El 6 de mayo fui a la feria del Libro, FILBO 2017. Independiente de la chichonera de gente, tuve escasos momentos agradables. Uno de los pocos fue conocer a Leonidas Arango en el pabellón del Líbano, un pequeño espacio muy precario en comparación a los lujos armazones de Panamericana y Penguin Random House.
Cuando llegué me intrigó el café, es propio de la cultura de los lectores el café y ese en especial estaba muy bueno. Me gustó poder rescatar algo de la cultura colombiana en ese lugar. Traje de allá el libro de “Sociedad, cultura e imagen” escrito por Leonidas, a quien no le gustaba que le dijera “sumerce”. Al principio no lo quería comprar, pensé que podía comprar algo mejor en otra parte, pero aún así lo compré y no me arrepiento.
Desde que salí de ahí solo encontré réplica tras replica de los mismo libros de Editorial Planeta, reediciones de los clásicos que todos conocen y muchas cosas que poco o nada tienen que ver con los libros, incluyendo (aunque es de mi gusto) espacios donde vendían CDs y camisas de rock, chucherías y cosas innecesaria. Ese no es el espacio para esas cosa, pero supongo que es una forma de integrar a todo tipo de personas, aunque a estas les interese poco o nada la lectura.
Siendo feria de LIBRO, traté de buscar en alguna de la múltiples editoriales “La narración de Arthur Gordon Pym” de Edgar Allan Poe. Muchos de los que atendían anaqueles no sabían ni que Poe tenía una novela y me ofrecían compilación, tras compilación de sus cuentos. Ahí me dí cuenta que no desperdicié mi dinero en ese libro, porque era de las mejores cosas en ese lugar.
De los lanzamientos de los libros, no me pregunte. Entrar a esos espacios era nulo o casi imposible si no llegaba al menos dos horas antes.
Por otro lado, al pabellón de Francia entré con la esperanza de poder practicar mi francés. Sin embargo, la sorpresa que me llevé fue la improvisación. La alianza francesa tenía mesas hechas con canastillas que ni siquiera se tomaron la molestia de cubrir con un mantel o algo, además de la poca información que ofrecían de sus servicios, habían muchachas atendiendo el “lugar” que poco o nada sabían de francés. Pero bueno, al menos me regalaron una versión de libro al viento de once poetas franceses.
Me parece que la FILBO es ahora otra versión del SOFA. El diseño gráfico y la caricatura la tomaron.
Cuando intenté ingresar a esos pabellones, escuché a alguien decir “¿qué regalan aquí para que este tan lleno?”, mi respuesta, nada.
La boleta de la feria esta a ocho mil pesos, un precio elevado considerando que usted entra allá a comprar y que los libros no los va a conseguir más baratos. Lo de feria es una falacia para hacerle creer que es menos costoso ir a comprar allá y que por eso vale la pena ir.
Mi conclusión de esta “feria” es el hecho de que prima el interés económico de sus organizadores, antes que la promoción de una cultura de la lectura en pro de la generación de consciencia. El fin último de estos espacios es entretener y no enriquecer intelectualmente a las personas, ni hacer más asequible el conocimiento. Feliz feria del entretenimiento 2017.