Dentro de las concepciones ideológicas que mutan o existen según la personalidad, está la corrupción, como medio idóneo de adquirir riqueza. Esto hace que mude hacia un status que llene expectativas de líder, aunque la moral se pierda como también las buenas costumbres. Y es que, al dar con la veta, los sentimientos que infunde el dinero es más poderoso que aquello que en el hogar fue enseñado: la rectitud. Certera afirmación del editorial del 27 de febrero del 2011 del periódico regional el Pailón: “La corrupción está en donde está la plata y donde hay oportunidades de apropiarse de bienes, rentas y bienes públicos” Esto vislumbra la anarquía del poder en manos poco constructivas, que ingresan a desplazar los verdaderos enfoques sociales, al hacer coalición con poderes mal intencionados para aniquilar la soberanía Estatal.
Después del enfoque, el fenómeno de la Niña que desbordó la pobreza hacía rangos nunca vistos, entre 2010 y 2011, que paralizó más del 60 por ciento del territorio nacional, dejando más de 2.4 millones de damnificados, 323 fallecidos, 312 heridos, 66 desaparecidos, 7.450 viviendas destruidas, 298 acueductos y 16 alcantarillados afectados en 28 departamentos y 710 municipios incluyendo la capital.¹ Se hubiera podido disminuir la trascendencia del fenómeno si los dineros del erario hubiesen sido bien utilizados, y las voluminosas regalías petroleras y mineras, tomadas en propiedad, beneficiando a las comunidades con adecuación de tierras, acueductos con diseño y potabilidad, alcantarillado adecuado al sistema de terreno de la región. Como también, invirtiendo en barreras de contención, donde se sabía que hacia el futuro podría desencadenar una tragedia dolorosa, debido al carácter y diseño obsoletos. Por su puesto, con un manejo adecuado de las corrientes hídricas; restaurando caudales y sumideros, lo mismo que monitoreo constante de lagunas, diques y reservorios. Muchos de los desajustes sociales debido a la desaparición tanto del Estado como de sus mandos regionales, provocaron el flagelo del 2010 – 2011. ¿Dónde se encontraban los órganos de control de la época y qué hicieron para disminuir el fenómeno del Niño?
No hay que endilgarle todos los fenómenos atmosféricos al cambio climático. Su mayor potencialidad está en quienes manejan los destinos de un país. Son éstos quienes deciden si las inversiones se hacen para consolidar las mayorías, o se estimula las minorías o amiguismos soterrados, enquistados en cada uno de los poderes nacionales.
Ahora, con las mismas inconsciencias pasadas, gobiernos y entes encargados de manejar anticipadamente fenómenos que son predecibles, por los informes científicos dados con anticipación, vemos como llega el fenómenos del Niño con toda su destrucción. No quedó la experiencia 2010 – 2011 como previsión al futuro, para disminuir el cacareado fenómeno del Niño en la vida de los colombianos, en particular el agrícola. Pero si las comunidades entraran a calificar los pormenores o más bien, las acciones pertinentes de los entes de control ambiental para sostener o prevenir los distintos fenómenos atmosféricos que están al orden del día, se darían golpes contra el piso. Por aquellos a quienes dieron el aval de mandatario.
El pasado invierno, dejó en la historia la ruptura del Canal del Dique, debido a su obsoleta construcción, incrementando la población desamparada por miles. Otro suceso, desbordamiento del Río Bogotá, por la implicación de entes de índole nacional con inversores de viviendas a menos de diez metros del cause, más un hecho inverosímil, el dinero invertido para sanear las aguas del río Bogotá, no se vieron ni se verán por estos lares. Lo mismo sucedió en los llanos, con toda su riqueza. Valle del Cauca, Nariño, Costa Atlántica y el resto del país, dejando ganado y productos agrarios bajo agua. Personas sin vivienda, a los cuales, pasados cuatro años no se les ha arreglado su situación, aunque los anuncios no se hicieron esperar, de parte del gobierno central, ministros y entes encargados de los desastres.
En conclusión o más bien: hace cuatro años, los científicos, hicieron saber al mundo los desastres que promovería el fenómeno de la Niña, y los entes Estatales hicieron caso omiso a los anuncios. Al mismo tiempo en que amainaba la tragedia dejada por el Fenómeno de la Niña, se pronosticó el fenómeno de un calentamiento y sequias en el mundo, donde el más afectado sería Colombia, “Porque el país recibe la influencia directa de los cambios que se suscitan en el Pacífico”²
La historia en la vida nacional de fenómenos climáticos, sociales, agrícolas, de desplazamiento y otras muchas dificultades, en su momento para distraer se hace, se fabrican, se estimulan cumbres al más alto nivel. Con foros en universidades al cual no acuden políticos, como también, en distintas regiones que serán afectadas. Se promueven reuniones con las comunidades damnificadas, incluyendo ministros y asesores por cada uno, para anunciar de último momento, el dinero que se invertirá en la calamidad que deje tal o cual fenómeno.
Por ejemplo; el gobierno adiciona planes de contingencia para enfrentar el fenómeno del Niño con 200 mil millones de pesos. Inversiones que se llevarán a cabo sin ningún estudio ni aplicación directa. El objetivo es bueno, pero con la tramitología y la corrupción latente, no se tendrá la capacidad ni la operatividad necesaria, en la búsqueda de agua subterránea, cimentación de reservorios, limpieza de caudales hídricos y esterilización del mismo etc. ¡Y esto en inaudito! estimula a los habitantes a no gastar agua ni energía en demasía. Pero hay viene la doble moral del gobierno: los miles de litros de agua utilizados en petroleras, en la minería; que utiliza procesos químicos y físicos para su producción, así como elementos reactivos, contaminantes perjudiciales para la vida de los seres vivos. ¡Esto no cabe en ninguna filosofía!
¿Por qué no se hizo con anticipación la búsqueda de aguas profundas para detener la resequedad y preservar la vida de las comunidades? Es el mismo síntoma que sucedió en 2010 – 2011. ¿Por qué no se les pidió cuentas a los entes territoriales, sobre inversiones echas en la creación de posos, reservorios, acueductos, implementación de plantas hidráulicas para extraer agua, sabiendo que la anormalidad estaba anunciada? En definitiva, las colombianadas las paga el pueblo con creces, mientras los líderes ganan status y dinero. “El problema no es de instituciones, es del personaje que entra a gobernar”
(1) – Paho.org. abril 2001 Desastres
(2) – Siac.gov.co