Faciolince y su equivocación magistral

Faciolince y su equivocación magistral

"Debería reflexionar sobre lo que ha dicho en las últimas semanas"

Por: Santiago Molina Roldán
mayo 13, 2015
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Faciolince y su equivocación magistral

Hace unos días, Héctor Abad Faciolince sacó a flote su grosería, prepotencia y, sobretodo, su ignorancia respecto a la situación de los maestros en Colombia. Pero esto último lo quiso maquillar con cursos tuiteros de ortografía.

Confieso que me resistí a creer en que ese tuit era del susodicho, por lo que me abstuve de lanzar una crítica al respecto (digo, están en auge los hackers). Pero efectivamente sí fue de su autoría, y el desastroso tuit era el siguiente:

«No les basta el 12% de aumento; no quieren ser examinados; quieren trabajar menos; los niños sin escuela. Y se dicen maestros.»
(21:07 - 4 de may. de 2015)

Y en su última columna, desvió una vez más la atención del epicentro de lo que debió haber sido el debate (lo que dijo) para centrar la atención en algo que a la larga no debería de importar, y más en una red social como Twitter. Esa columna, titulada “Maestros de dudosa ortografía”, a pesar del título, adolece de dudosa ortografía, rápidamente:

-“Hay palabras de ortografía tan rara”: discordancia de número. El adjetivo de rareza califica a ‘palabras’, que está en plural, y por tanto el adjetivo debe cumplir con esa característica también. ¿Escritores de dudosa ortografía?

-“Y otras tan contra-intuitivas”. Los prefijos se escriben junto a la palabra, salvo contadas excepciones. En este caso, lo correcto debió haber sido escribir “contraintuitivo”, porque la palabra después del prefijo contra no era ni un nombre, ni un número, ni las siglas de alguna organización; en estos casos va con guion, y en otros casos sin guion y con espacio, pero en el caso de “contra-intuitivo” no tenía por qué existir un guion. ¿Escritores de dudosa ortografía?

-La RAE dice que se escriben con mayúscula inicial “los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc.” y el Ministerio de Educación se acoge a esta regla, por lo que el escritor se equivoca al escribir “no es la de educación”, haciendo alusión al Ministerio de Educación. Lo correcto debió ser: no es la de Educación”. ¿Escritores de dudosa ortografía?

-En la misma línea de la anterior anotación, la RAE también reza que se escriben con mayúscula inicial “los títulos, cargos y nombres de dignidad”, como por ejemplo el de una Ministra. Así, se equivoca Faciolince cuando dice que “la ministra, desde entonces” no lo quiere. ¿Escritores de dudosa ortografía?

-No se pueden mochar palabras: ¿“redacció n”?. Realmente uno pasaría por alto esto, porque se sobreentiende que fue un error inadvertido, pero en alguien como Faciolince, que en la misma columna se declara obsesivo enfermizo por la ortografía, no se puede pasar por alto. ¿Escritores de dudosa ortografía?

Demás que habrá muchos más errores de ortografía por ahí, porque suele suceder que cuando se publica algo, se cuelan errores, aunque sea uno. Pero a Faciolince se le colaron no uno, ni dos, ni tres, sino más, quién sabrá cuántos; y eso que es confeso enfermizo obsesivo por la ortografía, cosa que lo debería hacer más responsable antes de publicar.

Y es que no es solo en su última columna, porque si nos ponemos a revisar su perfil, sus tuits también adolecen de errores. Y aunque esto sea normal en el mundo del Twitter, en donde nos limitan tanto las publicaciones, que a veces hay que sacrificar algunas letras, o signos, en Abad Faciolince es imperdonable, por las características que él mismo se adjudica.

En un tuit del 21 de abril, escribió: “Oh Dios, ¿por qué no nos hiciste párpados en las orejas?”. Me atrevería a asegurar que faltan los signos de exclamación en “Oh Dios”, porque si no, sería un lamento demasiado soso y aburrido. No han servido esas campañas para usar los signos de exclamación, puesto que muchos siguen haciéndoles chú chú a ellos.

Y un día antes, había escrito: «Después de escribir "escribo luego plagio" pongo la frase entre comillas en Frau Google. Tres resultados: se comprueba lo escrito» Si leemos en voz alta ese encomillado dentro del tuit, comprobaremos que es necesaria una coma luego del primer verbo. Lo mismo sucede en varios tuits similares: “Escribo luego vivo”, no, es “escribo, luego vivo”. O si no, que mire solamente la famosa frase de Descartes: “pienso, luego existo”. Ahí hay coma, y todas esas frases tienen la misma estructura. Y hablando de comas, veinte días atrás también olvidó una: “Tenía tanta acidez que comía limón para calmarla”. Después de “acidez” debió de ir una coma: oración causal explicativa.

En noviembre del año pasado, escribió: “No es tanto que los obispos quieran que se les bese el anillo. Lo que quieren es ver quién NO se lo besa. Muchos rituales son de este tipo”. Quizá peque acá, pero creo que hay una evidente discordancia de número entre los obispos y sus anillos. Y bueno, la curiosidad por buscar más errores, me pudo más que las ganas de volver al debate original, y así, llegué a este tuit: “También Álvaro Uribe repite el falso artículo manipulado en la página de Londoño, su ex ministro de Justicia (…)” Yo creo que alguien que ama tanto la lengua española, debe estar al tanto de que ese prefijo “ex” se escribe pegado a la base que afecta cuando es univerbal, o sea, cuando está constituida por una sola palabra, en este caso: “exministro” ¿escritores con dudosa ortografía?

Además, veo que retuitea muchos tuits con faltas de ortografía. Pero claro, como en ellos le echan flores y le hacen promoción, cómo no retuitearlos en lugar de darles un cursillo de ortografía. Por ejemplo, este de Daniel Coronell: “Acabo de terminar de leer 'La Oculta' la he llevado en trenes, aviones y hoteles. Ha sido una compañía entrañable. Gracias @hectorabadf” .Falta un punto después del nombre del libro y coma antes de su @, y eso él lo debería saber, pero ahí faltó a su “casi enfermiza obsesión por la ortografía”. Se escribe una coma para aislar el vocativo (“llamar o invocar a una persona o cosa”) del resto de la oración. ¿Retuitea a periodistas de dudosa ortografía?.

O este, que no promociona precisamente un libro suyo: “No olvidemos @hectorabadf: Algunas hijas del rey Abdalá bin Abdelaziz, recien fallecido, están presas hace 13 años, ni nada parecido como para que no se ponga una coma después de “olvidemos”. Se sugiere que no olvidemos vivir, llorar, soñar, leer, dormir, escribir, etc. pero no se sugiere que no olvidemos Carlos, Andrés, Antonio, Astrid, Héctor. Y además, la palabra “recien” lleva tilde, y retuiteó pese a que se supone que el escritor es un enfermizo de la ortografía. ¿Retuitea seguidores de dudosa ortografía?

Vuelvo a lo del tuit vergonzoso. Parece que Faciolince asegurara en su columna que sólo fueron maestros los que le refutaron ese tuit. Admiro si se dio a la tarea de examinar los perfiles de cada uno de esos tuiteros, al menos de los que tenían mala ortografía, que fue en los que se fijó para desviar la atención de la pelotudez que había escrito. Nada más vi unos cuántos, y la mayoría ni siquiera eran maestros: Daniel, por ejemplo, es especialista en finanzas corporativas, Maria ni siquiera tiene descripción en el perfil, Guillermo dice que no es maestro pero va en contra de la posición del escritor, Manuel es estudiante de Derecho, Harold es estudiante de ingeniería industrial, Xuan es un “Boyasense liberal draconiano”, Jaime es ingeniero electrónico, etc, etc, etc. Y por supuesto que había docentes, pero no eran la mayoría como para que arremetiera de esa manera contra el gremio.

No sé por qué carajos me metí por la ortografía, si lo que quería era refutarle al escritor esos puntos que tocó en el tuit, y para no extenderme más de lo que ya me extendí, lo hago, grosso modo:

-“No les basta el 12% de aumento”: Fecode en ningún momento pidió aumentos. Nivelación, sí; aumento es otra cosa. El gremio tiene 28% de desventaja salarial respecto a otros trabajadores del Estado, según una investigación de la Universidad Nacional de Colombia. Así, esa Universidad sugería ese porcentaje para que la profesión docente se nivelara con el salario de los demás trabajadores estatales. Esto se aclaró muchas veces, por lo que me extraña que alguien como Faciolince no estuviera al tanto de esto. Pareciera que solo se quedó con los análisis y comentarios de las tiendas de barrios.

Además, un 12%, o 10% realmente, porque el otro 2% estaría repartido entre el año pasado y este, es una miseria. Faciolince debería saber que ese porcentaje será diferido en 4 años (2%,2%,3% y 3%), sin contar el 2% aquel, que a la larga es nada.

-“no quieren ser examinados”. Nadie dijo que los maestros no querían ser examinados, sí se dijo que debían ser examinados de otra manera para ascender en el escalafón. El examen al que hoy por hoy se someten los educadores, es demasiado subjetivo y cualquier respuesta puede ser la correcta, y además, está diseñado para que sólo pase un escaso 20% del total de maestros que se presentan, porque entre otras cosas, esos ascensos están atados al presupuesto nacional. Con ese examen, el maestro se convertía en una especie de Sísifo del magisterio.

En la columna del domingo, el escritor dice que los líderes de Fecode “no sabían cómo explicar que el 78% de los educadores no superaran las evaluaciones para ascender en el escalafón”. Si sabían (o sabemos, desde mi posición de maestro en formación) cómo responderle, pero que el escritor no lea o se haga el de la vista gorda, es otra cosa.

-“quieren trabajar menos; los niños sin escuela. Y se dicen maestros.”. Al parecer, el escritor no se ha acercado a la escuela, ni ha visto el arrumen de trabajos que debe hacer el maestro: preparar clases, revisar trabajos y evaluaciones, atender padres de familia (por fuera de su agenda de trabajo), asistir a reuniones, organizar proyectos, etc, etc, etc. Esto parece la crítica de un padre de familia del común, de esos alborotados que practican la crítica por la crítica.

Faciolince debería reflexionar sobre lo que ha dicho en las últimas semanas y empezar a ser consciente de que no todos son buenos para la ortografía, y eso lo debería saber. El que es bueno para una cosa, es débil en la otra. Yo, por ejemplo, podré ser bueno en ortografía pero soy malísimo en operaciones matemáticas. Ser maestro no es una condición per sé para ser bueno en ortografía.

Además, la lucha que se adelantó con paro nacional del magisterio durante quince días, era completamente justa. Lastimosamente Fecode vendió el paro y clavó una puñalada a quienes participamos del paro y creímos en una primavera de la profesión docente en Colombia. Tal vez su padre no estará revolcándose en la tumba, pero estoy completamente seguro de que Abad Gómez sí se hubiera dado a la tarea de conocer la situación del magisterio, como defensor del gremio que era, y sí hubiera Twitter en la época, no hubiera criticado por criticar, sin conocer lo que critica. Abad Gómez tal vez hubiera puesto a Faciolince a estudiar la historia del magisterio en Colombia, y el pliego de peticiones presentado y acuerdo resultante, así como hizo lo propio con los judíos cuando Faciolince, de pequeño, hizo una travesura a una familia judía, según se cuenta en El olvido que seremos: lo puso a estudiar el infierno que han soportado los judíos, para que no la embarrara otra vez. Faciolince debería de recordar y aplicar esa lección.

Pdta: que lance la primera piedra al que no se le han colado errores de ortografía en algún texto o comentario aunque sea en las redes sociales. Es más, cuántos errores no tendrá este texto.

Twitter: @TiiagoMolina
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