Van quince días del mandato de Federico Gutiérrez como alcalde de Medellín y ya se escuchan comentarios de la excelente labor que está realizando. Tengo conocidos que viven en el centro de la ciudad, quienes han sido críticos de su administración anterior, y ahora están impresionados con la eficacia de los trabajos que ha emprendido.
Claro, Fico ha dado orden de limpiar las calles y espantar los sobrevivientes sin hogar que moraban en las puertas de sus casas, donde dormían, comían y defecaban. Cosa que los alegra sobremanera.
No sé si Fico sea inteligente, pero sí puedo dar fe de su simpatía, su sagacidad y su oportunismo. Al ver que Daniel Quintero, su némesis, le dio papaya dejando que la otrora tacita de plata se llenara de “habitantes en condición de calle” –como tan pomposamente los llaman en los medios de comunicación políticamente correctos–, y que el anterior “vulgomaestre” permitió que el centro se convirtiera en un lupanar lleno de vicio, ratas y bollos, el chapulín Gutiérrez se valió de su astucia y en un golpe de gracia comenzó a limpiar las aceras y los parques. Sabe que hacerlo le dará réditos inmediatos para conquistar los elogios de los medellinenses, sus próximos votantes en una futura campaña presidencial, a la que seguro le volverá a apostar.
Todo es cuestión de cálculo, y Fico, que estudió ingeniería civil, lo sabe muy bien. Seguro ahora se dedicará a tapar los huecos viales y financieros que dejó la administración anterior, y a destapar las marañas de Daniel El Avieso, pues embelleciendo la ciudad, pavimentando y desfaciendo entuertos conquistará al electorado. Debe tener muy claro que para llegar al Palacio de Nariño no le bastará con el maquillaje de su primer mandato y que debe liderar una alcaldía en todo mejor que la que presidió entre el 2016 y el 2020.
Esperemos a ver que ficos toca.
