Nuestro país es sin duda una gran nación de infinitas potencialidades: dos mares, ingentes recursos naturales y gente de las mejores calidades, que complementan de la mejor manera el vasto territorio que nos hemos merecido. A pesar de lo anterior, en nuestra sociedad existe una profunda brecha económica y una historia protagonizada por enfrentamientos, violencia y polarización, la cual ha creado una gran herida en el tejido social y en la memoria colectiva de generaciones de colombianos.
No obstante, mientras la gran mayoría del pueblo colombiano ha sufrido los embates de la violencia y el desmejoramiento de las condiciones económicas y sociales durante décadas, la minoría restante de este, que se ha beneficiado tanto de la polarización, como de la confusión, ha creado un sistema político y económico diseñado para favorecerles en contravía de los intereses nacionales, dando origen a la corrupción, la mermelada, el clientelismo y la pérdida de soberanía nacional.
Esta polarización ha sido aprovechada por “los mismos con las mismas”, como llama el senador Robledo a quienes han creado este estatus quo, elección tras elección para dividir a la población en bandos representados por quienes, después de las elecciones, terminan juntos gobernando en contra de la gente y quienes nos han llevado a ser el segundo país más desigual de Latinoamérica, en donde, según cifras del Banco Mundial, el 10% de los más ricos gana cuatro veces más que el 40% de los más pobres.
Por consiguiente, estas elecciones presidenciales no han sido la excepción y desde el principio han estado enmarcadas en el intento de polarizar, primero con el sí y el no del plebiscito que buscaba aprobar el acuerdo de paz entre las Farc y el gobierno y ahora, con el miedo a convertirnos en Venezuela. Y aunque el intento les ha resultado parcialmente efectivo, el malestar con “los mismos con las mismas” está haciendo efecto en la población que concibe en su mayoría éstas elecciones, como una contienda del pasado contra el futuro, del continuismo o del cambio.
El pasado lo representan aquellos que han mal gobernado el país durante años y que han puesto su interés por encima de los intereses de los colombianos, han mudado de una piel a otra para acomodarse en un aparato estatal hecho a su medida, y que, por ejemplo, se han hecho ricos con la locomotora minero-energética acabando así, con la vocación industrial y agropecuaria que tenía el país.
Los que representan el pasado no se idearon construir un país de avanzada cuando construyeron un sistema educativo para un país de la más baja categoría, el país latino que menos invierte educación según la OCDE, y nos han negado la posibilidad durante décadas de construir un país moderno con ciencia y tecnología al servicio de la nación, asignando un pírrico presupuesto a la ciencia y la tecnología, que representa el 8% del presupuesto que destina México para éste fin.
Ante este panorama existe una alternativa de futuro que está representada por la Coalición Colombia, integrada por el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el Movimiento Compromiso Ciudadano, y su candidato Sergio Fajardo, quienes no solo poseen un programa de ruptura que propugna por las transformaciones más urgentes que debe emprender nuestra nación, sino que son los únicos capaces de unir a todos los que están cansados de la polarización y de los gobiernos que no han sido capaces de atender las necesidades de los colombianos.
Esta coalición, que de acuerdo a su programa “encarna una alternativa independiente con soluciones a los problemas sociales, ambientales y económicos del país que consolide la paz, el progreso y la justicia” representa una esperanza en medio de un momento histórico, en una Colombia que está urgida de nuevos protagonistas que nos liberen del atraso del pasado puesto que, como adujo el estadista Thomas Jefferson, “el futuro no debe sujetarse con lo que nos ata a nosotros en el presente”.
La mejor opción para confiar, más que votar este 27 de mayo, es Sergio Fajardo, quien sin duda personifica la esperanza, la reconciliación, el desarrollo del país y quien es el único capaz de conducir a este país hacia las transformaciones que requiere.