Definitivamente las circunstancias ponen a cualquiera a recrear situaciones vividas y, hasta recuerda anécdotas del todo aplicables, cómicas algunas. El mundo, sus moradores son del todo divertidos. Vean ustedes: un comerciante en finca raíz, que ojalá no me lea, entre otras cosas pariente, exhibía sus haberes de la una manera más bien exótica, pues cuando llegaba un potencial cliente, le ofrecía toda clase de información: ubicación del inmueble de interés, vías de acceso, lugares aledaños, precio, forma de pago, tiempos de ejecución de las mejoras o remodelaciones, así como de entrega, bancos en donde podía hacer los pagos o instalamentos o, si era del caso, dónde era dable obtener préstamo con hipoteca; pero cuando el posible comprador inquiría por los metros de fachada, el número de habitaciones, el solicito vendedor contestaba, con una pregunta que se iba agravando, según seguía la conversación: ‘bueno… la idea, me imagino, debe ser comprar o solo preguntar para darse una idea de lo que tengo en el archivo de venta?’. Y si al cliente se le ocurría preguntar sobre el número de baños y -qué suspicacia-, en dónde estaban ubicados o si tenían vestier, por ejemplo, el tono de la pregunta del feriante se hacía cada vez más ruidoso: ‘usted quiere adquirir una casa o un baño, pues si es lo segundo, está Usted en el lugar equivocado, para eso se creó la Oficina de saneamiento ambiental adscrita a la Secretaría de Salud’; y, qué decir, si se indagaba por la extensión de la sala o del comedor, los enchapes que se usaron, la reacción una hecatombe: ‘señor querido, usted cree, que con esas preguntas yo voy a confiar en usted como comprador; está usted desconfiando del inmueble que va a adquirir por un precio, además, que da pena y, con las comodidades de pago que solo se encuentran en la beneficencia! no sea porfiado, perdió la oportunidad, que sea mejor un indecoroso el que trate con usted’; en suma, el comprador ya no lo era y, ahora y siempre sería víctima, según el vendedor, de sí mismo. Qué pesar.
Y, así, así, el cuestionario de la cosa, de sus beneficios, ventajas y, por supuesto desventajas, pasaban por arte de la magia recreada por el vendedor, a segundo plano; el tema era solo ‘lo toma o lo deja’. Eran las leyes de su mercado: la gente aturdida por las preguntas-respuestas del vendedor, compraba y… a callar; hablar de la suerte de la compra era, pues, un error.
Eso que parece no pasar de ser una anécdota, ya pasó en el reciente plebiscito llevado a cabo en Gran Bretaña. Miren señoras y señores cómo se registraron el antes y el después en los análisis de prensa: ‘Siete explicaciones acerca del brexit. (…) The New York Times hizo un listado de preguntas para entender las implicaciones de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. (…) 7. ¿Cuáles son las implicaciones en el mundo? Gran Bretaña representa una sexta parte de la economía de la Unión Europea. Un brexit, según el Klaas "sería similar a la separación de California y Florida que afectó la economía de EE.UU.". (…)
También habrá consecuencias políticas. Se podrían afianzar el mensaje para consolidar políticas más fuertes en contra de los migrantes. (…) también ha puesto en juego la confianza de los países a la UE y muestra que no es difícil salir del bloque, lo que podría motivar a otros países a hacer lo mismo.
Alemania gana aún más poder en el bloque, lo cual desequilibra a los demás países porque pone en duda la legitimidad de la Unión Europea y hacer que sea más difícil responder a las crisis internas, al igual que la economía griega o la afluencia de migrantes, y las amenazas de seguridad externas’. La respuesta no se hizo esperar: ‘No han pasado ni 48 horas desde que se cerraron las urnas y ya parece haber arrepentidos. Y también muchos que creen que el capítulo británico en la historia de la Unión Europea todavía no se ha cerrado.
Más de 1.500.000 personas en el Reino Unido ya han firmado una petición al parlamento para que se celebre un segundo referendo que confirme o cambie lo que la mayoría de los votantes británicos decidió en la histórica consulta del jueves: abandonar la Unión Europea’.
La discusión debe ser sobre derechos
y no sobre decisiones
¿Qué pasó? ¿No leyeron, no preguntaron, estaban sencillamente cansados? ¿Y la decisión cuál fue’? plegarse a una postura subjetiva; sí señoras y señores, triunfó el cansancio, el temor a la rutina, el no preguntar y, a veces, el recibir respuestas, como las preguntas de mi pariente al responder por las calidades del inmueble.
Y, aunque todo está por implementar en el Acuerdo final de La Habana: por favor leer, que la decisión sea adoptada, como se dice en medicina, con consentimiento informado. Ese el mundo de las propuestas: La discusión debe ser sobre derechos y no sobre decisiones.
