En un foro de precandidatos en la Javeriana de Cali, Petro les planteó a Claudia López y Sergio Fajardo: “Nos juntamos o nos hundimos”.
Acá lo único que tiene que hundirse es la polarización. Cualquier alianza que Claudia y Fajardo realicen debe fortalecer y ocupar el centro. Desde esa perspectiva, una alianza con Petro sería un error.
Es un proceso electoral muy extraño. Alrededor de 30 precandidatos de todos los colores, incluyendo gente que se consideraría suficientemente sensata como para tragarse el cuento de que tienen alguna posibilidad de éxito.
Decenas que recogen firmas para legalizar su inscripción y, dentro de ellos, políticos que cuentan con partido político establecido y, en apariencia, lo ignoran, apelando a la consecución de mas de medio millón de rúbricas para así obtener las 350 000 válidas requeridas. Todo un billetazo en gastos de logística.
Proceso electoral en el que abundan las traiciones de altos funcionarios que acompañaron, supuestamente, el proceso de paz y hoy toman distancia. Increíbles las posiciones del exembajador en Washington y del exvicepresidente al respecto.
Lo más extraño, a ojos de quien observe desde afuera, la ausencia de unidad y regocijo frente al silenciamiento de las armas y la reducción de homicidios de civiles y militares después de un sordo conflicto de más de medio siglo. Ello desde la extrema derecha y también del lado de algunos connotados líderes de izquierda. Al contrario, la ira de quienes predijeron que el itinerario del fin del conflicto armado no ocurriría.
Y, de contrapunto, el desprestigio interno de un presidente que, aún con Nobel de Paz, no logró conectar con el colombiano de a pie pese a su talante liberal y sentido estratégico para conseguir un acuerdo que, finalmente, cierra un capítulo negro de nuestra historia y del cual se beneficiará el país.
Mas allá de la feria de los egos, simplificando los términos como en una ecuación algebráica, la gran pregunta es si, al final, los colombianos le apuestan a una reedición de la polarización o a un proyecto político de centro.
Lo mas fácil, sin duda, la polarización. Es efectiva, requiere de clichés simples y de estilios agresivos. No hay necesidad de contar con proyectos de educación o ciencia y tecnología, de sostenibilidad ambiental.
Para alentar la polarización, nada más fácil que imaginarse
“el que diga” el señor aquel, por un lado,
y Petro, por otro
Para alentar la polarización, nada mas fácil que imaginarse “el que diga” el señor aquel, por un lado, y Petro, por otro. Mutuamente excluyentes, sin dejar espacio a lo que el país necesita: un fuerte centro político.
Caer en la tentación de que este es un debate entre izquierda y derecha es, justamente,la carnada detrás de la que viene el premio gordo de la polarización.
Fajardo y Claudia López, quizás con otros (De la Calle, Robledo, Pearl), pueden ocupar los espacios vacíos, numerosos, del centro. Una eventual alianza con Petro diluye tal posibilidad y, simplemente, allana el camino a una derecha que, en los últimos 16 años, se ha legitimado y consolidado. Petro, el buen congresista, no fue el gran alcalde y, de paso, dejó clara su vocación polarizante.
Fajardo, buen alcalde, buen gobernador, transparente. Claudia, excelente senadora, estudiosa como pocos, frentera, de una pieza frente a la corrupción en todo el espectro político. Introduzcan las mejoras que consideren al proceso de paz, promuevan el respeto a los demás, derroten la polarización. Quédense, por favor, en el centro.