¿Tipos de agujeros para cuál escoger? Los hay a tutiplén: mayúsculos o chiquitos, reales o imaginarios, de madrigueras o de hormigueros.
Uno de ellos son los agujeros de gusano.
Hazte la idea que tienes al pie uno de los inventos más portentosos a los que podemos llegar los seres humanos: una especie de portón abierto de par en par que, al traspasarlo, te traslada de ramplán a un lugar situado a kilómetros de distancia. O incluso a años-luz.
Porque para eso es lo que nos serviría un agujero de gusano.
¿Que esto es pura ciencia ficción? Bueno, sí. Pero recuerda que, en el pasado inmediato, hubo proyecciones futuristas consideradas absurdas. Que luego fueron realidad.
Jules Verne, en 20.000 leguas de viaje submarino, ilustró un anticipo de lo que sería un submarino, y en De la Tierra a la Luna nos dio idea del viaje de una cápsula espacial tripulada a nuestro satélite natural.
Arthur Clarke, autor de 2001: una odisea en el espacio ─novela llevada al cine con la dirección de Stanley Kubrick─, escribió en 1945 el artículo Estación espacial: aplicaciones radiales, en el cual anticipó la puesta en órbita de satélites artificiales geoestacionarios, hoy fundamentales para las comunicaciones internacionales.
Mark Twain, conocido por Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn, en un corto relato escrito en 1898, De El Tiempo de London, 1904, describió lo que hoy es internet.
Y como estos puede haber miles de ejemplos.
Puente Einstein-Rosen o agujero de gusano es una estructura hipotética que conecta dos puntos lejanos en el espacio-tiempo. “Dicha estructura es una solución posible de las ecuaciones de campo de Einstein de la relatividad general, que esencialmente consiste en un puente a través del espacio y el tiempo. Un agujero de gusano tiene por lo menos dos extremos conectados a una única garganta, a través de la cual podría desplazarse la materia.” *
De una te doy mi versión sobre esto (¡obviamente de ciencia ficción!).
Resulta que nuestra naturaleza tangible está hecha de átomos con núcleos ─a su vez compuestos de quarks─ y electrones. Hacía lo más pequeño debe haber cuerdas mínimas energéticas a las que llamaremos “cuerdas nifíricas”.
Este es un varillazo: dichas cuerdas cuentan con la propiedad de conectar cosas de aquí con otras de más allá. El nombre lo derivo de Nifir, nivel inmediatamente inferior a nuestra dimensión relativa. El concepto, de mi cosecha, lo presento en el libro La hipótesis Nifir.
Otro varillazo: dichas cuerdas nifíricas cuenta con la singularidad de viajar a mucho mayor velocidad que la de la luz, y podrían llevar consigo, a tal supervelocidad, átomos de nuestro nivel. Mejor dicho, tú estás ahora aquí y al minuto, hora o día podrías estar en los límites de nuestro universo, o sea a unos… ¡40.000 millones de años-luz!
Si la ciencia y la tecnología logran descubrir los secretos de cómo se comportan estas posibles cuerdas nifíricas y pueden hallar la manera de hacer que algo material pueda ser llevado a otro punto lejano de manera instantánea, entonces se podrá construir un «trasportador cordal nifírico», TCN, por su sigla en chapetoñol.
Fantaseemos y veamos diversos prototipos de TCN.
Intercósmicos. Si existieran los de esta clase, en par patadas podrías ir de nuestro cosmos a cualquier otro desconocido cosmos del multiverso. Este viaje de un universo a otro sí que sería fabuloso. Irías de turista a sopotocientos mundos paradisiacos. ¡Qué alegría! Ojalá, de paso, la ciencia encuentre para entonces la fuente de la juventud y la clave de la inmortalidad.
Intersupercumulares. Podríamos largarnos desde nuestro Supercúmulo de Virgo a lejanos supercúmulos, como los de Acuario-Capricornio, Leo-Virgo o Piscis-Aries. Debes deducir que los nombres se deben a las direcciones astrales señaladas por las constelaciones zodiacales.
Intercumulares. Con este trasladador podríamos viajar de nuestro Grupo Local de Galaxias a otro cúmulo cercano, que podría ser el de los Canes o el del Escultor.
Intergalácticos. Serviría para ir a una gran galaxia vecina, Andrómeda.
Interestelares. Por fin visitaríamos las estrellas más próximas, Alfa y Beta del Centauro. A verificar si tienen planetas habitables. Estamos que destruimos la biosfera del nuestro y habrá que buscar una tabla de salvación.
Interplanetarios. De la Tierra a Marte. O a uno de los tantos satélites de Júpiter o Saturno. O a Plutón, que ahora es un simple planetoide.
Internacionales. Digamos que con uno de estos podría ir de Bogotá a Brasilia. Te digo esto porque una vez quise ir a Brasil. Ahora me hablan de un tour por tierra. La verdad es que sí haría el viaje de ida, haciendo tranquilas escalas, visitando ciudades y quizás escribiendo crónicas. Respecto al viaje de vuelta desearía que fuera por TCN. Por tan largo recorrido y también por la ranchera Sota de copas, de José Alfredo Jiménez… “Camino ya recorrido, no debe volverse a andar”.
Interurbanos. Para ir de Cali a Medellín ipso facto, en un pris pras. Nada de avión ni popular bus. Si estuviera al frente del Monumento a la Resistencia, con un TCN al lado, podría ir al Pueblito Paisa en un abrir y cerrar de ojos. Mirá ve que vos podés exclamar: ¡Eh, avemaría, qué verraquera de trasporte súper rapidísimo pues hombre pues!
(*) https://es.wikipedia.org/wiki/Agujero_de_gusano
