¿Podría Vladimir Putin influir en las elecciones presidenciales francesas del 10 y 24 de abril, como ya lo hizo en Hungría y Serbia? Raphaël Glusckmann, eurodiputado francés dice en Le Point, Putin se ha convertido para la extrema derecha en “modelo político e ideológico contra la decadencia de las sociedades multiculturales occidentales”.
Esa “decadencia” viene escalando desde hace años, generando vacíos políticos, ausencia de líderes y un electorado cada vez más desencantado. Con este panorama, Francia vota y se juega su futuro bajo la amenaza de dos plagas. La pandemia que sigue amenazante, y saber que hay una guerra en Europa, cuando se pensaba que la guerra era cosa del pasado.
Hay un nuevo fantasma en Europa: la desafección política, que palpita como el pez recién arrancado del agua, con angustia. Con el peligro real de temer a la abstención que, gane quien gane, podría dejar con muy poco margen de maniobra al próximo presidente de Francia, ello daría lugar a un país dividido, inflamable y el caos absoluto de las protestas sociales que lo convertiría en ingobernable.
¿Le conviene a Francia la reelección de Macron? Es una figura polémica, curiosa, extraña. Empezando porque él tenía 14 años cuando conoció a su futura esposa, de 39 años. Apodado “el Mozart del Elíseo” cuando en 2012 el presidente socialista François Hollande lo nombra secretario adjunto de la presidencia. Y dos años después, fue una bomba en su momento, el mismo Hollande y Manuel Valls, su primer ministro, lo nombran ministro de Economía.
A Macron lo fabricó Jacques Attali, que ha manejado la política económica de Francia, siempre en la sombra, desde la época de François Mitterrand y sus sucesivos sucesores hasta hoy. Por si fuera poco, las grandes fortunas de Francia (Bolloré, Arnault, Bébéar, Niel, Pinault, Bettencourt) vieron en el joven prodigio su valido, exacto y preciso. ¿Por qué?
Es muy conocida la capacidad de Macron de despertar afecto casi filial entre los ancianos poderosos. Así ocurrió con Henry Hermand, que según Les Echos, enero 2016, “es el hombre que quiere hacer de Macron un presidente”. Hermand fue un hombre de ideas de la izquierda no marxista. Perteneció a la Resistencia (¿la Resistencia sí se opuso a los alemanes?) Hermand impulsó a Macron, atribuyéndole una ideología que “no es de izquierdas ni de derechas”. Esto deslumbró al CAC 40.
Era un desconocido en 2017, empero, resultó elegido presidente de Francia. Hollande que había renunciado a la reelección, fue el primer sorprendido de verlo como jefe del Elíseo. Macron pasó por encima del expresidente Sarkozy, del mismo Hollande y de tres ex primeros ministros, Juppé, Fillon y Valls. Era como si un boxeador, sin feeling sobre el ring, hubiera noqueado a la leyenda Cassius Clay/Mohamed Ali.
¿Cinco años de obstinada inacción?
En su quinquenio, el presidente Macron “no consiguió reconciliar a los franceses entre sí y con la política”, dice Manuel Vallas en Der Standard. Su baza principal, refundar Europa choca con la realidad de la Unión Europea. Hoy se dice que la guerra ha unido a Europa. Lo cual no ocurría antes del 24 de febrero, y está por ver si de verdad es así, o es un truco de prestidigitación de apariencias.
El jueves 7 de abril se reveló una encuesta de CSA para CNEWS: afirma que siete de cada diez franceses indican que quieren cambiar al presidente de la República. El 79% de los jóvenes entre 18 y 24 años, quieren que Macron deje la presidencia. Por supuesto, las encuestas pocas veces aciertan y juegan más bien con el ‘factor desconcierto’.
Las razzias que el joven francés hizo al presidente Putin para que desistiera de sus proyectos con Ucrania fueron un canto a la bandera. ¿Queda por saber si estos encuentros fallidos los hizo Macron por autocomplacencia, por “narcisismo” como cree Glucksmann, o por hacerse la foto –como lo hicieron Bolsonaro, Orbán, Scholz- buscando mejorar su deteriorada imagen?
Mientras flirteaba con Putin, sus rivales, Marine Le Pen, Zemmour, Mélenchon, Pecresse, Hidalgo se enfrentaban a la realidad francesa. Y ahora, a dos días de la primera vuelta, Le Pen le pisa los talones y tiene a todo el equipo Macron alarmados. Planea la sombra de Giscard d’Estaing y Lionel Jospin, todo el mundo los daba por elegidos, pero al final salieron derrotados.
Las distancias entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen se acortan a medida que llega el domingo 10 abril cuando se realizan las elecciones presidenciales en Francia. Ya no es ficción política que Le Pen podría ganar, su campaña ha sido acogida más favorablemente que en 2017, cuenta con un fuerte apoyo entre los más pobres y los menos formados de las zonas rurales y ¿por qué no? podría capitalizar a los antivacunas, antiinmigrantes, grupos como los Chalecos Amarillos, teóricos de la conspiración y los que están bajo la bandera del descontento.
Como dice el filósofo e historiador Marcel Gauchet en Le Figaro: “Más que una recomposición estamos asistiendo a una descomposición”. La V República Francesa con Macron ha dado un paso atrás. El pesimismo prima sobre todas las emociones. El ocaso de la izquierda socialliberal de Michel Rocard ha desaparecido. “La ultraderecha nunca ha sido más fuerte en Francia que ahora”, dice Valls
El Frexit en lontananza
¿Habría Frexit –salida de Francia de la UE, como ya lo hizo Gran Bretaña en 2016- con el hipotético triunfo de Le Pen? Macron siente pasos de elefante. El jueves 7 abril respondió a lectores de Le Parisien: “Le Pen miente a la gente: no podrá subir pensiones, como dice, ni bajar el IVA. Si lo hace nos pondrá en números rojos”.
Pero Macron no habla de que bajo su período presidencial ha llevado la deuda de Francia del 98% al 112,9% a cierre de 2021. Todos sus alfiles están apuntando a Le Pen. “Los franceses no querrán confiar su diplomacia y su ejército a un candidato prorruso y anti europeo”, dijo Gabriel Attal, portavoz del gobierno, a los medios franceses.
El padre de Marine Le Pen, Jean-Marie, fundó el Frente Nacional hace cincuenta años, su idea faro era: Francia para los franceses. Que Marine, con ciertos retoques mantiene y son la base de su movimiento nacionalista. Ha suavizado su retórica e imagen que le ha permitido acceder al voto anti-Macron.
Del programa de Le Pen desapareció la salida de la Unión Europea. Dice que para ella prima el derecho nacional sobre el europeo. Que se puede leer como, la soberanía de Francia no se negocia, Bruselas debe ser cuidadosa en sus albaranes con nosotros.
“Cuando habla de prevenir el fraude, resulta ser Frexit disfrazado”, dice Wolfgang Munchau en Corriere. Para el diario económico, Les Echos, cuidar el fraude va acompañado de controles fronterizos. Le Pen, dice el diario –propiedad del magnate Bernard Arnault- planea contratar 20.000 funcionarios de aduanas para que actúen en las fronteras de Italia y Alemania.
Esto significaría recuperar las fronteras francesas de facto, contraviniendo el Espacio Schengen, que afectaría a transportistas, a empresas, mayores costos de las mercancías, aumento de trámites y gravámenes.
Hacia un ejército europeo
Otra de las banderas de Macron ha sido la de tener un ejército europeo. Va más allá que Le Pen, quiere proteger la “soberanía de Europa”, con un “auténtico ejército europeo”. Que no sea dependiente de Estados Unidos.
La pega de Macron es que Francia reactivaría su industria armamentística y llenaría de armas a Europa. También quiere aumentar la capacidad nuclear del país, el único de la UE con ojivas nucleares. El 7 de febrero de 2020, en la Escuela de guerra en París habló de su proyecto de estrategia nacional. Puntualizó que el arma nuclear francesa estará al servicio de Europa. Palabras más, palabras menos, Europa dejaría de depender de Estados Unidos y pondría su seguridad en manos de Francia.
Está por aclarar cuál sería el papel de la OTAN, porque mucho antes de la guerra de Ucrania, en 2019, Macron ridiculizaba a la OTAN, diciendo que estaba en “muerte cerebral”. Y Trump se reía a su manera, diciendo que era “un tigre de papel”. Ahora con la guerra, de manera sobrevenida, la OTAN ha vuelto a resurgir.
La guerra todo lo ha desbocado. Europa aprendió la lección Zelenski: “Armas, armas, armas”. Los gastos en defensa amenazan con retrasar los programas climáticos, digitales, las investigaciones contra los nuevos virus, los impuestos al carbono se han olvidado. Scholz anuncia 100.000 millones de euros para proteger su seguridad. España igual, su ministra de Defensa, Margarita Robles dice: “Invertir en armas es invertir en paz”. Las necesidades sociales desaparecen en el acto.
Con lo cual se demuestra que antes que la razón prima la emoción. No está claro que el pueblo francés ponga a las armas como su primera prioridad.
Jacques Attali advierte a su tribu, en Les Echos: “Marine le Pen puede ganar” y la presenta como el ogro que va a destruir la economía y llevar a la ruina a Francia y Europa, va a retirar la nacionalidad francesa a los extranjeros. Le Pen para Attali es el apocalípsis. Para algunos círculos Jacques Attali, el razonable argumentador, es el oráculo capaz de sintonizar con el futuro. Su voz sagrada, ¿será escuchada el domingo 10 de abril por un pueblo cansado de tantas promesas fallidas y cargado de impuestos a tutiplén, como en la época María Antonieta?
