Los falsos positivos existen en medicina, incluso desde antes que los asesinatos en nuestro país fueran disfrazados con ese nombre. Existen los falsos positivos en los exámenes paraclínicos, laboratorio, rayos X, y demás imagenología médica. Los médicos siempre lo hemos sabido, así los hemos llamado y somos cuidadosos en su búsqueda.
Los falsos positivos son hallazgos anormales en los exámenes cuando la enfermedad no existe. Errores del laboratorio o de su lectura. Podrían llamarse también así los hallazgos de patología detectada cuando la enfermedad no se ha manifestado aún y que de pronto nunca lo haga. Son datos anormales en personas sanas o asintomáticas.
Este artículo está motivado por la exagerada credibilidad de los pacientes y sus familiares cuando ven escrito en una hoja el resultado del examen y saltan directamente a la conclusión de que es ‘ciencia cierta’ o ‘palabra de Dios’, lo que allí dice. Creen que ese resultado explica el malestar o hace el diagnóstico preciso de enfermedad, sin darse tiempo a que el médico que lo ordenó haga la juiciosa tarea de interpretar y correlacionar con lo que fue su examen físico, su interrogatorio, en una palabra, completar la historia clínica y darle coherencia a todo.
Sí, los exámenes tienen sus limitaciones, incluida la resonancia magnética que tanto auge tiene. Paciente con trauma en hombro, resonancia compatible con ruptura de tendón y cirugía en que hallan el tendón normal, demuestra que incluso los médicos damos exagerado valor a los exámenes. Túnel carpiano diagnosticado por electromiografía, lleva a falso positivo cuando los síntomas son por dolor muscular que remeda el adormecimiento de manos —error en el análisis del médico—.
En el campo en que me desenvuelvo, la fisiatría laboral, los pacientes creen que el cuerpo no envejece y ante cualquier anomalía en una radiografía inmediatamente la achacan a enfermedad laboral. En estos casos el examen tiene fuerza de prueba para ellos y es difícil, casi imposible, convencerlos de que no todo lo que aparece es motivo de su sintomatología y menos del accidente que sufrieron en la empresa.
Adolescente que llega a urgencias y el screening para drogas da positivo, siendo que es un "falso positivo" por ingesta de penicilina, analgésicos, ibuprofeno, o dicen que incluso por semilla de girasol, puede llevar a esta persona a problemas jurídicos sin tener culpa alguna. Por lo mismo, en los deportistas se convierten los falsos positivos en un gran dolor de cabeza. Las pruebas para tuberculosis pueden, por el contrario, dar falsos negativos en pacientes con sida, cuando la enfermedad ya ha tomado asiento en la persona. Existen ambos, falsos positivos y falsos negativos.
Una amiga muy querida tuvo dos exámenes reumatológicos bien elevados, lo cual llevó a su madre a consultar a su médico predilecto "Doctor Google" y por tanto a hacer todo tipo de conjeturas incluida una minusvalía severa en el futuro. Esto prevaleció hasta cuando el reumatólogo con gran tino dio prioridad a la ausencia de síntomas y signos clínicos desestimando una enfermedad autoinmune.
Ante la duda, repetir el examen, es casi un axioma. Por ejemplo en infarto de corazón la elevación de troponina puede ser un falso positivo y el paciente entrar en angustia ante inminencia de muerte por infarto, sin serlo. Diabetes, con solo la prueba de glicemia basal puedes tener el susto de la vida sin serlo, el 2% son falsos positivos
El paciente no es responsable por ellos, pero es responsable por crear en su mente panoramas catastróficos sin necesidad. Los médicos no somos responsables de ellos, de los falsos positivos, pero si somos responsables de no estar atentos a ellos.
Falsos positivos son angustia, ya que nos hacemos muchas cábalas y nos preocupamos exageradamente antes de tener el diagnostico exacto. Son temores infundados que enferman más que la posible enfermedad misma. Incluso, pueden llevar al suicidio cuando con base en el examen se le asegura al paciente una enfermedad degenerativa o terminal, que no llegará.
Ciertamente, también está sucediendo que el médico en la consulta no desviste al paciente, no lo observa, menos lo toca y solamente toma en sus manos los resultados y dice su opinión. En días pasados comentábamos con un colega cómo el oncólogo de su tía nunca la examinaba y siempre le decía “usted va bien”. Tanta confianza es cuna para el yerro. Cuna para más falsos positivos.
Sigo con mi llamado a pacientes y familiares a no adelantar conclusiones, a no autodiagnosticarse, a volver a confiar en el acto médico. Y a los médicos el llamado es a volver al origen en que la semiología, la fisiología y la anatomía, son la base del diagnóstico. Seamos cautos en ordenar exámenes que pueden confundir más que dar certeza. Seamos prudentes en ordenar exámenes como lo manda la buena práctica médica, solo para confirmar un diagnostico clínico o hacer el seguimiento de la evolución de la enfermedad. Dejemos de ser médicos de bolígrafo y escritorio, ‘untémonos’ de paciente.