En el territorio de los medios informativos localizamos al maestro de maestros del arte de informar, Ryszard Kapuściński, quien nos legó la máxima que sirve para orientar la brújula de la ética del oficio periodístico: ''Las malas personas nunca pueden ser buenos periodistas''.
La ética periodística de Caracol Televisión y RCN no debe estar dictada por los libros de contabilidad, porque la prensa no es la empresa. Las salas de redacción de los medios de comunicación deben ser honestas e independientes, absolutamente independientes, del departamento financiero de los mismos.
Felipe Arias es un periodista muy recordado por los colombianos. Es una vedette del Canal RCN, un símbolo de este medio. Sus palabras son personales, obviamente no son institucionales, pero crean mucho asombro del desagradable.
¿Qué les exigen las multinacionales de la información a sus periodistas? ¿Productividad, porque el que no produce se va? ¿Éxito financiero, aunque vaya en detrimento de los principios periodísticos? ¿Acaso no es mejor ser veraces, honestos y francos, que el dinero viene después?
Lo que más tiene que anhelar un periodista es que lo que él hace tenga gran difusión. Sea divulgado y muy conocido por la mayor cantidad de personas posibles. En su libro Qué es la literatura, el filósofo francés Jean Paul Sartre escribió: «No debe decirse jamás: “¡Bah! Apenas tendré tres mil lectores”, sino: “¿Qué sucedería si todo el mundo leyera lo que escribo?”». Esa es la idea principal del quehacer periodístico: no ocultar la verdad.
La verdad es que hablar de medios de comunicación encierra una paradoja, porque la comunicación se da cuando hay interacción, cuando hay interrelación, cuando hay reciprocidad, cuando hay retroalimentación entre el receptor y el emisor. Sé que estoy siendo retórico e invocando a perogrullo. Pero ocurre que muchos medios solo hablan y no escuchan al receptor, es decir, a la audiencia. En realidad solo son medios de emisión, son emisores. ¡Blah, blah, blah y nada más!
Por eso, propuestas como la sección Nota Ciudadana de Las2orillas son interesantes. Aquí no es necesario ser hijo del Presidente de la República Democrática de Los Cocos para publicar un texto, ni tener sangre azul, ni ostentar el Nobel de Literatura. Comento sobre ella y en ella, porque es la que he tenido más cerca de mí ad honorem.
La televisión es el más trivial de los medios.
La respuesta de Felipe Arias al joven estudiante fracasa en su intento de ser sarcástica. Sugerir que lo que importa es el dinero más que informar no es nada chistoso. Yo no le encuentro la gracia. Más bien, carece de apariencia irónica; pudiera ser una traición del inconsciente.
Felipe Arias es el mismo presentador del programa el Cazanoticias de RCN, donde el reportero es usted. Los colombianos relacionamos su nombre con frases como: ¡No se quede callado, denuncie!, y con el ritual de verticalidad y rectitud que realiza con los dedos de la mano. Lo he considerado como a una persona inocente y a un presentador bonachón.
A través de Twitter se defendió así: “Respondí con sarcasmo ante una pregunta mal intencionada. A buen entendedor...”. Uno no sabe qué pensar de las palabras de Felipe Arias, pues las incontables dudas rondan la imaginación. Él dice y se contradice como periodista.