Comencemos comentando que el peligrosísimo encontrón a nivel mundial podría ser el de la OTÁN contra todo lo que no es OTÁN.
Al parecer un agrio abrebocas pudiera ser el conflicto Rusia-Ucrania. Ojalá no le siga el China-Taiwán. Algunos lo dan por descontado. Solo difieren en el cuándo. Si se llega a este escenario terrorífico, nadie podrá apostar un peso por la buena salud de nuestra biosfera.
Oremos, crucemos dedos, apretemos dientes. Si un polvorín atómico llega a estallar, quién sabe a dónde iremos a parar. Todas y todos podríamos volar como Ricaurte en San Mateo.
Otro encontrón es el que tenemos aquí mismo entre oficialistas y uribistas, ultraderechistas o neoliberales salvajes.
En el Pacto Histórico, entre el ala petrista y el bando santista.
En casos familiares, podría ser el de la señora con el marido. Aunque también se da entre padre o madre con uno o varios hijos desobedientes. O incluso entre abuelos conservaduristas, hijos alternativos y nietos rebeldes.
Y así, hasta llegar a uno.
Sí, oíste bien. Tal como lo ves: hasta uno mismo.
Porque, como en nuestra propia multipolaridad de personalidades o roles, somos varios en un mismo pote, envase, botella, cuerpo, figura, complexión. Algo así como el yo córtex contra el yo cerebelo. O más bien como dijo Sigmund Freud, el superego contra el id.
El asunto es que los encontrones van y vienen.
Y ya que estamos de festividades, veamos qué puede pasar en las vecindades y nuestras relativas amistades.
Un vecino puede estar enemistado con otro por mil diversas causas. Una simple mirada de reojo o comentario irónico puede canjearte indisposición por parte de los intolerantes. Y tú sabes, los intolerantes son bastantes.
Veamos el primer caso del que hace poco adelantamos algo: un vecino es oficialista y el otro uribista. O “apolítico” (lo pongo entre comillas porque para mí todos somos políticos, así algunos digan que odian los políticos como si ellos no lo fueran). Por regla general, los supuestos apáticos y reales abstencionistas están contra el gobierno, contra la oposición, contra ellos mismos, contra sus propias sombras. Vaya uno a saber que tienen en sus cabecitas locas o desorientadas.
Otro caso normal: uno es casado serio y el otro es un soltero-bollón-picaflor que piropea todas las muchachas y señoras que encuentra en tiendas cercanas o que pasan al frente de su casa. “Cada chica que pasa a mi lado debe ser una conquista” o “donde pongo el ojo, pongo la bala”, son dos de sus dichos preferidos.
Uno le va al encopetado Millonarios y el otro a Santa Fe. O uno al Nacional y otro al poderoso DIM. O uno al Cali y otro a los diablos rojos. O uno a los tiburones del Júnior y otro a los huracanados del “Ciclón Bananero”. Y así en el resto de los llamados clásicos (la palabreja angla “derby” no es de nuestro pecunio, y mucho menos de mi gusto).
Uno está armado de un “fierro”, “trueno” o “revolvicho”. ¿Y el otro? De valor.
Uno pone bafles gigantes con bulla altidecibélica en el frente de la casa y el otro ama el silencio.
Uno es amargado-neurasténico-picapleitos, y el otro es un bacán.
Uno es propietario de vivienda y el otro es arrendatario.
Uno anda en bicicleta y el otro tiene automotor.
Uno trabaja en una oficina y el otro como independiente.
Uno barre el frente de la vivienda, mientras el otro mantiene un chiquero.
Y así, puede haber innumerables determinantes de discordia.
Lo importante es que en estas festividades y cualquier otra seamos conscientes de nuestro deber, si no con la paz total, por lo menos con la paz vecinal. A veces las cosas pasan de castaño oscuro, se ponen color de hormiga, aparecen puños y patadas. O cuchillos y machetes. O, incluso, armas de fuego.
Por esto se requiere que haya organización en los vecindarios.
Así que puedo parafrasearte una canción: es muy difícil poder decir, en cuatro estrofas y tres minutos / todo lo que se puede decir cuando… se limpia lo que es poluto. Véase el inicio del tema A Barranquilla, de autoría de Óscar Medina, Carlos Vidal y Víctor Mendoza, interpretada por la Dimensión Latina, cantando Óscar De León.
Necesitamos autoridades vecinales.
Propongamos una legislación al respecto, puesto que la de juntas comunales tiene tremendas falencias. ¿La principal? El 99% no tiene un peso, y cuando hacen algo es con dinero clientelista de… alcaldías y gobernaciones, antes de elecciones.
Debe haber una ley vecinal o algo por el estilo, que permita que ciudadanos ejerzan un mínimo de autoridad en un liderazgo oficial, durante el fin de semana, en alrededores de las manzanas.
Serían autoridades vecinales ad honórem y podrían recibir unos mínimos rubros de los erarios para atender integraciones de menores de edad en juegos sencillos y populares, apoyo a campañas de lecturas, etc.
Nada de politiquería, deben ser elegidas por los mismos vecinos.