¿Sabían ustedes, queridos lectores, que nuestra mente puede llegar a saturarse a tal punto que bloquea nuestra empatía y compasión? Sí, lo hace como mecanismo de defensa para evitar sufrir uno mismo, sin darse cuenta que es un arma de doble filo ya que al eliminar la bondad hacia el otro, la bloqueamos para con nosotros. Sucede ante la continua, constante y permanente exposición a la maldad, la violencia y el sufrimiento. Fatiga de compasión, término utilizado para denotar esta situación. Dicho de otro modo, entre más maldad vemos u oímos, más estamos en riesgo de tener menor compasión. Sembramos semillas de odio e indiferencia y no de tolerancia o acción, cuando nos saturamos con el temor, el miedo y la muerte cotidianas.
Se acuñó este término para profesionales de la salud hacia los años 50, en especial con las enfermeras, psicólogos y personal de rescate. Quien lo manifiesta sufre de síntomas como desesperanza, baja capacidad para el placer, estrés y ansiedad, así como pesadillas, trastornos de sueño y una permanente actitud negativa ante la vida. Todo conduce a baja autoestima y sensación de incompetencia. Difícil andar por la vida con esa carga a cuestas.
Lo interesante es que se argumenta que el periodismo ha diseminado la fatiga de compasión en la sociedad, saturándonos con sus noticias, imágenes faltas de contexto e incesantes historias de tragedia y sufrimiento repetidas una y otra vez, ahora las 24 horas del día con los noticiarios de este formato. Esto ha hecho que nos volvamos cínicos y resistentes a ayudar a personas que sufren, sobre todo cuando son lejanas a nuestro círculo de relaciones. Es nuestra irresponsabilidad seguir “comprando” —o sea sintonizando— estos “noticieros”.
Pareciera que los colombianos, en especial, no nos movilizamos, (no movilizamos nuestra conciencia) sino cuando estos hechos llaman a nuestra puerta y tocan a un familiar. De resto pareciera que nos gana el morbo para verlo y no para actuar en contra de las causas. El morbo hace seguir el caso Colmenares y nos aleja de acompañar en la muerte al desconocido —lo que despertaría y sembraría compasión—.
Con solo ver un titular trágico es suficiente para que hagamos clic y entremos a la correspondiente nota, columna o reportaje, con mucha mayor frecuencia que al ver una nota amable o que invite a la reflexión. Los temas en conversaciones sociales también se prolongan horas si tienen este cariz. Las telenovelas no quedan atrás en este mar de comunicación indeseable. ¿Qué nos pasa?, pues fatiga de compasión.
La solución está en nuestras manos. Ya se sabe. Romper el círculo vicioso maldad-fatiga de compasión, más maldad.
