Muchas son las publicaciones y noticias que salen hoy en día sobre el presidente de Uruguay Jose Mujica y aunque realmente creo que deberían ser más o por lo menos más profundas, me inquieta que en lugar de ello nos hemos dedicado a halagar trivialidades como el hecho de que vive con austeridad; que regala el sueldo o que viste normal, común y corriente, como cualquier mortal; es decir, no viste con taparrabos ni tampoco vive en la selva como para alarmarse. Es una persona más entre el gentío, como las que podríamos encontrarnos cada día entre 100 y 100 mil dependiendo de la ciudad en que vivas por lo que tales comentarios me parecen una propaganda negativa. Los medios se han dedicado a publicitarlo como si fuese un animal de zoológico, que hizo esto, que hizo aquello, o como una joven estrella de Hollywood recién salida de Disney cuando comienza a dar espectáculos en la calle o participando en situaciones bochornosas. en las cuales él no ha estado, aunque así lo quieran mostrar. Para recordar algunas ocasiones, vamos a la Cumbre de las Américas en donde la presidenta de Argentina le preguntó ¿por qué tenía esos zapatos tan gastados? y bueno a mi esa pregunta me parece de lo más normal, es más, a mí me la hacen casi todos los días- veamos otra en la cual no lo dejaron entrar al evento de la posesión del presidente de Paraguay por estar o parecer demasiado normal pero ¿y por qué habría de ser diferente? , es decir, los presidentes son hombres como cualquiera y esa, creo que es la gran conquista de Mujica, demostrar que no se necesita de cualidades extraordinarias; o tal vez si, la más extraña y difícil de encontrar la cualidad de querer servir.
¿Qué es diferente en un presidente? No lo veo y este punto es importante de analizar; nos acostumbramos a elegir presidentes por cuanto gastan en palabrería y plata durante sus campañas, pero no ponemos atención a lo que dicen. Observamos la organización del evento o las reuniones políticas, la presentación del candidato, de quién viene acompañado, tal cual como si fuese un reinado de belleza o como si estuviésemos en la casa de la chismosa del barrio mirando tras la ventana, y entre cuchicheos, cómo se mudan los vecinos. Muy pocas veces nos detenemos a pensar si realmente ese o aquel me representa a mí como individuo, a mis intereses y a mis expectativas de nación; sino que elegimos el que las encuestas o los analistas consideran “va mejor” y, ¿acaso son ellos los que eligen por mí? ¿Acaso son ellos los que van a protestar cuando el electo candidato empieza a hacer de las suyas?
Soy un fiel creyente de que no hay ningún político bueno y ninguno malo, simplemente son políticos y ellos no tienen la culpa. Llegaron a donde están perfeccionando el arte de convencer y lo seguirán haciendo incluso si creen o no en lo que dicen. Es por eso que debemos, primero, cambiar la manera de hacer política, encontrar una forma que no les sirva a los políticos sino a aquellos que desean servir de los cuales debe haber muchos por ahí. La segunda parte de ese cambio debe ser la del pueblo, la de un pueblo que se quiera a sí mismo, más que a quienes los “representan o gobiernan”, que se sientan orgullosos de quienes son y no de quienes van a mostrar en el exterior.
Las elecciones se han convertido en una ampliación de como la profesora saca a izar bandera al niño más lindo, con las mejores calificaciones o el más juicioso para mostrar lo mejorcito del grupo como si ese mismo niño no hubiese necesitado de sus compañeros para lograr su “estatus” pero en fin, esta columna no trata de eso, más bien es un agradecimiento a un pueblo que logró algo y se la quiero dedicar no a Mujica aunque le expreso mi admiración y envidia, admiración por la manera por lo menos real y sin tanta parafernalia en la que está haciendo las cosas y por otra parte envidia por haberlo logrado antes que yo.
A quienes en verdad quiero dedicarles esta columna es al pueblo uruguayo por dar un ejemplo de auto-soberanía de auto-respeto sin importar el qué dirán, quiero darles las felicitaciones más sinceras por lograr hacer una política diferente, desde el pueblo y no desde un gobernante. Y aunque en la mayoría de sitios donde se habla de “EL PEPE” - a quien, reitero, admiro y respeto - se menciona lo afortunados que son los uruguayos por tener un presidente así, yo quiero decir lo afortunados que son los uruguayos en tener un pueblo así y agregar que si el resto de pueblos de américa se decidieran a utilizar la democracia para algo más que la temporada electoral, encontrarían más personajes como Mujica que estoy seguro hay regados por todo nuestro continente y tal vez así, de los demás países también se podría decir ”que afortunados son en tener un pueblo así”.