El público, llegado desde temprano, saludó la apertura del Festival acompañando con sus voces y palmas, los cantos que los artistas en tarima lanzaban para provocar la alegría. Los pañuelos, ondeados con timidez al comienzo, se volvieron saludos a la gozadera, a la fiesta, a la vida que no se detiene.
La Red de Cantadoras del Pacifico sur, fue la encargada de abrir la noche. Mujeres que protegen con celo los cantos y tradiciones de ese inmenso y aun misterioso Pacífico, son las depositarias de cantos como los arrullos, los alabaos, el Chigualo, o el Bambuco Viejo. En sus voces revive la historia para el olvido de épocas de esclavismo, pero también cantan a las alegrías de la libertad y, sobre todo, han mantenido viva la tradición musical de sus pueblos.
En sus regiones son respetadas y se les tiene en cuenta en las festividades y ceremonias, lo que no sucedía antes, cuando no se valoraba su talento. Sus cánticos son como oraciones e historias que interpretan el temperamento de un pueblo.
Siguió luego Markitos Micolta, un bonaverense, alegre que nadie llama por su nombre: Marco Antonio Micolta Santisteban, y quien con el paso de los años se ha destacado como un excelente cantante de música del Pacífico. En el 2011, el Festival Petronio Álvarez, le rindió homenaje por el trabajo de divulgación del folclor de su región.
Markitos, aunque pequeño de estatura, siempre ha estado rodeado por los grandes en la música. Primero con “Peregoyo”, don Enrique Urbano Tenorio, con quien hizo famoso el “Combo Vacana”, en Buenaventura. También grabó junto a otro destacado como lo es Senen Palacio.
Posteriormente, creó su propia agrupación “La sabrosura del litoral” con la que se alzó con el primer lugar del Petronio Álvarez en 1999 como mejor chirimía y mejor interprete vocal.
Markitos, como siempre, encantó al público, se entregó para dar lo mejor de su manera de interpretar canciones que son su sello y con las que la alegría se convierte en baile y el baile en un viaje sin límites por la contentura, por el disfrute. Se ganó el público como siempre lo hace y porque como él dijo alguna vez: “siempre caigo parao” refiriéndose a que la vida le ha dado todo lo que tiene por la música.
Después llegaron “Chango” ganadores del Petronio en el 2014 en modalidad de marimba. Hacen honor a su nombre ya que la mitología dice que es el dios del fuego, del rayo, de los sagrados tambores bata. Es también irresistible para las mujeres, alegre sin descanso y gran bailador.
Eso fue lo que hizo la agrupación tumaqueña “Chango” en la tarima del Petronio: elevar los ánimos, provocar un trago de Arrechon o Viche y poner un extraño brillo en la mirada de las mujeres que no dejaban de mover sus caderas al ritmo de la música en una íntima complicidad con las notas salidas de los instrumentos.
Mientras la marimba decía su discurso de alegría, el tambor marcaba el ritmo de los pies que no podían estar quietos y el guasá traía en su sonido, como una lluvia que refrescaba el ambiente. Los cantos se metieron por entre el público, y acariciaron a hombres y mujeres que no se resistieron a esa invitación que proponía celebrar la vida desde la alegría de la música.
Cerró la noche: Herencia de Timbiquí. ¿Pero cuál cerró la noche?...Atizó nuevamente la alegría de un público que no conoce el cansancio, ni el descanso en el baile.
Los pañuelos emprendieron nuevamente el vuelo del festejo, las manos imitaron las olas del mar que se añora, y otra vez, la danza y las voces en coro acompañando a la agrupación que aman. Aplaudiendo al grupo que a muchos les recuerda ese pueblo con nombre de golpe de marimba: tim bi quí… por eso mismo es herencia, heredad, remembranza.
Y entonces, con su música, con sus cantos alegres, reafirmaron ante los caleños por qué fueron premio a la mejor agrupación en la modalidad libre durante el Petronio Álvarez, en el 2006.
Confirmaron por qué esa herencia, que camina en los genes, produce sonidos para alegrar la vida y les ha permitido obtener galardones como Los Premios Shock de la Música Colombiana, una Gaviota de Plata en Viña del Mar en Chile, en el 2013 entre otros que confirman que son de los mejores.
Cuando el ultimo sonido de marimba, y el último tam tam de la tambora nos dijo que había terminado la fiesta no nos cabía en el alma tanta música; no sabíamos cómo uno puede acoger tanta alegría, cómo se puede compartir tanta amistad. Pero el reloj nos dijo que eran las 10:40pm. Nos tomamos el último trago de Viche y al llevar la botella a los labios, vimos cómo la luna en el cielo, apenas empezaba la fiesta.