“Por acá hay grandes señales (bis),
de tiempos precolombinos,
porque hablar de la gaita
es retroceder caminos,
es meterse en el ayer y en la ciencia del indio,
es recordar muchos tiempos que hace siglos se han ido...”
A las seis de la tarde del primero de agosto en la casa del carnaval de Barranquilla se escuchaba un murmullo, voces que se mezclaban con otras, a ratos una risa emergía para volverse a sumergir en el mar de lo no dicho. Una hora más tarde la mesa estaba servida y los comensales dialogaban sobre su origen y que hacían ahí promoviendo el 23 Festival nacional autóctono de gaitas a realizarse entre el 14 y el 17 de agosto del 2014 en San Jacinto Bolívar.
Uno de ellos Pascual Manuel Castro Fernández habló de su ascendencia, de los instrumentos y sus vivencias, todo gracias a la sabiduría de su región aprendida durante tantos años. “con estos palitos he recorrido el mundo, porque esta música es autóctona de aquí”Después de lo dicho, se pusieron de pie y organizaron. Un hombre vestido de blanco portando un sombrero vueltiao, salió al centro del escenario. Llevaba en el cinto y en su cuello una golilla rojo carmesí, le siguió una mujer con vestido ceñido en la cintura y de amplia falda que cuando se tomaba con las dos manos se abría como la cola de un pavo real derramando colores a cada paso. La pareja empezó a bailar al son de un grupo de hombres que vestía también de blanco, llevando sombrero tejido y una pañoleta roja en el cuello, interpretaron tambores, maracas y gaitas, mientras que al otro extremo, frente a ellos oteando el cuadro y vestido como los músicos más una mochila san jacintera, Castro Fernández cantaba cumbias puyas y fandangos. Eran los Auténticos Gaiteros de San Jacinto liderados por éste, heredero de las tradiciones y sonidos de su región.
Y eso dice la leyenda sobre el nacimiento de la música en la zona de los montes de María donde se ubica San Jacinto “el indígena kogui bajó de los nevados con sus flautas imitando el sonido de los pájaros, le añadió sus maracas; luego el africano llegó con la cadencia de sus tambores y su canto en llamado y respuesta, y el español aportó su melancólico canto y las letras, incluyendo la décima poética que frecuentemente es la base de las canciones.” La música fluye, como un río que lentamente va llenando la sala hasta que en la tercera canción ya todas las personas se encontraban inmersas en el ritmo, moviendo los pies en sus sillas, bailando en los alrededores o en una rueda de cumbia que se había hecho en el lugar donde los músicos tocaban sentados en la mitad viendo pasar personas bailando, sudando y sonriendo en un rito tan originario como el pueblo donde se producen.
Al final del evento los asistentes seguían bailando, sin quererse marchar continuaban aplaudiendo melodías ya culminadas, con la esperanza de seguirlos viendo, de seguir danzando. Estos ritmos, músicas y costumbres se presentarán en el vigésimo tercer Festival nacional autóctono de gaitas, entre el 14 y el 17 de agosto del 2014 en San Jacinto Bolívar, población ancestral que da palabra y verso a sus visitantes a los que acoge e invita siempre, con los brazos abiertos.