Para aquellos que vemos con gran preocupación cómo la libertad de expresión se frena en este país, la venta de la mitad de las acciones de revista Semana cayó como un baldado de agua fría. Para ser sinceros, era el único medio importante de este país, de hecho, la revista de opinión por excelencia de Colombia, que conservaba la libertad de decir lo que pensaban su director y periodistas, sobre temas claves de la realidad colombiana. En la cual periodistas como Maria Jimena Duzán, Daniel Coronell, Vladdo, y muchos otros, criticaban con fundamento muchos de los temas tan preocupantes que estamos viviendo los colombianos. Hasta que se demuestre lo contrario, quienes tenemos posiciones afines a lo expresado con solidez por estos periodistas, sentimos que se ahoga la libertad de expresión cuando el cuarto hombre más rico del país tiene ya la mitad de la propiedad de Semana.
Ahora bien, sería injusto afirmar que cuando un medio importante colombiano es comprado por un empresario millonario, se pierde la libertad de expresión de sus directores y columnistas. El mejor ejemplo de esto es sin duda El Espectador, que hoy muchos leemos con interés, precisamente por lo que allí se plantea sin tapujos. Tal vez por ser la nueva generación de los Santo Domingo mucho más globalizada que los Sarmiento Angulo, por ejemplo, no tienen interés en meterse demasiado en lo que decida su director, Fidel Cano, quien ha mantenido una línea editorial independiente. Siempre hay mucho que leer en El Espectador.
¿Será esa la forma como los Giliniski actuarán en Semana? Es la pregunta del momento. Así lo afirman tanto Felipe López como Alejandro Santos. Esta democracia, con amenazas de ser asfixiada en este gobierno, necesita que esto sea realidad. Pero hay serias dudas porque hemos visto pasos de animal grande en otros medios, cuyos dueños sí ejercen su poder.
La pregunta que muchos tenemos
es por qué para los grandes grupos económicos del país,
estas inversiones son tan atractivas
Para nadie es un misterio que los medios de comunicación están pasando por momentos difíciles, no solo en Colombia, sino en el mundo. Semana era la única revista de América Latina que había logrado enfrentar con éxito esta ola; ahora, le llegó el turno de encontrarse con nuevos socios. La pregunta que muchos tenemos es por qué para los grandes grupos económicos del país, estas inversiones son tan atractivas. Basta revisar una buena cantidad de casos para encontrar la respuesta: quieren tener la posibilidad de influir en la opinión pública para preservar sus intereses, lo cual sin duda es un peligro para la democracia. Si el negocio de los medios de comunicación no vive su mejor momento, y por eso los curtidos dueños tienen que venderles parte de estos, ¿qué buscan entonces con estas inversiones esos grandes empresarios, que sin duda lo que los mueven son las grandes utilidades? Es obvio, entonces, que muchos lo que buscan es tener la capacidad de influir con sus opiniones o a través de aquellos medios que se consideran útiles para sus intereses comerciales y su reputación.
Ojalá la independencia que ha tenido Semana no se pierda. Solo el tiempo podrá dar una respuesta a esta válida preocupación, porque la verdad es que con esta venta, se podrían acabar los medios realmente independientes de este país. Si tuviéramos un gobierno que aceptara la crítica y que no hubiera dado muestras tan grandes de intolerancia frente a sus opositores, este negocio con otro grupo económico muy poderoso como el de los Gilinski, no produciría tanta preocupación. Pero los sucesos de las últimas semanas han demostrado que existe censura de funcionarios del gobierno contra los que no estén de acuerdo con sus decisiones. Por ello, es evidente la necesidad de oxigenar la libertad de expresión, y solo los medios de comunicación tienen el poder de hacerlo.
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