Más que de la investigación de manuscritos, del rescate de cuentos, del estudio de mitos, esta historia parece haber salido del archivo de un coleccionista de postales.
No había transcurrido creo que ni el primer rollo de “doce años de esclavitud” cundo dije en voz alta: nos están mostrando una colección de postales.
La técnica de producción de la película poco me importa. Cuando voy al cine vuelco mi atención, empatando fotografía y dialogo, en busca de lograr, asimilar y entender la lectura de la película. Y esta película la tiene.
De alguna manera, y que bueno que me haya tocado escucharlo a mí, la raza negra tenía que contar la verdad de su historia. Para ellos no ha sido fácil.
Despojados de todo: de su tierra, de su familia, de su libertad… fueron salvajemente esclavizados por el hombre blanco que, cohonestado con la religión católica y su inagotable ambición de poder, conquistó el mundo occidental a lomo de negro.
Lo atractivo que cuenta las imágenes de la colección de postales no es el cuento de la esclavitud. Este ya está demasiado trillado para que un hombre negro inteligente pierda tiempo y oportunidad golpeando sobre molido. Lo que quiere es decir su verdad.
Perdieron su libertad. Fueron esclavizados. Fueron violados. Y fueron torturados no solo hasta la muerte sino buscando con odio su extinción. No debe ser bueno sentirse propiedad de un blanco de ojos azules que equivocado no sabe quién es.
Tan brutos y salvajes, ignorantes y perversos, tan desubicados estaban en su propia confusión que olvidaron que en la sangre negra nunca se perdió su mitología, que su cosmología seguía siendo parte secreta y poderosa de sus propios genes. Aguantaron guardando su secreto hasta que su fortaleza los puso en el camino de la libertad.
Libres hoy nos muestran con postales como fue su agonía. Nos muestran como sobrevivieron sus mitos, sus creencias, su cultura, su raza. Nos muestran postal a postal como mientras ellos recuperan su libertad y su universo, sus verdugos van perdiendo la suya y, con ella, su propia identidad, sus propios mitos… su universo.
La ultima postal, la que hace llorar y reflexionar a muchos. La del reencuentro con la familia. Es la que nos dice, revela todo.
Ellos, mostrando su periplo por el infierno blanco y cristiano, sin reclamar nada ni quejarse de nada, derrumban el mito central de la religión cristiana. ¿Cuál Cruz? ¿Cuál Cristo? ¿Cuál Jesús? Ellos fueron Cristo. Ellos son la Cruz.
Ellos fueron los torturados y crucificados. Ellos fueron el mito cristiano. Con su libertad murió, mataron el cuento del nuevo testamento. Acabaron del todo y para siempre con el mito Judío Cristiano.
La felicidad, ahora que murió el mito, también es negra.
