Julián Díaz Velosa es un joven boyacense que ha llevado su pasión por el cine y la cultura a otro nivel. Escritor, director, productor de cine y gestor cultural, es una figura prominente en el ámbito cinematográfico colombiano.
Formado en dirección y escritura en The Los Angeles Film School, Julián ha acumulado una trayectoria de 12 años en la industria del cine. Su talento y dedicación lo han llevado a participar en prestigiosos festivales internacionales como Cannes, San Diego, Suiza, Bogotá, Washington, India, Cartagena, Giorgia y Roma, y en algunos ha recibido reconocimientos a mejor director y mejor película.
Julián estudió gestión de proyectos culturales en la Universidad EAN y hace 10 años fundó el Festival Villa del Cine. El festival se ha convertido en un pilar para el desarrollo y la promoción del cine en Colombia, reflejando su compromiso con la industria cinematográfica del país. Su labor ha enriquecido la cultura local y nacional y ha brindado una plataforma significativa para los cineastas emergentes y establecidos en Colombia.
Hablamos con Julián Díaz sobre los retos de dirigir un festival de cine independiente en un país como Colombia y sobre los 'molinos de viento' ante los cuales debe hacer frente para traer a la realidad una labor que cobra sentido cada año, cuando las empedradas calles de la hermosa Villa de Leyva, en Boyacá, se llenan de espectadores, críticos, curiosos y amantes de las historias cinematográficas.
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El Festival Villa del Cine llega a su primera década, ¿qué diagnóstico sobre la salud del sector cinematográfico en Colombia se puede hacer desde su perspectiva?
R: El cine en Colombia, desde nuestra perspectiva, pasa por una dicotomía: si bien las producciones cinematográficas de cortometrajes y largometrajes son cada vez mejores y de mayor calidad, además de premiados a nivel internacional y reconocidas en múltiples festivales, los espectadores de cine parecen no conectarse con el cine nacional, ya sea por un desconocimiento de las nuevas propuestas, o por no querer autorreconocernos en las historias de nuestra Colombia.
Es un diagnóstico complejo. Creemos importante buscar espacios seguros para la exhibición del cine donde tenga buenos horarios, pero también que los espectadores quieran apoyar y reconocer las nuevas historias del cine colombiano a la vez que los realizadores busquen generar historias que si bien parten de sus búsquedas humanas y autorales, busquen también más conectarse con el público colombiano, es un proceso que requiere de todas las partes.
¿Cuáles considera que han sido, si los hay, los mayores errores y aciertos del Festival en estos diez años?
R: El Festival lo hemos percibido como un ser en sí mismo, donde cada error y acierto ha sido una forma de aprender y de entender cuál es la búsqueda y propósito del festival según la demanda de la población y de las necesidades de la industria. Cada vez nos damos cuenta de que somos como organizadores un apoyo al crecimiento de un evento que algún día dejará de ser nuestro y que continuará con una visión propia según las necesidades y búsquedas que vayan teniendo los cineastas y los espectadores en sus propios tiempos.
¿Cómo ve el apoyo de entidades nacionales y locales al fomento del cine actualmente?
R: Las entidades cinematográficas siguen en un continuo apoyo, buscando fórmulas para aportar al desarrollo y promoción del cine colombiano. Las entidades no cinematográficas cada vez se unen más a esta ola que busca impulsar el cine en el país; sin embargo, la demanda por las necesidades de generar más producciones y experiencias cinematográficas hacen parecer que no es suficiente, por lo cual continuamos en una búsqueda por continuar girando las miradas de los empresarios y del sector privado al apoyo de la cinematografía nacional.
Desde su experiencia, ¿qué puede decir sobre el papel que ha jugado la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio en el fomento y apoyo a los festivales de Cine en Colombia?
R: Desde nuestra experiencia, la DACMI ha hecho un papel fundamental en buscar llegar a las regiones y diversificar la formación cinematográfica, la importancia del patrimonio audiovisual y la promoción del cine nacional. Este 2024 hicieron taller de patrimonio muy valioso que incluyó a diversos exponentes de la cinematografía regional de Boyacá para instruirlos en el cuidado del patrimonio cinematográfico.
Muchas películas colombianas son ampliamente reconocidas y premiadas en el exterior en los principales encuentros y festivales internacionales de cine independiente, pero cuando llegan a cartelera colombiana pasan prácticamente desapercibidas, ¿qué falta por hacer y quienes deben gestionar esos cambios?
R: En mi perspectiva falta ser más cuidadosos con la distribución y exhibición de las películas colombianas. No creo que sea únicamente que los espectadores no quieran ver su reflejo como sociedad en el cine, falta que los exhibidores den más salas de cine a las películas independientes y que las tengan en mejores horarios, que los canales públicos y privados tengan franjas de promoción de las películas que llegan a cartelera y sin duda faltan más salas de cine en el país, pues los festivales hacen una labor gigante en llevar el cine colombiano a todos los rincones, pero se necesita también más salas comerciales y darle la importancia en esas parrillas al cine colombiano que se merece para que el espectador vea la importancia de nuestro cine. Es vital que los distribuidores y los exhibidores le den esa importancia también y que la prensa vuelque su mirada a generar campañas más robustas de promoción del mismo.
Hablemos de su faceta como creador. En 2025 estrenará 2 películas, “Supervivientes” un largometraje documental que usted dirige y produce. Y “La Otra Vida” un largometraje de ficción. Cuéntenos de qué se tratan.
R: Supervivientes es un largometraje documental que habla sobre la historia de Leonardo Sosa, un joven que superó la leucemia infantil y que hace un viaje a través de diferentes países de Suramérica para motivar a otros niños y demostrarles que los sueños son un motor de vida mientras expone los retos y condiciones que ellos y sus familias deben sobrepasar para sobrevivir. La otra vida es una película de ficción en la cual hice producción y es la ópera prima de Nicolás Becerra. Esta película habla de la historia de un joven y su padre, un veterano de la guerra de Corea, y la búsqueda este joven por forjar su propio camino e identidad lejos de las perspectivas de su padre.
El gusto por el audiovisual crece entre las nuevas generaciones de estudiantes que ingresan a carreras de cine y televisión y medios audiovisuales en todas sus ramas. ¿Qué es clave que sepan desde ya para evitarse sorpresas en su trayectoria profesional?
R: Creo que en el cine cada uno tiene un camino, sin embargo es importante entender que no es un camino fácil, que hacer cine requiere no únicamente de pasión o talento, sino de mucha dedicación, persistencia y de trabajo en equipo.