Bice, también llamada la dama florentina, fue el amor idealizado del poeta renacentista italiano Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia, una de las grandes obras de la literatura universal. Beatriz, cuyo nombre significa “la bienaventurada”, fue el único ser capaz de guiar al poeta por los infiernos interiores, convirtiéndose en un símbolo de fe, guía y protección divinas.
En el Huila, Ángel Sierra Basto (1923-1992), bardo moderno que rompió con una tradición poética clerical como miembro del grupo Los Papelípolas (1958) —la “generación seudobeat” del Huila—, reseñado por Rogelio Echavarría como una de las voces más altas de la poesía colombiana, también tuvo a su “Divina Beatriz”. Beatriz Rincón de Cortés, como firmó desde 1944, año en que se casaron en Tello, Huila, fue la musa inspiradora del artista, quien le acompañó durante el infierno de su invidencia y de su cáncer durante los últimos años de su vida: “Me tocó como cuenta Heródoto del poeta del Ática: Envidiosas las musas porque su lira lo hacía agradable a los Dioses, le sacaron los ojos”. Fue también madre de tres de sus hijos.
Beatriz, dama de extraordinarias virtudes, hija de Florentino Enrique Rincón Lara y María Álvarez Bahamón, falleció hoy, plácidamente mientras dormía, en su casa de Neiva, a la edad de 90 años. Participó en el rodaje del documental Los Papelípolas que se encuentra en posproducción y se estrenará en 2019.
Aquí algunos versos del poeta, homenaje a la memoria de su tierna heroína:
Compréndeme
Huérfano de tu amor, no hay argumento
que a mi razón le explique mis destinos
ni comprendo mis propios sentimientos
ni me entiendo en mis propios desatinos.
Tú que fuiste mi rosa de los vientos
y piloto de todos mis caminos
razón de mi palabra y pensamiento
y causa de mis versos y mis ritmos.
Compréndeme señora. Tú mi ajena
Compréndeme, compréndeme
estoy muerto
todo mi oasis lo invadió el desierto.
No hay agua fresca que mi labio libe
mi vida de tu vida se alimenta
y mi alma sólo a tu recuerdo vive.
Última voluntad
(Octubre de 1992, pocos días antes de morir)
Esposa, sepúltame en la tierra
entiérrame con mi paz y mi guerra
donde me vuelva barro y lodo y limo
me transforme en arcilla
que vaya a mano del ollero
me convierta de la vid en racimo
en espiga y en caña y en semilla
me transforme en ánfora o tinaja.
Que me transforme entonces
en junco de la laguna que juega con la brisa
en piedra de cantera que el artesano talla
en filón de la mina, en cardo florecido
de brotes y espinas
en guijarro que rueda en el camino
en las frutas jugosas o las flores abiertas.
Entiérrame en la tierra fecunda y soleada
sólo así escaparé de la muerte absoluta
y hongo de metales o liquen de las grutas
Tú me habrás rescatado de volver a la nada.
Poemas de Ángel Sierra Basto.