Federico Gutiérrez se va estancando con su estrategia del sirirí

Federico Gutiérrez se va estancando con su estrategia del sirirí

A un mes de la primera vuelta, la aspiración de Fico atraviesa por una crisis de estancamiento pues es percibido como el “uribista que vive atacando a Petro”

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
abril 29, 2022
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Federico Gutiérrez se va estancando con su estrategia del sirirí
Foto: Leonel Cordero

La aspiración de Federico Gutiérrez se estancó y se encuentra con perspectiva a la baja. Tras la marea mediática generada con su victoria en la consulta de Equipo Colombia, las aguas volvieron a su cauce normal y su expectativa de “ganar en primera vuelta” va quedando atrás.

Esa disparada resultaba previsible, pues Fico asumió el espacio identitario de la derecha y rápidamente sumó a sus toldas la casi totalidad de la clase política tradicional.

Era a partir de ese apoyo, vuelvo a decir, bastante previsible, que Fico debía empezar crecer, construyendo un capital de opinión propio (por fuera de Medellín) o sumando porciones del centro (lo que explica la adhesión de Lara); sin embargo, eso no ha pasado y parece que su aspiración se va quedando atrapada entre los contornos de la derecha, el uribismo y el continuismo; resultado, en mayor medida, de su insistencia en atizar una estrategia sirirí.

Esa estrategia sirirí hace referencia a su obsesión con Petro; al parecer, es Petro quien le marca el ritmo y hasta le configura parte del discurso. Y aunque no es nuevo, solo hay que recordar que cuando irrumpió en diciembre de 2020 afirmó que “Petro es peor que el coronavirus”; en las últimas semanas ese formato entró en crisis y lo viene haciendo quedar en ridículo.

Con niveles de patetismo insospechados, como eso de hablarle a una fotografía en un debate o armar una rueda de prensa a la salida de la Picota. Movidas absurdas que solo pueden ser entendidas —si tienen algún sentido— en un candidato que ha dedicado tiempo valioso en destruir la campaña del adversario.

A lo mejor, la estrategia sirirí le resultó efectiva para ganar la consulta y obtener cierta visibilidad en términos de opinión al erigirse como la antítesis de Petro -al que conoce el 98% de los colombianos-; pero más no le puede aportar, eso Fico no lo entendió ya que insistió en quedarse atrapado en los insultos, los ataques y el antipetrismo.

Con un saldo negativo, pues le ha impedido construir una identidad propia al margen del uribismo o posicionar su programa, algo necesario en un aspirante que carga con el pesado lastre del continuismo.

A casi un mes de la primera vuelta Fico no ha destacado por ninguna propuesta novedosa, no ha posicionado agenda en ningún tema y sus movimientos parece que están mayoritariamente condicionados por Petro. Se ha convertido en la caricatura del antipetrista radical y furibundo.

Sin duda, su lectura del contexto es errada, debe entender que su perfil sigue siendo de alcance regional, muy concentrado en Antioquia, y que su presencia en el resto del país no se puede reducir a infestar las ciudades de vallas o asistir a reuniones prefabricadas por sus aliados políticos.

Además, tampoco puede insistir en repetir la atmósfera social del 2018; y no es porque la calidad de la cultura política haya mejorado en el país, sino porque es el representante de un gobierno fallido que incumplió promesas y deja una situación social lamentable.

Fico carga con el lastre de contar con el respaldo del presidente más impopular desde que existen registros y eso es algo que no puede equilibrar convirtiendo a Petro en el artífice de todos los males posibles.

Es un razonamiento bastante simple, el desastroso gobierno Duque es una certeza; por el contrario, el “populismo autoritario” de Petro tan solo es una suposición.

A Fico también lo ha estancado su incapacidad para desligarse del uribismo, y no la hace por varias cuestiones; primero, porque depende de las redes del Centro Democrático para proyectar su perfil a escala regional (el uribismo es una fuerza que mueve cerca de 2 millones de votos).

Segundo, porque Duque suspendió un artículo de la ley de garantías solo para favorecerlo, así que le debe respeto; y tercero, porque todos sus aliados políticos forman parte de la coalición de gobierno.

De ahí que no dude en afirmar que Duque ha sido un buen presidente, sin importarle una desfavorabilidad cercana al 80% o que el mismo Duque sea percibido como un reyezuelo vanidoso que en palabras de Uribe, “no se ha hecho querer por los colombianos”.

A un mes de la primera vuelta y de un posible balotaje, la aspiración de Fico atraviesa por una crisis de estancamiento. Percibido como el “uribista que vive atacando a Petro”, el que hace eco a montajes absurdos como ese supuesto apoyo de Marquitos Figueroa -solo él se comió ese cuento - y él que solo está esperando un escándalo que destruya la viabilidad electoral del Pacto Histórico.

Eso lo ha distraído para comprender mejor sus propuestas (eso explica que deba estar leyendo comunicados y hasta consultando el celular en los debates), asimilar mejor el funcionamiento del país nacional (al parecer, no sabe cómo opera el Fondo Nacional de Regalías) y demarcarse de un sirirí tan cierto como destructivo: Duque II.

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