A favor de las causas perdidas

A favor de las causas perdidas

Puede ser el momento de reapropiarnos, después de haber perdido la esperanza

Por: Mauricio Duarte
mayo 20, 2015
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A favor de las causas perdidas
Imagen Nota Ciudadana

Siendo realista, no recuerdo el nombre de la persona quién expreso esta frase. Sí sé que hay un santo (como cosa extraña en Colombia) no sé cuál, a quién se le encomiendan las causas perdidas. Pero vaya que si estar a favor de las causas perdidas no enaltece ese espíritu altruista que, ojalá, todos nos poseyera con más frecuencia. Cuando un hombre se mueve por las causas perdidas, es porque ya han abandonado el peor de los males: la esperanza.

¿Qué mejor motivo para cambiarlo todo que, justamente, haberlo perdido todo? Para muchos un disparate, para otros un amor total por la bienvenida aventura que se avecina para dar por no-perdido lo que estaba totalmente desechado. Socialmente nos lamentamos por quienes están en la calle sin nada que comer y no tienen un techo donde pasar la noche, y en el peor de los casos: una noche helada, y, seguramente, con el estómago vacío. Pero hay más que esos, y somos nosotros mismos, en conjunto, una gran causa perdida.

Sí, nosotros como sociedad somos una causa perdida. Sí nuestra batalla perdida, nuestra gran causa perdida, fue perder el interés por los asuntos, que aunque no se perciba, son de gran importancia. Cambiar la importancia de una campaña política en cuanto a propuestas y posibilidad de cumplimiento, por ejemplo; para fijarnos en una campaña hecha bajo parámetros de belleza, imagen y acompañamientos para ver quien llega o quien no, y por quien es más conveniente votar. Y como este, muchos ejemplos más; además del ser humano que esta tirado en la calle, porque esa es una consecuencia, infortunada, de nuestra batalla perdida. Batalla que perdimos frente a la apatía.

¡Desastroso! Fue perder esas batallas, porque ahora es cuando vemos muchos de los réditos de antiguas y no tan antiguas luchas. Más desastroso: perderlas sin luchar, no con la esperanza de ganar, sino convencidos que el resultado sería a nuestro a favor. ¿Y si libramos una batalla más? Lo hemos perdido todo, nada hay por perder, pero mucho por ganar.

Puede ser el momento de reapropiarnos de esas causas perdidas que, antaño, por la desesperanza y más por esperanza dejamos pasar. Puede ser que para reapropiarnos de ellas, debamos pasar por un túnel del terror en el que el protagonista puede ser nuestros peores recuerdos sobre esas decisiones no tomadas, sobre esa apática manera de vivir. Todos los colombianos necesitamos –con urgencia– aceptar con todo nuestro coraje: el regreso a la lucha por las causas perdidas, exponiéndonos incluso a un desenlace más catastrófico, y no abandonarnos en medio de paramos en busca de ídolos caídos y futuros deseados. En palabras de Samuel Beckett: “Intentalo de nuevo. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”

@UnTalDuart

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