Como anticipaban todas las encuestas, los sondeos de opinión y la incuestionable sabiduría callejera, el exalcalde Federico Gutiérrez revalidó el resultado que logró en la primera vuelta presidencial -en la cual alcanzó 1.385.565 votos- y se coronó al cierre de la jornada como el nuevo gran elector antioqueño. Algo que logró montado sobre los hombros del antipetrismo y cohesionando una derecha política, económica y mediática que lo promovió incansablemente como un “salvador”.
Y aunque la descomunal victoria de Fico no resultó sorpresiva, pues su regreso al ruedo electoral tras su fallida aventura presidencial condicionó desde el primer momento todo el debate electoral, sí resultó sorpresivo el endoso y efecto arrastre que su sello le imprimió a la aspiración de Andrés Julián Rendón, porque la única certeza en la victoria de Rendón -quien hasta hace algunas semanas figuraba como un jugador de poco peso en la política regional- es que Fico fue determinante tanto en su ascenso como en su consolidación.
En pocas palabras la conclusión es la siguiente: Fico puso gobernador.
Para confirmarlo solo hay que mirar detenidamente los resultados, en Medellín, Rendón alcanzó 424.561 votos, mientras que su más inmediato perseguidor, el exgobernador Luis Pérez, se quedó con tan solo 135.999 sufragios (en la elección de 2015 había logrado 208.360 votos). Esa marcada diferencia fijada en 288.562 votos resultó imposible de recortar en las subregiones donde Pérez arrasó y donde Rendón nunca sonó.
Con una activación coordinada de la tradicional maquinaria uribista y con muchísima opinión, Rendón superó el “récord” que ostentaba Sergio Fajardo y se convirtió en el gobernador más votado desde que se instituyó la elección popular de gobernadores en el año 1991. El impulso de Gutiérrez lo acercó al millón de votos (la meta que se fijó la llave Bedoya-Pérez) y así demostró que Antioquia sigue siendo el fortín más sólido de la derecha.
Curiosamente, la gran mayoría de encuestas vaticinaban que la “inminente” victoria de Pérez (caricaturizado por Rendón como el candidato del Petro-quinterismo) obedecía a la incapacidad de la centro-derecha para agruparse en un candidato, ya que, tras meses de reuniones, acuerdos fallidos y “amagues” de última hora, no pudieron encontrar una fórmula de unidad; sin embargo, tras conocidos los resultados, queda claro que el candidato del uribismo si cohesionó a la totalidad de la derecha (como también lo logró Fico en Medellín) y que en Luis Fernando Suárez se concentró una importante porción del centro.
Ahora bien, quisiera concluir esta columna insistiendo en que Antioquia no giró a la derecha, ya que considero que los resultados del pasado 29 de octubre solo revalidaron los números que ya había obtenido Federico Gutiérrez en la primera vuelta presidencial. Cuando se convirtió en el nuevo gran elector antioqueño e inició una campaña de expectativa para retornar a La Alpujarra.
Campaña que empezó bajo una premisa: no es tiempo de tibiezas ante el gobierno Petro. Y los resultados le dieron la razón, porque como bien lo dijo Juan Carlos Vélez, el recordado promotor del NO en el plebiscito por la paz de 2016, “el domingo, la gente salió a votar verraca”.