¿Existe una agenda oculta para reglamentar la eutanasia en Colombia?

¿Existe una agenda oculta para reglamentar la eutanasia en Colombia?

"¿A quién beneficiaría que se apruebe una práctica como esta?", escribe Pedro Caycedo, excandidato a la Gobernación de Cundinamarca por Colombia Justa Libres

Por: Pedro Enrique Caycedo
noviembre 10, 2020
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¿Existe una agenda oculta para reglamentar la eutanasia en Colombia?

Por estos días vuelve y juega la intención en el Congreso de querer reglamentar la eutanasia en Colombia. Increíblemente vemos que este proyecto ya avanzó a un primer debate en la Comisión Primera Constitucional de la Cámara de Representantes. Por eso quiero hacer un llamado a la sensatez y a la cordura de nuestros congresistas, a que no se dejen engañar, y a que legislen en favor de la vida y no de la muerte.

Nos preocupa cuando vemos que este tema, tan delicado y sensible, es elegantemente presentado bajo el ropaje de avanzar sobre la línea de alcanzar la libertad o, como lo manifiesta su propio autor (el representante Juan Fernando Reyes Kuri), que sacar adelante este proyecto nos conducirá a “ser libres de verdad”. Esto lamentablemente produce en muchos que lo escuchan la falsa creencia de que si lo aprueban estarían ayudando a todos aquellos enfermos a “morir dignamente”. Y la verdad es que si lo miramos con mesura aparentemente suena bien, pero nada más alejado de verdaderamente ser libre y de tener una muerte digna.

Siempre nos cuestionamos y nos preguntamos cuál será el interés de quienes proponen y promueven este tipo de postulados... incluso podría llegar a considerar que muchos de los que se unen a estas causas lo hacen bajo la presunción de la buena fe, como de seguro así lo hace el congresista ponente, porque piensan que es lo correcto. Sin embargo, al final lo que está sucediendo es que están o terminan atrapados por los hilos invisibles de quienes quieren conducirnos y tenernos como marionetas en sus manos.

Por ello siempre he creído que detrás de propuestas como estas siempre habrá alguien atrás con hilos delgados y agendas ocultas. Ahora bien, sensatamente creen que permitir la eutanasia o reglamentarla, bajo las premisas de respetar el derecho individual a que cada quien decida sobre sí mismo si se suicida o no, o si le da permiso a un médico para que cometa un homicidio consentido, es lo que necesitan nuestros pacientes terminales o aquellos que se encuentran viviendo en el dolor de su enfermedad. Pues, la verdad, considero que por donde lo miremos es absolutamente inadmisible.

Quisiera que por un instante nos detuviéramos a pensar y cayéramos en la cuenta de que la claridad del pensamiento de los pacientes "terminales" está o estará siempre sometida a su propio dolor y que está embebida en un gran y agobiante sentimiento de desesperanza, lo que inevitablemente desencadenará en ese instante un momento de gran vulnerabilidad. Y justo allí es cuando peligrosamente se abre una ventana que permite el ingreso de esos hilos que logran alrededor de esta circunstancia finalmente conectarse y que terminemos a merced de un poder que quiere manejarnos y manipularnos, y no solo a los pacientes, sino a sus propias familias que acongojadas, agobiadas e invadidas de ese mismo dolor se les hace pensar que el suicidio asistido o el homicidio consentido son la mejor opción para morir dignamente.

Con eso dicho, podríamos preguntarnos en este momento: ¿a quién beneficiaría que se apruebe una práctica como esta?, ¿no será que esos hilos a los que hacemos referencia son manejados por entes que gobiernan en el mundo, buscando el equilibrio económico, que se alinea a los cálculos actuariales de los sistemas de salud?, ¿o es que se nos olvida que hemos visto por años la presión que tienen nuestros médicos en un sistema que los constriñe en su libre actuar ético y profesional, obligándolos muy estratégicamente, por medio de un discurso y quizás un lenguaje engalanado, a alinearse y someterse a prácticas en donde la supremacía invisible del actuar gira alrededor del control del costo médico, incluso por encima de la ética médica y de la calidad en la atención al paciente?, ¿entonces no será que la aprobación de una medida como estas podría favorecer esos intereses económicos de un sistema, sobre todo y curiosamente cuando sabemos que este tipo de pacientes son los que generan los costos más altos de todo el sistema de salud?

Por otro lado, jamás debemos olvidarnos de que la ética médica obliga al médico a pensar en sanar y salvar una vida y no lo contrario, pues de aceptarse un postulado como la eutanasia se desdibujaría socialmente la imagen de los profesionales de la medicina. Y no quisiera imaginarme que si dejamos pasar en el Congreso este tipo de propuestas, podría llegar el día en que caigamos en el desprecio social hacia nuestros galenos, pues podrían muchos llegar a ser rotulados o sometidos a referencias que expresen sentimientos en contra del proceder médico, en donde sean señalados no por la cantidad de personas que ayudaron y salvaron, sino por las que mataron en su vida profesional.

Por eso debemos cuidar la imagen, la ética y el postulado sagrado del médico de salvar vidas. Ahora muchos podrían preguntarse qué hacer frente al dolor y al sufrimiento de aquellos pacientes que se encuentran en estados terminales. La respuesta a esa pregunta sería fortalecer todos los programas de investigación y trabajo de todas aquellas especialidades médicas dedicadas precisamente a esto, pues ellos son los médicos que precisamente se especializan en dolor y en cuidados paliativos. Ellos son aquellos que se enfocan en quitar el sufrimiento y no la vida al paciente.

Es aquí cuando pienso y considero que lo que sí debería hacer el Congreso, que por estos días se encuentra interesado en estos temas, es revisar y fortalecer todas las leyes y políticas públicas en materia de garantizar la vida sin sufrimiento a este tipo de pacientes, y que además se incluyan en la cobertura de este tipo de manejos a sus propias familias. Así su trabajo legislativo estará orientado a garantizar la extensión de la vida sin sufrimiento y se desecharía de una vez por todas la idea de aprobar un proyecto de ley, que al amparo de garantizar la “libertad” y “ quitar el sufrimiento”, permita que pacientes vulnerables en sus condiciones emocionales decidan si optan por el suicidio o, peor aún, que los familiares y médicos terminen con el cliché de creer que el asesinato consentido es permitido y legalmente aceptado. Además, de aprobarse esta iniciativa, tendríamos graves consecuencias familiares, sociales, médicas, éticas y políticas. ¡No a la eutanasia, sí a la vida!

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