“Los resultados de las acciones, de las decisiones humanas, de los padres casados o separados, algunas veces hacen presentar en los actos, en las actividades escolares, en las miradas, en los gestos o en los rostros de los estudiantes, de padres casados o divorciados: Felicidad, gozo, armonía, serenidad o en casos contrarios tristezas, depresiones, agresiones, discordancia, cuando sus acciones se unen o se desligan del bien digno, moral, virtuoso, amoroso, desde la unión o separación marital, de los progenitores a los que pertenecen”. Jepardini.
El rol de la docente Diana Yanet González Vásquez, conocido como Licenciada de Preescolar, ha estado siempre enfocado en relación con los niños, dentro del dominio de conocimiento cualitativo, de la educación infantil. En la actualidad la formación que orienta y guía la maestra Diana Yanet a sus pequeños pupilos, de cuerpos frágiles, sensibles y de baja estatura, en su día a día de las actividades escolares.
Unas veces dentro del aula u otras veces en espacios libres, cuando sale con sus estudiantes a realizar actividades de pensamiento matemático con las fichas de juego de dominó, o cuando los acompaña en los momentos de descanso a comer los alimentos que los acudientes, padres de familia les empacan en las loncheras, la llevan a reflexionar acerca del grado de complejidad y responsabilidad, que tiene para el futuro las actitudes, ante los hechos de unión, desunión o separación, presentados en algunos padres de familia, cuando los chiquillos con su ternura angelical, se acercan a la maestra, para contarle o expresarle: “Profe mi papi peleó; mi mami peleó y gritó a mi papi”; “Profe no veo a mi papi, Profe no veo a mi mami”; “Profe mi mami se fue”; “Profe mi papi no me quiere, se fue”.
Ante la observación y escucha de las exclamaciones, expresiones y actitudes de los pequeños estudiantes; González Vásquez, enuncia que “la situación de crisis en algunas parejas, agravan aún más el problema de formación, educación y desarrollo de los procesos cognitivos de los aprendizajes, vivenciados desde los hogares, acarreando lamentables repercusiones, en las escuelas, colegios, segundos hogares de los educandos, porque pareciera que algunas parejas justificaran mejor las prioridades “coyunturales” de los desacuerdos, las separaciones en detrimento de la educación, con efectos de fondo y a largo plazo”.
A lo que con el enunciado de la licenciada Diana Yanet, se podría afirmar que aunque los conflictos en el matrimonio sean inevitables, no se puede descartar que la realidad de la vida matrimonial ante el amor, no es una llanura o superficie plana, sino una sucesión de altos y bajos, similar a una montaña rusa; en donde en ocasiones las parejas se sienten en la cúspide del amor, de la comprensión, la tolerancia, hasta casi tocar el cielo, pero como en lo terrenal nada es eterno, sucedería que en otra ocasión las pareja, se suela encontrar en otro plano de valle de lágrimas, inundado de desamor, desilusión, incomprensión, desacuerdo y desconsuelo, que en su efecto se combinarían momentos con deseos de disposición a dar la vida por el cónyuge y en otros momentos de su existencia humana y natural presentando actos de no volver a saber nada de la vida del cónyuge, hasta llegar al borde de la locura de querer borrarlo del mapa.
Idealmente, cuando se presentan esos casos de divorcio, separación, desintegración familiar en los hogares, sería bueno que, para minimizar esa problemática, las parejas se dieran una oportunidad, antes de dar una equivocada decisión, y acudieran a charlas de parejas, escuelas de padres, orientaciones espirituales, encuentros de parejas, con personal experto en el caso; para que desde
las familias, comprendan y valoren la formación docente, como aquel tema arduo y complejo en la que sería ¡Imposible!, establecer un esquema único de formación docente para cada estudiante, cada pareja, cada familia o cada situación concreta, que presentan las familias, en las que funcionan las instituciones educativas.
Así que las instituciones educativas como entes públicos, territorios de paz desde los distintos saberes, hacen lo posible por reconstruir y llenar los posibles vacíos de los diferentes y primeros procesos de formación, educación unas veces claros, puros y otras veces turbios, desviados por las primeras escuelas (familias) que presentan los pequeños estudiantes en el segundo hogar (colegio), por consecuencias de las que algunas parejas, por diversas circunstancias de la vida, pasaron por la amarga vía de separación, divorcio, y aunque en algunos casos no gusten de que los planteles educativos sirvan de filtro de clasificación social, deberían tener en cuenta, que en las escuelas como segundos hogares de los hijos, son los maestros los que también cumplen la valiosa misión y deber de ser los segundos padres de los estudiantes, marcando la diferencia al transformar las vidas, al dejar el gran legado en su mente, y espíritu, de ser personas reales, útil para la sociedad y no de objetos inertes en la oscuridad.
Es algo de destacar, en algunas parejas, al tener bien claro, que las instituciones educativas, no son lugares de parqueaderos, ni de pan, dulces, papel higiénico, ni de loncheras en los que guardan, retienen o consumen los hijos estudiantes, por unas horas, mientras los progenitores trabajan, sino que las instituciones educativas son aquellos lugares convertidos en segundos hogares, donde los hijos van a ser atendidos, escuchados, protegidos, formados y orientados, pero no con orientaciones negativas, sino con orientaciones de verdad verdadera, para la vida en sociedad.
No hay que olvidar que: Los pequeños actos, las pequeñas atenciones, las pequeñas escuchas de forma oportuna, las pequeñas muestras de cariño, comprensión, amor, respeto, comunicación, diálogo, acuerdos de las parejas, y de los hijos dentro de los hogares, se acumulan en la mente, en el corazón de los pequeños integrantes de las familias y de la sociedad, para que con esas riquezas de valores y virtudes se logre construir y mantener una familia, una institución educativa y una sociedad saludable, libre, próspera, llena de paz y felicidad.
¿Será fácil construir y mantener un hogar, cuando las parejas se acostumbran a cambiar de familias, como cuando cambian de miradas?