La terrible sequía que está padeciendo el país, los departamentos convertidos en desiertos, la lluvia brillando por su ausencia, la odiosa venta de Isagén, el racionamiento de agua que tiene sufriendo a más de medio millón de habitantes de Cali, la muerte por desnutrición de niños en La Guajira y casi todas las desgracias que padece Colombia se las están adjudicando Al Niño, solo que no siempre El Niño tiene la culpa.
La mejor disculpa del Gobierno Nacional para tapar su falta de previsión y sus terribles errores en el manejo del medio ambiente, concediendo fatídicas licencias de explotación a cielo abierto a las empresas explotadoras de oro y plata, lo mismo que a las petroleras, como es el caso del Caquetá donde el subsuelo ya pertenece a las multinacionales, la mejor disculpa, repito, es echarle la culpa Al Niño de sus garrafales errores.
A Isagén, la segunda reserva productora de energía del país, quizás la más rentable que tenía el Gobierno Nacional, “la joya de la corona” como la llaman los columnistas de los grandes medios, la vendieron para financiar las vías de cuarta generación; es decir, vendieron la casa para pavimentar el andén, como acertadamente alguien dijo en las redes sociales y lo que es peor, según algún gurú de las finanzas, El Niño afectaría gravemente la producción de agua y devaluaría en poco tiempo la empresa, cosa que resultó al contrario porque Isagén se valorizó el 17% en pocos días. El Niño no tuvo la culpa de nada.
La verdad es que la sequía por la cual atraviesa el país no se debe en su totalidad al fenómeno del Niño; la ganadería extensiva ha acabado con gran parte de nuestros bosques y donde no hay bosque no hay lluvias; la explotación a cielo abierto en especial para extraer oro y plata también está acabando con la capa vegetal y está contaminando el agua, de eso no tiene la culpa El Niño y la explotación petrolera con su sísmica y su frácking está convirtiendo en desiertos algunos departamentos como sucede en Arauca, Casanare, Putumayo, los Santanderes y parte de la costa Atlántica. El Niño nada tiene que ver con esta debacle.
El Caquetá en general y Florencia en particular son necesariamente epicentro del pos conflicto; aquí se deben direccionar los recursos no tanto para infraestructura o elefantes blancos sino para proteger la biodiversidad y direccionar la región hacia el turismo sostenible protegiendo al máximo su ecosistema; si el gobierno nacional tiene la intención de resarcir en algo al Caquetá por su enorme cuota de sacrificio en la guerra, lo primero que tiene que hacer es REVOCAR LAS LICENCIAS DE EXPLOTACIÓN PETROLERA; solo así la gente creerá en sus peroratas, solo así entenderemos que la culpa de tanto desastre ecológico y la falta de agua no es del Niño, es a causa de las equivocadas políticas el gobierno nacional que está dispuesto a corregir.