Tuve la oportunidad de sentarme con el “prestante” constructor Honorato Pérez*. Comparto la entrevista que le hice en su oficina:
—Carlos Cadena Gaitán (CCG): Buenos días Honorato. Muchas gracias por recibirme.
—Honorato Pérez (HP): Tranquilo joven, pero hagámoslo rápido que el tiempo es dinero, y el dinero —como dice Edoardo Nottola– es como un caballo, que ha de correr y alimentarse a diario.
–CCG: Para empezar, quisiera hacerle la pregunta que se hacen miles de colombianos, ¿si es posible seguir construyendo tanto en las laderas de alto riesgo de nuestras ciudades?
–HP: Vea muchacho, la gente se asusta mucho cuando suceden tragedias, pero acuérdese que hablan es con el corazón; ellos nos son ingenieros expertos, y no entienden los conceptos técnicos que nosotros manejamos. Lo que pasó en Medellín nunca había pasado y no va a volver a pasar. ¡Eso sí téngalo claro, y dígaselo a sus amiguitos!
–CCG: Pero es que uno a veces si siente que algunas laderas no aguantan. Además de El Poblado en Medellín, vea la Loma del Perro en Manizales, las Lomas del Esmeraldal y Las Brujas en Envigado, vea lo que pasó en Campo Alegre, Barranquilla. ¿Acaso los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) no limitan con anterioridad los posibles aprovechamientos y establecen restricciones a las densidades de acuerdo a la vocación de cada zona? ¿O es que a veces los POT no se cumplen en su totalidad?
–HP: Si, eso está ya definido siempre, y no me meta veneno que usted sabe que los constructores siempre cumplimos los POT. Lo que pasa es que a veces los gobiernos no entienden la importancia del sector de la construcción para el progreso económico de nuestro país. ¿O es que queremos seguir siendo subdesarrollados por siempre? ¿Dejar de construir solamente porque los ambientalistas están en contra del progreso? ¡No muchacho! Usted está muy joven para entender. Vea, la ciudad que manda la parada en modernismo ahora es Dubái. Eso allá son miles de edificios mucho más altos y modernos que los nuestros, atraen a miles de turistas, hasta crearon islas artificiales para generar nuevas viviendas de lujo. Le recomiendo que vaya a Dubái para que vea.
–CCG: Si Honorato, yo estuve allá y volví asustado de que nuestras ciudades sigan ese camino. Una ciudad para los carros, sin interacción humana, sin respeto por la inteligencia de la naturaleza, con rejas físicas y mentales. Por los días que yo estaba allá los golpeó la crisis inmobiliaria, y…
–HP: ¡Ah no! No, no, no. Eso sí es muy diferente, la crisis inmobiliaria que ellos tuvieron no tuvo nada que ver con la construcción. Y eso si es lo último que nos falta aquí, que los medios de comunicación irresponsables empiecen a decirle a la gente que aquí hay una burbuja inmobiliaria. ¡No señor!
–CCG: Pero algunos de los síntomas nuestros son similares a los de las crisis inmobiliarias de Estados Unidos y España en el 2008. ¿No podríamos estar cerca de algo similar aquí?
–HP: ¡Lejos! Lejos…Aquí lo que tenemos es un déficit de vivienda. Además nosotros tenemos todo eso calculado en el gremio.
–CCG: Si claro, me imagino que allí también tienen prestantes economistas supervisando esas dinámicas. Bueno, pero volviendo a las reglas, hay una que me llama la atención. El Acuerdo 45 de 2004 en Medellín, condicionaba la conexión de los servicios públicos, al recibo de obra por parte del municipio. Eso quizá podría solucionar algunos errores de último momento en las construcciones, ¿no?
–HP: ¡Hombre por Dios! ¿Cómo se le ocurre muchacho? Eso no era sino más burocracia. Con esa ‘guachafita’ casi ahogan a los constructores en un momento muy difícil para el país. Usted tiene que entender que la prioridad debe ser la confianza para el inversionista; hay que darle buenas condiciones a los prohombres corriendo con el riesgo de poner la platica, y a los inversionistas extranjeros que vienen solidariamente a ayudar en nuestro desarrollo. Afortunadamente, el liderazgo de Camacol Antioquia logró inspirar el Decreto Nacional 1469 de 2010, que echa para atrás esa burocracia innecesaria.
–CCG: Un último tema, aun suponiendo que los edificios se construyen bien. ¿Cuál es la estrategia para que la movilidad simplemente no colapse cuando se cambian casas de una familia, por mega torres de 200 apartamentos? Yo no veo que esas construcciones hagan parte de planes especiales para proyectar las líneas de transporte público, las ciclorrutas, los andenes, las tiendas de barrio, las escuelas, las zonas verdes de calidad…
–HP: No muchacho, ¡infórmese mejor! Cada vez que se construye un nuevo proyecto de vivienda le pedimos a la administración que expanda las vías, es que acuérdese que aquí necesitamos grandes autopistas como las de Atlanta. ¿Y a verlas pues? Además, estamos mejorando el paisaje con unas palmeras que importamos directamente desde Miami. ¿No las ha visto ahí en las esquinas de los parqueaderos? Vea le muestro este nuevo proyecto (abre video en su computador). Vea, esto antes no era sino un pastizal, montado de maleza, y ahora lo vamos a dejar recuperado con una grama nueva antialérgica, que va alrededor de los columpios de los niños.
–CCG: ¿Cuáles columpios?
–HP: Pues… no vamos a poner columpios, sino un tobogancito pequeño; usted sabe que los niños de hoy en día ya no salen a jugar al aire libre. Ellos prefieren quedarse adentro porque es más seguro. Obviamente todos nuestros proyectos los desarrollamos garantizando la seguridad de los copropietarios; les ponemos rejas impenetrables, y cámaras de seguridad.
–CCG: ¿Pero esas rejas no terminan por evitar la interacción humana? ¿Enterrar la vida de barrio?
–HP: ¿Cuál es que era tu nombre?
–CCG: Carlos.
–HP: Carlos, déjame te enseño algo. Ya no estamos en el siglo XIX. Nosotros estamos trayendo el futuro.
*Nombre ficticio para proteger la identidad del prestante constructor.
