales, jurisprudencias de la Corte Constitucional que garantizan el libre ejercicio a la protesta y al pronunciamiento democrático de la ciudadanía, y en el Decreto 003 de 2021 sobre defensa de la fuerza pública y protocolos de seguridad y protección a la protesta ciudadana.
Además, no mencionar ni por asomo el dictatorial y abusivo Decreto 575 de 2021 sobre la militarización en ocho departamentos, incluida específicamente la ciudad de Cali y el Valle del Cauca, es una muy interesante, digo yo, demostración de independencia regional y desconocimiento tácito a la perorata uribista que busca la anarquía nacional en su propio beneficio, vía las elecciones del 2022.
Considero igualmente que este avance por una autoridad regional tiene a su vez un lunar, que por ello no lo hace nugatorio, pues calla la participación de grupos civiles armados (¿paranarcomilitares?) contra los protestantes y que están descaradamente y sin ningún pudor institucional protegidos por la policía departamental y municipal. Seguramente y eso es de esperar, que en la mesa una vez se constituya, sea ese un punto de relevancia a tratar, pues si se deja o se queda sin considerar sería un espaldarazo a la continuación de este criminal fenómeno.
Como colofón, solo auguro éxito al desarrollo e implementación de este instrumento y su puesta en práctica, pues haber reconocido explícitamente en él como principal actor a la Unión de Resistencia Cali-Primera Línea es de entrada dar a quienes ponen sus cuerpos y vidas para buscar un cambio real en Colombia el carácter que les corresponde y a la vez colocar en sus justas proporciones a otros actores secundarios que no por ello menos importantes como el Comité Nacional de Paro. Igual reconocimiento se hace a los organismos de DD. HH. y a la Diócesis de Cali con su valiente obispo a la cabeza.
Solo basta desear lo mejor en ese cometido y por tanto esperar que sus avances ayuden a la búsqueda de la redención de los menos favorecidos de nuestra atribulada colombianidad.