El abogado Felipe Negret recuerda muy bien el día que su papá, Carlos Negret, también abogado y quien fue alcalde de Popayán, en el Cauca, lo llevó por primera vez a una corrida de toros en una feria de Manizales. Era la década de los años 70. Felipe era un niño que no tenía más de 10 años, pero aquel día marcó su destino y sus pasiones, que fue la única herencia que le dejó su padre –el amor por las leyes y el toreo– quien murió un par de años después dejándolos huérfanos muy niños a él y sus tres hermanos.
Desde esa tarde de sol y arena, como la llaman los toreros, Felipe Negret se hizo amante de la fiesta brava y luego un enamorado de la España torera que hace un par de años, en nombre del rey Felipe VI, lo condecoró con la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica por defender a ‘capote y espada’ la fiesta de sangre.
Felipe Negret, ya siendo un reputado abogado Rosarista muy famoso por ser el secuestre liquidador de empresas públicas y privadas quebradas como Caprecom, el Seguro Social e Interbolsa, entre muchas más, y un vigoroso presidente de la Corporación taurina de Bogotá, en 2013 se trenzó en una pelea con el entonces alcalde Gustavo Petro, quien prohibió las corridas de toros en la Plaza La Santamaría, negocio del que Negret era empresario.
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El derecho y los toros fueron dos pasiones que Felipe Negret también le heredó a su hijo Felipe Miguel Negret, quien no solo se hizo abogado como su padre y su abuelo y su tío Carlos Negret, quien fue Defensor del Pueblo, sino que fue el único de la familia que materializó la pasión por el toreo. Se empacó por primera vez un traje de luces en el 20 de enero del 2020 en plena pandemia en, saltando a la arena y poniéndose delante de un novillo de 260 kilos en la gran Plaza de Manizales.
Una pasión alimentada en casa
El gusto de Felipe Migue Negret por los toros y el festival de capotearlos y matarlos se formó también siendo apenas un niño, igual que su padre. Los planes del fin de semana de Negret papá, cuando había corridas en La Santamaría, era llevar a sus tres hijos a la plaza y enseñarles a corear ‘oles’ mientras que los toreros en el ruedo jugaban con los animales rabiosos.
Desde el callejón de la plaza Felipe Negret acercó a sus hijos a sus ídolos del toreo y de allí las fotos que conserva Felipe Miguel Negret, de niño al lado de César Rincón, El Juli y muchos más, referencias para la carrera que empezó con sus 18 años. Su padre le fomentó el gusto y lo matriculó en escuelas de toreo de categoría. En las ganaderías de amigos aprendió técnicas capoteando vaquillas mientras que a la par empezaba a formarse como abogado en la Javeriana de Bogotá. Sus intereses iban por ambas rutas.
El debut como novillero se dio en la Feria de Manizales del 2020 en un momento en que la pandemia tenía encerrado a todo el mundo. Tenía apenas 20 años. Ese día la plaza estaba casi vacía. No habían más de cincuenta personas. Allí estaban sus padres y sus hermanos y uno que otro invitado especial.
Felipe Miguel no pudo estrenar el traje de luces que su papá había encargado en Madrid. Los aviones estaban en tierra. El también novillero Cristóbal Pardo, hijo del legendario torero con el que comparte nombre, le facilitó el traje para que Miguel Felipe Negret se enfrentara al animal de 260 kilos de la ganadería de Ernesto Gutiérrez.
Con más arrojo que técnica, recibió arrodillado a Catador. Después de un par de muletazos y de pedir permiso al presidente de la Plaza, Negret brindó con nobleza la muerte de Catador a sus amigos, a sus familiares y a los médicos que habían arriesgados sus vidas para salvar otras del Covid 19.
Las técnicas aprendidas en las becerradas a las afueras de Bogotá que nunca desaprovechó y que perfeccionó en la Escuela taurina de Madrid durante el 2019 las puso a prueba esa tarde. Aunque la muerte de Catador no resultó certera con la espada, el joven novillero salió inconforme, las críticas de los que saben del oficio le auguraron un buen camino. Su carrera de matador había comenzado.
Fue invitado a novilladas en Perú y en Francia. De la Feria de Cali de 2022 también salió aplaudido. La primera oreja se la ganó a comienzos de este 2023, de nuevo en Manizales.
El ceñido traje de luces lo viste cuando la ocasión se lo permite porque el resto del tiempo Felipe Miguel se la pasa entre códigos y leyes, donde también empieza a abrirse camino como abogado. Hace sus prácticas en el bufete del reconocido penalista Jaime Lombana donde se prepara para su otra profesión, pero apenas puede se quita la corbata para volver realidad su sueño: ser un gran matador y apostar a que el toreo sobreviva a los embates de los animalistas, muchos de ellos amigos y compañeros de generación.
