Sucedió hace pocos días en mi cumpleaños. Me confieso poco proclive a felicitar por Facebook, por eso el haber recibido múltiples mensajes el día de mi onomástico no solo me avergüenza un poquito, sino que me llena de alegría. Hay mucho que aprender de los demás. Pues fue ese día el que me di cuenta —y motivó esta columna— de la fuerza de las emociones no solo en Facebook, sino en Internet en general. Me atrevo a decir que la web es una red mundial de comunicación de emociones, antes que de conocimientos. Pareciera una inmensa telaraña humana que nos envuelve para removernos en lo profundo de los sentimientos.
Tal vez los jóvenes no sepan de ella, de Monica Lewinsky. Ocurrió al final de los años 90 y por más de quince años se mantuvo oculta a la luz pública. La volví a ver en una corajuda conferencia en TED. Se proclama como la primera persona que sufre bullying por Internet, a escala masiva. Y tiene razón. Fue la segunda motivación para este escrito.
También me recordó el matoneo que sufrí en el colegio, por parte de un famoso personaje colombiano (no exactamente famoso por sus buenas obras ya que se encuentra en curso intensivo y crónico de inglés en un país del norte, ustedes me entenderán). Eran otros tiempos. Épocas donde el matoneo requería un contacto personal, mirar a la cara al otro, hacer contacto físico. No te podías ocultar detrás de una pantalla, muchas veces en el anonimato, para humillar, intimidar, avergonzar o maltratar.
Dos caras de una moneda, dos polos como casi todo en la vida. La felicidad y la desesperanza. Ambas despertadas por imágenes y palabras que o ensalzan, elevan, y alegran, o apuñalan, producen dolor y matan. Montadas o reproducidas por todos nosotros, los usuarios de la web.
Desde la psicología, la neurología, las ciencias sociales y las filosofías orientales, el motor que nos impulsa a actuar día a día, es y son exclusivamente las emociones. No lo es la razón, no lo son los pensamientos. Es el sentimiento el que nos levanta por las mañanas, nos hace atender a los hijos, nos estimula a trabajar. El sentimiento positivo o el negativo; el amor o el temor.
Monica refiere como en un año sube el bullying por Internet en 87 %. Cómo el mismo lleva a más ideas (y realidades) de suicidio que cuando es por fuera de la web. Se ha vuelto un negocio, negocio ya que cuando haces clic en un sitio que lo promueva, quien lo pone gana dinero de los anunciantes comerciales. Nos vuelve insensibles ya que pareciera no haber alguien de carne y hueso sufriéndolo. Además, la persona es desconocida, más fácil burlarse.
El material on-line con su facilidad de copia-pega, publica-reenvía-comparte, representa la emoción humana en todo su potencial. Lo escuché en otra charla. Ambos conferencistas, este (cuyo nombre no recuerdo) y Monica nos invitan a reflexionar sobre la ética de lo que publicamos, a hacer más actos de bondad en Internet, a usar la red para promover el respeto, la compasión y la empatía.
Para terminar, doy gracias por tener muy buenos amigos Facebook porque al revisar más de 100 publicaciones, menos del 10 % son negativas.