El expresidente Uribe no solo llamó violador de niños a Daniel Samper Ospina, sino que, en cambio de rectificar sus palabras, se vino con una lista de acusaciones graves contra uno de los periodistas más apreciados en nuestro país. Su humor, que para algunos en ocasiones se pasa, la verdad es que, en medio de tantos odios, con mucha frecuencia nos alegra la vida con su capacidad de burlarse de esta sociedad tan particular. Hasta personas cercanas al expresidente Uribe, como Salud Hernández, le han pedido que rectifique si no quiere asumir un alto costo político. Bien por ella y todos los periodistas que independientemente de sus afectos políticos han rechazado de manera unánime estas acusaciones tan graves a Daniel Samper.
Que delicia no pertenecer al Centro Democrático, cuyos miembros que le deben mucho o todo al senador Uribe, porque cada momento que pasa por la actitud rabiosa de su jefe, quedan metidos en camisa de once varas. Si lo apoyan recibirán también un rechazo creciente que ya se percibe en el país; y si no lo hacen, conociendo a su jefe, que actúa como el dueño de la manada, se expondrán a una de esas rabias de las que no los liberará ni el Señor.
Lo interesante de este suceso es la reacción que han producido, no solo sus primeras acusaciones, sino lo que debió ser una rectificación y terminó en una acusación mayor. No es sino seguir Twitter para entender que al expresidente Uribe se le fue la mano en momentos muy delicados, no solo para él sino para sus numerosos seguidores. Hasta ahora parecería que una parte importante del país le había otorgado un voto de confianza absolutamente ciego y elegir a quien señale Uribe, como lo anuncian varias vallas publicitarias de su sector político. Hasta donde tenemos memoria los que ya somos abuelos, a ningún líder de un partido se le había dado semejante carta blanca para que decidiera quién sería su candidato.
Quién, en sano juicio, desea seguir a un jefe rabioso, terriblemente emocional,
que se cree tan superior a todos y a todo,
que no mide las consecuencias de sus palabras, y en vez de rectificar su error, lo profundiza
Pero quién, en sano juicio, desea seguir a un jefe rabioso, terriblemente emocional, que se cree tan superior a todos y a todo, que no solo no mide las consecuencias de sus palabras, sino que en vez de rectificar su error, lo profundiza. No hay peor consejero que el odio desmedido al cual ha llegado el expresidente Uribe. No es solo contra lo que fue el grupo guerrillero de las Farc, que hoy se está conformando sin armas como un grupo político; sino que, ese sentimiento desmedido se traslada a quien, según él, ofenda a ese mundo, personas o ideas, que considera intocables.
Muy preocupante que un líder político de la importancia de un expresidente como Álvaro Uribe Vélez no reconozca sus límites y actúe como si tuviera patente de corso para decir lo que le parezca y atacar sin fundamento, a personas que tienen un nombre y una carrera ganada por años de trabajo, en este caso en el periodismo colombiano. Daniel Samper Ospina no está en problemas, señor expresidente, porque ha recibido todo el apoyo de sus colegas nacionales e internacionales y tienen la justicia de su lado. Pero usted, señor expresidente Uribe, tiene que bajarse de ese pedestal donde lo han colocado y reconocer que esta vez, también se le fue la mano, con la diferencia de que esta acusación contra Daniel es imperdonable. Así lo está sintiendo este país.
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