Felipe Ossa, conocido como el decano de los libreros en Colombia, ha fallecido hoy por motivos que se desconocen. El bogotano estuvo desde sus 18 años liderando la Librería Nacional, oficio que heredó de su padre.
La Librería Nacional nació en Barranquilla en 1941 y durante ocho décadas ha sido el refugio de cientos de colombianos. Y al frente de este recinto, que hoy es la red de librerías más grande de Colombia, estuvo de forma impecable, Felipe Ossa, el librero mayor del país.
En esta conversación con Juan Manuel Ospina, recordamos al director de la Librería Nacional. Siempre agudo sobre el futuro de los libros, Ossa demostró con su labor de toda una vida que la desaparición del libro físico es solo un mito pues como bien decía Umberto Eco, el libro es el invento más completo que ha existido, como el plato o la cuchara: imposibles de remplazar.
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JUAN MANUEL OSPINA: Existe la idea de que el libro ya pasó, que las tecnologías lo suplieron, pero me parece que el libro tiene las siete vidas del gato.
FELIPE OSSA: En 60 años como librero siempre escuché que el libro iba a morir, que en Colombia no se lee, es que hay un muro de lamentaciones porque no hay editor o librero que no se queje de la situación del libro.
J.M.O: Qué hace que el libro sea tan resistente.
F.O: El libro resume todo lo humano. Como decía Steiner, “tienen razón los que quieren quemar los libros” es que el poder del libro es inconmensurable, el libro afecta de manera diferente según el lector. Cada lectura es personal.
J.M.O: Pero se han visto horrores en la historia de la humanidad, como en los regimenes totalitarios en los que la primera víctima son los libros.
F.O: Los nazis no son los primeros en haber quemado libros, en La Inquisición se quemaron libreros. El libro tiene un poder enorme y le da miedo al poder porque da libertad, permite pensar, el libro es el pensamiento humano, informa, entretiene y analiza. El libro sigue, yo tengo libros de hace 100 años que se leen sin problema.
J.M.O: Yo compro libros y los dejo en la biblioteca y luego los vuelvo a ver a través de los años y es como si estuviera esperando el turno. A cada libro le llega su momento.
F.O: Es que los libros lo esperan a uno. La compulsión de comprar libros, se compran pensando en que yo lo voy a leer en algún momento y lo llevas y puedes comprar 10 libros. Te puedes demorar un año leyendo y vuelves y compras más. Mira lo que decía Edward Zaid “La diferencia entre un bibliófilo y un lector común es que este se afilia a un club de libros y al primer mes le llegan tres libros, no los alcanza a leer y le llegan tres más al segundo mes y cancela la suscripción. Un bibliófilo ve diez libros sobre la mesa y no le importa, y acumula veinte más. Es que la formación de biblioteca no es racional, es compulsiva. Cuando menos piensas tienes 4.000 y sólo he leído 500 y te preguntas ¿Cuándo los leeré todos? Y es mejor que no te plantees eso, es triste, no te alcanzará la vida para leerlos todos.
J.M.O: El concepto del libro va cambiando, cada época tiene su tipo de libro.
F.O: Y eso es una maravilla. Yo encuentro entre los jóvenes un anhelo de leer un libro de papel y encuentran el momento para hacerlo. Así sea una costumbre de solitarios.
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J.M.O: A usted mensualmente le llegan cuántas propuestas de libro.
F.O: Más o menos 1.500, 1.800 libros que hay que pedir, al mes. Esos libros llegan a la librería y no salen inmediatamente, la casa se va llenando. La librería debe ser como un hotel, el libro llega y tiene que salir.
J.MO: Qué tanto leemos los colombianos.
F.O: Según las estadísticas de la Cámara de la industria del libro son dos libros al año, que es bajísimo comparado con Latinoamérica. Es que Chile, Argentina, México y en su momento Venezuela leía mucho más. Tenían editoriales tan prestigiosas como Ayacucho y Monte Avila.
J.M.O: Hay unos temas que se mantienen y a otros que salieron de la brújula de interés de los lectores.¿ Cuales han sido desplazados?
F.O: Las enciclopedias y diccionarios fue lo primero que se murió. Nadie compra de libros a plazos también se acabó. a plazos, eso murió. Luego cayeron los libros de consulta y los de texto universitario, por la vaina de poder leer capítulos fragmentados. Y luego los textos escolares porque ahora van con su computador y su Ipad en donde le bajan la plataforma donde estarán los textos. Y eso no es bueno, porque se pierde la memoria.
Ahora es un asunto de googlear y no más. ya recuerdas. Eso se perdió. Sin embargo hay temas que parecen salir, rejuvenecer como la literatura infantil y juvenil que está en auge en el mundo. Llegan acá jóvenes por sagas de ciencia ficción y llegan como fanáticos y eso significa lectura. Y eso es maravilloso porque creas los personajes, eso es una esperanza para los editores y las librerías.
J.M.O: Da la impresión de que cada vez la gente elige los medios electrónicos para acceder a los libros.
F.O: Fue una fiebre efímera. A mi me decía un amigo, me puedo llevar 270 titulos de vacaciones, ¿para qué quiero eso? El objeto físico, el contacto con el papel es irremplazable, los hijos de Guttemberg no podemos vivir sin el papel.
J.M.O: Hay programas en marcha que sirven para resucitar libros que ya no se editan.
F.O: Esa máquina reproduce los libros que usted no encuentra, el agotado; se puede editar en una edición bien hecha y tiene la facilidad de tener el libro. En 20 minutos ya tiene el libro.
J.M.O: ¿El libro que no se vende se muere?
F.O: El libro es impredecible. Un libro que sale y que se tienen esperanzas que se vende no se vende y de pronto un libro que nadie esperaba se vuelve un best seller. Es que hay un criterio falso en el que le tienen miedo de volverse popular y no se dan cuenta que grandes autores como Rulfo o Gabo no han sido best sellers. De los autores del boom latinoamericano, el 90 % de esos autores no se venden. Casi que se venden Vargas Llosa, Cortazar y Gabo el resto desapareció. Las modas van pasando.
J.M.O: La conclusión para lectores después de esta conversación parecería alentadora: el libro nunca muere, donde hay libro hay democracia y los jóvenes están leyendo más que los papás.
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