Para iniciar diremos que no encontramos en ninguna parte de la Biblia la fecha del nacimiento de Jesús, ni de la epifanía o la llegada de los reyes magos. Solo el análisis de ciertos fragmentos de los evangelios, así como de otros documentos de la época, han permitido a los historiadores realizar diferentes hipótesis sobre la fecha del nacimiento de Jesús. Algunos hablan de abril o mayo, mientras que otros lo sitúan en los meses de septiembre u octubre.
A finales del siglo I a. C. un dios nuevo irrumpe con gran fuerza en el Imperio romano, se trata del dios persa Mitra, que corresponde al dios de la luz y la sabiduría, quien otorgaba la salvación mediante la creencia de un alma inmortal.
La tradición nos revela que Mitra era el enviado del dios Sol a la tierra para redimir a los hombres. Nacido, como se expuso, un 25 de diciembre este será adorado por la soldadesca y por los pastores.
Cada 24 de diciembre Mitra moría e iniciaba su “tránsito inferior del Sol” para, el día 25, renacer victorioso como lo se imaginaban lo hacía el Sol Invencible, natalis solis invicti.
Estas creencias serían los antecedentes inmediatos del cristianismo, religión que había avanzado muy poco dado que Judea era una provincia romana y esta nación era predominantemente pagana. Antes del emperador Constantino I (272-337) el mitraísmo era la religión predominante y el cristianismo era considerado ilegal.
Poco a poco el cristianismo se extiende por todo el imperio y se hace políticamente inviable su prohibición, por ello Constantino, con la justificación de una visión, antes de la batalla decisiva contra el Imperio romano de occidente, tras resultar vencedor en el año 312, acogió el cristianismo, pero sin dejar de rendir culto a los dioses paganos de Roma.
Sin la prohibición de la nueva religión se fue difundiendo cada vez más y su crecimiento se multiplicaría a partir de la expedición del decreto de tolerancia emitido por este emperador tino en el año 313 d. C. Pero no fue sino hasta el año 321 d. C. que Constantino legalizó el cristianismo y en el 354 d. C. el Obispo Liberio declaró que el nacimiento de Cristo fue el 25 de diciembre. Esta fecha se escogió para ese día porque, como se explicó, los romanos ya consideraban ese día como festivo al dedicarlo al dios Saturno. Esto permitió contrarrestar las celebraciones paganas preexistentes, con esta magnífica idea no se alteró el calendario romano y así las tradiciones paganas se fueron adaptando sin tropiezos al cristianismo.