Fico aprovecha su real chabacanería porque sabe que ella lo puede convertir en presidente

Fico aprovecha su real chabacanería porque sabe que ella lo puede convertir en presidente

Su simpatía es un golpe de gracia, pero no un mérito suficiente para que lo elijamos presidente. A él, y a los demás candidatos, debemos revisarlos con lupa

Por: Juan Raúl Navarro
marzo 22, 2022
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Fico aprovecha su real chabacanería porque sabe que ella lo puede convertir en presidente

No puedo negar que Federico Gutiérrez es un tipo simpático. Tanto que lo he bautizado “el candidato de la Real Chabacanería”. Fico sabe que con su forma ser y aparecer (espontánea, desabrochada y sin medir distancias) se gana el cariño de millones de electores y la aprovecha para conquistar sus votos.

Con sus maneras descomplicadas y amables, con su “queridura” y su parlache, Fico hace sentir que es amigo del pueblo y le inspira confianza a mucha gente que lo considera un bacán. Como cualquier parcero del común, si se encuentra contigo te saluda de mano y te trata de vos, como si fueras un viejo conocido. Pero todo eso no lo convierte en el más humano de los candidatos, como lo afirman los encandilados por su carisma magníFico.

Con Fico he hablado una sola vez. Fue en el alto de Las Palmas, el 17 de febrero del 2019, cuando él era el alcalde de Medellín. Salíamos de la premiación del Tour Colombia de ese año, el que ganó Supermán López luego de que un atravesado le diera kriptonita a Nairo Quintana, tumbándolo en pleno ascenso. Me lo topé caminando cerca de mí, rumbo a su carro, y en ese instante se me chispoteó hacerle una pregunta picante: “Fico ¿acaso nombraste a Chris Froome secretario de Infraestructura Física de Medellín?”. A lo que él, un poco extrañado por mi ocurrencia, me respondió: “Cómo así, hombre, ¿por qué me decís eso?”. “Porque si Froome no viene a correr este Tour, ustedes no hubieran tapado la cantidad de huecos que hasta hace poco tenían las vías por donde hoy pasó la etapa”, le repliqué. “No creás, la repavimentación de la ciudad es algo en lo que estamos trabajando”, me dijo conciliador y sonriente. Tengo que admitir que ese día quedé gratamente impresionado por su sencillez y su cordialidad, por no haberse molestado o haberme ignorado por ser lo que fui en ese momento, un desconocido inoportuno.

Pero dichos atributos no son argumentos suficientes para que Fico se convierta en nuestro mandatario por un golpe de gracia, como le ocurrió a César Gaviria, quien llegó a la Casa de Nariño porque durante el entierro de Luis Carlos Galán, su hijo mayor, un adolescente atribulado y confundido por el reciente asesinato de su progenitor, hizo la siguiente declaración: “Quiero decirle al doctor César Gaviria, en nombre de mi familia y del pueblo, que en sus manos encomendamos las banderas de mi padre, y que cuenta con el respaldo para que sea usted el presidente que Colombia necesitaba y quería". Sin esas palabras de Juan Manuel Galán, de las que más tarde él se arrepintió, el César jamás hubiera ocupado el solio de Bolívar.

Un golpe de suerte semejante fue el que catapultó a Rodolfo Hernández, quien siendo alcalde de Bucaramanga le dio un manotazo en la nuca al concejal John Claro. Sin ese totazo, registrado en un video que se hizo viral, RH+ no hubiera alcanzado la popularidad que hoy lo tiene de tercero en las encuestas de la contienda electoral.

Y un tiro de nalga, provechoso también, fue el de Antanas Mockus, uno de los pocos mandatarios íntegros y valiosos entre los 91 que han gobernado a Bogotá a partir del añov1900 hasta esta fecha. Si Mockus Sivickas no hubiera pelado el trasero en octubre de 1993, durante una confrontación con los estudiantes de la Universidad Nacional, de la que era rector en ese entonces, es factible que nunca hubiera sido alcalde.

Pero no siempre este tipo de espectáculos, protagonizados por dirigentes y políticos, reciben la aprobación mayoritaria de los ciudadanos. No le ocurrió así a Germán Vargas Lleras, a quien el coscorrón que le propinó a uno de sus escoltas durante su visita de 2018 a Ciénaga de oro, en plena campaña electoral, pudo haberle costado la presidencia. Buena parte del inestable público, que en últimas es quien elige a los gobernantes, a menudo y con morboso placer, solo ve las fachadas de los políticos (sus maneras, sus gestos, su cordialidad, sus insultos, sus tanganazos, sus rabietas, sus culos al aire) y se rige por ellas para tomar partido, de manera emocional, sin conocer a fondo su trayectoria y sus planes de gobierno.

Por eso es importante insistir, hablando a calzón quitao, que la simpatía de Fico es un golpe de gracia, pero no es un mérito suficiente y convincente para que lo elijamos presidente. A él, y a los demás candidatos, debemos revisarlos con lupa, como lo hizo Amparo Grisales (Gris sales cuando se pone grosera) con los concursantes del último Yo Me Llamo. Es necesario que escrutemos a fondo a nuestros políticos, que revisemos sus propuestas y les esculquemos la mente y los bolsillos, antes de votar por ellos y que nos metan el dedo.

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