No se trata de analizar los subsidios que distintos gobiernos le vienen dando a millones de familias pobres en Colombia —tema que amerita una seria evaluación ahora que entramos al período de vacas flacas, cuando deben asegurarse los beneficios esperados para quienes más lo necesitan—. No, de lo que se trata es darle un nombre a lo que parece ser una de las peores elecciones de mandatarios regionales y locales en la historia nacional. Es decir, la puja electoral de octubre claramente no es por ideas, ni por propuestas sobre cómo deben enfrentar las distintas regiones los desafíos de una guerra que debe abrir espacio para iniciar la reconciliación.
Como se afirma que por el desayuno se conoce el almuerzo y la cena, ahora se puede plantear que por la naturaleza de esta campaña electoral se sabe cómo serán los resultados de las elecciones de octubre. Y lo que es irrefutable es que la mejor manera de calificarlas es con el título "Familias en Acción." Primero, familias o mejor clanes familiares, están extendiendo habilidosamente sus redes más allá de sus límites naturales. Una foto confirma parte de está historia: el candidato a la alcaldía de uno de los municipios más enredados del Caribe —Soledad— aparece en El Espectador, rodeado de una de estas familias cuya “acción" ya llega a Bogotá gracias al vicepresidente Vargas Lleras —su padrino—, o mejor de quien son alfiles. Se trata de los tres Char: el superempresario, Fuad, padre, Arturo, hijo, que habría preferido haber triunfado como músico y, de Alex hijo, el de mostrar como excepcional alcalde de Barranquilla. La foto de Arturo con Oneida Pinto, cuestionada candidata a la gobernación de la Guajira, y otra similar con candidato del Cesar, confirman lo dicho.
Pero "Familias en Acción" no para ahí. Lo que está sucediendo en el Magdalena es un episodio que corresponde al mundo macondiano de García Márquez: los dos candidatos son primos hermanos y se están sacando las trapos al sol —algunos poco limpios—. Se trata de la familia Vives en donde dos primos hermanos se disputan la gobernación del Magdalena; Rosa Cotes Vives y José Joaquín Vives, con el predecible quiebre de esta unión familiar a la que la política unió a lo largo de la triste historia del Magdalena.
Pero aun en el núcleo familiar predomina "Familias en Acción", como es el caso de Yahir Acuña —uno de los más cuestionados políticos colombianos lleno de votos— quien quiere imponer a su esposa, Milena Jaraba, como candidata a la gobernación de Sucre. La lista es interminable y lo grave es que estas “Familias en Acción”, como los García Romero en Sucre, los García Zuccardi en Bolívar, los Suárez Mira en Bello Antioquia, y muchas más, no son precisamente familias modelo. Por el contrario, representan todos esos terribles pecados que tiene el ejercicio de esta actividad en su mayor nivel de desprecio por parte de sectores importantes de la sociedad colombiana, y a los partidos políticos que los respaldan.
Colombia siempre ha estado en manos de un mismo grupo de familias y a esta exclusión económica, social y sobre todo política, se le atribuyen muchos de lo males históricos del país, entre otros, sus permanentes conflictos armados donde estas familias no son víctimas por ser guerras de pobres contra pobres. Pero lo más frustrante es que el esperado relevo de estos núcleos de poder ahora se está dando pero con familias llenas de votos y cuyos códigos éticos son deplorables: como por ejemplo la Gata y sus Gaticos. Por ello es hora de decirlo claramente: de cada voto que se deposite en octubre dependerá que la estrategia política perversa de "Familias en Acción" se consolide o se empiece a destruir.