Todo parece indicar que Federico Gutiérrez se convertirá en el principal opositor regional al eventual gobierno Petro. Así lo demuestran sus recientes cuestionamientos a su antigua coalición electoral (Partido Conservador, Liberal y la U) y su desinterés por formar parte del acuerdo nacional.
Fico se va quedando solo —con el Centro Democrático— en la oposición y concentrando sus apuestas electorales en su principal fortín. Porque Antioquia si le respondió con creces al “presidente de la gente” y lo graduó —ante su incapacidad para erigirse como un político nacional— en un jugador local de peso y decisivo de cara a las elecciones subnacionales de 2023.
Resulta evidente que Fico no trascendió a nivel nacional —solo ganó en Antioquia y el exterior— y que su aspiración quedó concentrada entre las montañas antioqueñas. Y no le fue nada mal, pues rompió varios “récords” electorales. Veamos: con 871.040 votos se convirtió en el candidato más votado en una consulta interpartidista (superó a Duque); con 1.385.565 votos se convirtió en el candidato más votado en una primera vuelta presidencial (volvió a superar a Duque); y parece que su guiño a Rodolfo Hernández en segunda vuelta no cayó en saco roto, pues el ingeniero, sin prácticamente hacer campaña en el departamento, alcanzó 1.822.700 votos.
Cuando los resultados se desagregan por subregión o por municipio, se confirma que Fico si fue profeta en su tierra y que su aspiración siempre tuvo mayor tracción en lo local. Por ejemplo, en Medellín, ciudad de la salió con el 83% de favorabilidad tras su paso por La Alpujarra, alcanzó 603.092 votos. La votación histórica más alta alcanzada por un candidato presidencial en una primera vuelta. Y lo logró sin tener el más mínimo control de la burocracia local (Quintero alineó toda la estructura burocrática de la alcaldía con el Pacto Histórico); es más, en contravía de la ofensiva mediática del alcalde y sus aliados.
Es una votación que no se puede desestimar y que evidencia que Fico sigue conservando una importante base de opinión en la ciudad. Tan importante, que pocos dudan de que, si decide aspirar nuevamente a la alcaldía el próximo año, movería el tablero e ingresaría como el candidato más fuerte. Muy por encima de la ficha de Quintero —el alcalde más impopular desde que existen registros— y en sintonía con sectores empresariales y gremiales que verían con buenos ojos su retorno a La Alpujarra, pues así, pondría “en orden la casa” y “ajustaría cuentas” con Quintero (reestableciendo el esquema de gobierno corporativo y, según me dijo uno de sus partidarios, “destapando todas las ollas podridas”).
Paradójicamente, Quintero está en una posición similar a la que tuvo Federico en 2019; es decir, con el afán de dejar un sucesor en La Alpujarra para que “cuide su legado” y no levante muchos ruidos, ya que, su aspiración presidencial de cara al 2026 —en lo que ya vienen trabajando sus alfiles en el Pacto Histórico— pasa por estabilizar sus logros en Medellín —especialmente lo relativo al Valle del Software— y no generar mayores grados de exposición.
Volviendo a Fico, su otra movida se podría decantar por aspirar a la Gobernación de Antioquia en fórmula con un candidato a la alcaldía de Medellín. Así, retomaría la estrategia Medellín-Antioquia (también conocida como la estrategia AMA) que en 2012 le otorgó la gobernación a Sergio Fajardo y la alcaldía a Aníbal Gaviria. Para ello, deberá concertar una fórmula con un actor político de peso en la opinión y con la capacidad de convocar múltiples sectores más allá de la derecha y el uribismo.
Por el momento, Fico va demostrando que su postura ante Petro será de “oposición constructiva”. No será la primera vez que le hará oposición, aunque sí será su primera experiencia como opositor a un Gobierno nacional. Algo que le podría jugar en contra de llegar a la Alcaldía o a la Gobernación —dado el enorme peso del centralismo y el presidencialismo—, pero que va en la línea de posicionar su perfil en el ámbito nacional y reinventarse por fuera de la coalición multipartidistas (cada vez más cercana a Petro) que lo impulsó en la primera vuelta.
Algo que inicialmente pasará por derrotar a la ficha de Quintero (posiblemente el exconcejal Albert Corredor o el exsecretario Esteban Restrepo) en las elecciones subnacionales del 2023, retomar el poder en Medellín y convertirse en la nueva cara de una derecha que sí o sí se debe renovar. ¿Lo logrará?