Terminaba el decimosexto año del segundo milenio y el último gran tiranosaurio del siglo XX estaba ahí.
Vigilante y lucido para que su hermano Raúl no se desviara de la ruta trazada por el timonel mayor y viendo cómo la huesuda se llevaba a sus contemporáneos y amigos más jóvenes y semanas después de que partió Nelson Pinedo, el barranquillero último cantante sobreviviente de la Sonora Matancera, que en los años 50, en La Habana, amenizó las fiestas del sargento Fulgencio Batista, a quien con sus barbudos derrotó después que los industriales azucareros controlaran por años la economía legal de los ingenios y unas cuantas fábricas y la mafia norteamericana de origen siciliano mandara en los casinos, lujosos prostíbulos, en el contrabando y tráfico de drogas y la vieja ciudad amurallada y centros de diversión eran el burdel preferido de los gringos, cuando Miami era una pequeña ciudad que aún no se había llenado de cubanos huyendo del régimen comunista que Fidel empezó a imponer a sangre y fuego meses después de tomarse el poder.
Se hizo sentir y compartió en cumbres de la ONU y los Países No Alineados, con Ho Chi Min, Mao Tse Tung, Kim Il Sung, Tito, Sukarno, Nehru, Nasser, Arafat, Enver Hoxha, Patricio Lumumba, y otros personajes del siglo XX, quienes también encabezaron luchas de liberación nacional desencadenadas después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se aceleró el proceso de descolonización en África, Asia, América y Oceanía y la lucha entre los sistemas socialista y capitalista estaba al orden en la agenda geopolítica de la ‘Guerra Fría’.
Sobrevivió a más de quinientos intentos de asesinarlo de los más variados e insólitos medios posibles contratados por la temible CIA y disidentes cubanos sobrevivientes a la fallida invasión de la Bahía de Cochinos, donde el ejército y aviones de los exiliados y mercenarios armados por los gobiernos de Eisenhower y después de Kennedy, fueron vencidos por los milicianos en Playa Girón. Pocos meses después de esta frustrada invasión hizo un pacto secreto con el máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, Nikita Krushev, para dejar instalar en la isla misiles atómicos apuntando a las principales ciudades norteamericanas, lo que motivó al presidente Kennedy a plantearles un ultimátum que nos tuvo al borde de la Tercera Guerra Mundial. Los rusos acordaron desmontar los misiles de Cuba a condición que los gringos y la Otan quitaran los que tenían en Turquia, apuntando a ciudades soviéticas y además se comprometieran a no invadir a Cuba para derrocar a los amigos de Fidel. Como alternativa instauraron el bloqueo marítimo y aéreo impidiendo a la mayoría de países capitalistas tener intercambios con la isla. Fue entonces cuando se aceleró la adopción del sistema socialista pro-soviético en lo político y económico con un partido único: el Comunista, y economía centralizada, nacionalizando sin indemnización la propiedad de la tierra, la industria y los bancos.
Educado por jesuitas y lector cuidadoso y compulsivo sobre todos los temas, le corrigió errores hasta a García Márquez, antes y después de la publicación de algunas obras, como lo decía el escritor, con el que compartió largas horas de trasnochos e interminables tertulias en las que, (según contaba el reportero quilichagueño Antonio José Caballero, quien dejó en Rcn radio, un disco con las tres entrevistas que le hizo “para después de la muerte de Fidel”, muriéndose él primero) el ‘comandante’ se sentaba en la palabra y no lo paraban ni los rojos de los semáforos verbales, tal como solía suceder en sus discursos, del cual se recuerda el más largo con una duración superior a las nueve horas con varios desmayados entre sus fieles seguidores.
Además de los incontables intentos de asesinato, el desmoronamiento del bloque socialista soviético, la caída del muro de Berlín y su oposición a la apertura, transparencia de la ‘perestroika’ y el ‘glasnot’ de Gorvachev y giro hacia el capitalismo de los otrora radicales maoístas chinos, su régimen de dictadura del proletariado sobrevivió con mano dura contra los disidentes y a la persistencia del bloqueo y embargo impulsado por los sucesivos gobiernos norteamericanos y al cese de la ayuda económica de la desaparecida URSS.
Recomendó a Tirofijo dejar las armas pues la toma del poder no era viable en la actualidad y recibió un segundo aire del petróleo de Chavez. Intentando adaptarse a cambios y apertura de la época y apremiado por achaques de salud, soltó el timón a su hermano Raúl, pero desde su máquina de escribir, sudadera y tenis se convirtió en su sombra para estar en la jugada y continuar dirigiendo al equipo tras bambalinas. Con Obama parecía que el desbloqueo era inminente pero se le apareció el fantasma de Trump, a llenar de incertidumbre la suerte de la isla y su agonía.
