Daniel Samper Ospina es un escritor, periodista y youtuber de 40 —43 o 44, ya no estoy seguro—, quien a lo largo y ancho de su vida ha sido reconocido por sus innumerables peleas con todo tipo de servidores públicos por diversas causas. Por allá en el año 2006, cuando este era director de la revista Soho, el entonces procurador Alejandro Ordóñez quiso censurarlo por un artículo escrito por Fernando Vallejo, acompañado de unas fotos topless de Alejandra Azcarate. Si bien todo concluyó a favor de Samper sería este el punto —a mi parecer— de partida para su alter ego, Hola soy Danny.
Pues bien, Daniel Samper inició una aventura como columnista de la revista Semana, donde por medio de humor quiso dar una mirada más amigable a la política —el Garzón calvo decía una de mis tías cuando leyó sus columnas—. Ahí empezó a mostrar su lado más oscuro, su lado anti-izquierda, anti-petrismo, anti-Uribe, anti casi todo.
Esto acompañado de su inseparable cuenta de Twitter, donde nunca se pierde la ocasión para desacreditar a los personajes anteriormente mencionados, llegando al punto de ponerlos en una misma mesa, empezó a gozar de gran fama, llegando al punto de ser considerado una especie de "influencer" (un término usado para referir a una persona cuyas ideas son de amplia propagación por medio de las redes sociales).
Su impacto fue tal que en las elecciones a la alcaldía de Bogotá del año 2015 hizo campaña con el actual alcalde Enrique Peñalosa, una campaña que se basó en el odio a la izquierda y a la figura de Petro. Samper afirmaba en ese entonces que Bogotá lo que necesitaba era un tipo como Peñalosa y que estaba harto de —término que utilizó hasta en sus columnas— de los 12 años de atraso que la izquierda dejó a Bogotá. No tengo claro hasta qué punto la publicidad realizada por Samper fue efectiva, pero sí puedo afirmar que fue visceral e infundada, llegando a creer ciegamente en Peñalosa, quien mencionó en campaña la mayoría de cosas que está haciendo, solo que al parecer nadie las escuchó —incluyendo Samper—.
Muchos meses más adelante, por allá en el año 2016, Daniel decidió subir vídeos a la plataforma de YouTube a un canal llamado Hola soy Danny, un canal de un muy sutil y puntilloso humor político, donde le tiraba a todos y además buscaba incluir a los jóvenes a la política mediante el humor simple, lo que hizo parodiando al estereotipo de youtuber juvenil de la actualidad.
Una receta simple, pero efectiva: su canal se volvió de muy alta difusión —viral en idioma juvenil—, tanto así que lo utilizó para promocionar su libro As bajo la manga, luego una especie de conferencia de humor política llamada Mi puta obra, precedida por su siguiente publicación Mi puto libro. Al final de cada vídeo hace alusión a alguno de estos.
El canal de Samper es sin duda lo que la política en este punto pide, inclusión juvenil, una pausa, un riámonos un poquito. La iniciativa de Samper es muy buena y alcanzó puntos tales como el famoso debate con youtubers, en el que candidatos a la presidencia hablaron cara a cara y sin tanta formalidad con jóvenes, haciéndolos parte de la política, algo que pocos se habían atrevido a realizar, especialmente sin libretos, tiempos, ni filtros, todo acompañado de una simple pizza.
Como sucede con Batman el caballero oscuro, el canal de Samper es una fachada con la que oculta su verdadera identidad. Samper es un tipo muy político y quiere infundar —con su condición de influencer— sus creencias. El verdadero Samper no es Hola soy Danny, es el de las columnas, el de Twitter, el que ataca a Petro, el que ataca a Uribe, el que ataca al Centro Democrático, el que ataca a todo lo que no sea el Partido Verde.
El sesgo político de Daniel Samper ha llegado a niveles tan altos que nunca dudó en comparar a Petro y a Uribe, y cuando se le increpaba su forma de reconocer su error era seguir mencionando a Petro y sus seguidores. Daniel es un excelente youtuber, un tipo cómico, pero como periodista es lo que tanto dice criticar, un arrodillado de la política, un influenciador en favor a un movimiento y por más que trate de ocultarlo, su simpatía y odio hacia unos y otros lo desenmascaran. La diferencia entre Hassan Nassar y Claudia Gurisatti es que ellos están con el CD y Samper con los verdes. Aprecio a Danny, pero no a Daniel.
PD: Con todo el respeto que le merezco, ya me leí sus dos libros y son pésimos, es un humor tonto y barato, contrario a su Puta obra que es una obra maestra de la comedia política. Rectifico, me fascina Danny, pero me desagrada Daniel Samper.