Lo cierto es que Colombia, tristemente, ocupó el último puesto a nivel internacional en las pruebas Pisa 2022. Hoy somos, sin vergüenza alguna, los vagos del paseo ante la comunidad educada y académica del planeta tierra. Es claro por esto, y mucho más que el sistema de educación pública en nuestro país debe reformarse… por encima de paros, manifestaciones y/o amenazas.
Hoy hay una incoherencia, intereses distintos y, al parecer, grietas en la comunicación entre el sindicato de los maestros y Petro. Los primeros han demostrado ser partidarios del cambio que plantea al partido de gobierno; apoyaron no sólo con manifestaciones la campaña del candidato de izquierda, sino que donaron al menos 500 millones de pesos a la financiación de esta, pero ante la ley estatutaria que cursa en el Congreso, la luna de miel se quebró. Fecode sacó las uñas y la comunicación al parecer, se rompió.
La agremiación de maestros considera un retroceso a 30 años de logros sindicales en el sistema educativo si se aprueba la ley estatutaria, tal como está planteada para estudio. O sea, esto es una paradoja. Sí aplica para el fusilado sistema de salud que, a pesar de sus fallas, gozó de virtudes y prestigio internacional y lo volvieron a la fuerza asfixiándolo sin pena ni gloria en una colcha de retazos, pero no para el sector de la educación pública que hoy nos hace brillar en el mundo por los pésimos resultados en calidad y que nos deja con las peores calificaciones.
Para impedir que esta ley avance y presionar a como dé lugar, Fecode se ha lanzado en paro permanente, y anuncia para el próximo lunes 17 de junio la toma a Bogotá con bloqueos en cuatro puntos y manifestaciones protagonizadas por profesores venidos de las principales ciudades. No lo digo yo, lo afirmó a Blu Radio un vocero de los maestros. Lo anterior, porque no está de acuerdo con la propuesta de la ley estatutaria que cursa en el Congreso. Los educadores protestan por los cambios que sufrió la iniciativa la semana pasada luego de un acuerdo entre el gobierno y las bancadas de la oposición.
Actualmente, Fecode afirma sobre uno de los puntos más sensibles de esta ley en tránsito a ser aprobada que no quieren la manera como se plantea la evaluación de los profesores en esta reforma. Concluyen los docentes, entre otras, que los resultados académicos de los niños no tienen nada que ver con los profesores. ¿Será cierto? ¿O serán los padres de familia los únicos responsables? Argumentan: “nosotros sí somos evaluados, es falso que no somos sometidos a seguimiento de calidad”. En esto último algunos expertos consideran que hay mucha tela por cortar. En conclusión, no quieren reformarse.
¿Quién ganará este pulso? ¿El sindicato copatrocinador de la campaña del hoy presidente o el gobierno que frente a la ley estatutaria ha manifestado la necesidad de hacer consejos con la oposición? Deberíamos preguntarles a los 5 millones de estudiantes que se quedaron sin poder recibir clases (los otros 5 millones se encuentran en vacaciones) y que como siempre en estas actividades de protesta no entienden, ni les importan, las razones de par.
Aquí las víctimas menores son los padres que no saben qué hacer con sus hijos. Tal vez mirar por la ventana el paso de unos manifestantes que envían un mensaje inédito cuando patrocinan, pero no quieren el cambio, y ¿qué les está quedando a los estudiantes en su imaginario colectivo? Que no vale la pena exigir evaluaciones a los profesores por el bien del mejoramiento de su educación, para seguir siendo los mediocres del paseo, incluso cuando aplican a becas estudiantiles a nivel internacional, y le son negadas simplemente porque no alcanzan los niveles exigidos, amanecerá y veremos.