Ya está. Llegó el momento. Francisco Franco está fuera del Valle de los Caídos. Los restos del dictador han salido de la basílica en un ataúd a hombros de sus nietos, sin cañones ni honores ni banderas de España. Solo los Franco, los responsables de la exhumación y el prior del Valle de los Caídos, que ha bendecido los restos a petición de la familia, han estado en la abadía. La escena, en cierta medida, ha contrastado con la vivida 43 años y 11 meses atrás, cuando el dictador, por orden del Rey Juan Carlos, fue enterrado con todos los honores. Aquel fue un entierro de Estado que alzaba la figura a la categoría de mito.
El de hoy, en contraste, ha sido un acto modesto. Incluso humilde. No obstante, también ha levantado críticas. La imagen de los familiares portando el féretro a paso lento, cubierto por un estandarte con la cruz laureada de San Fernando y, sobre él, una corona de laurel con lazos con los colores de la bandera de España ha sido vista por muchos como un homenaje más. Sin embargo, el dictador ya está fuera del Valle de los Caídos. Y eso, en el día de hoy, es lo importante. La democracia, casi con 44 años de retraso, comienza a dar pasos para poner al dictador, y a su dictadura, en el sitio que les corresponde.
El día comenzaba con la ministra de Justicia, Dolores Delgado –en calidad de notaria mayor del Reino– llegando a la explanada de la basílica del Valle de los Caídos, mientras que los 22 familiares autorizados lo hacían poco después. El nieto mayor del dictador, Francisco Franco Martínez-Bordiú, conocido como Francis Franco, que recientemente se libró de ir a la cárcel por el atropello de dos guardias civiles, ha intentado acceder a la basílica con una bandera preconstitucional en la mano, después de haberla expuesto en la fachada de su casa antes de partir hacia el Valle de los Caídos. Finalmente, el Gobierno ha impedido que introdujera la bandera en la basílica.
Los familiares –con un lazo con la insignia rojigualda– también han introducido en la basílica una corona de laurel con la inscripción "Tu familia" y un ramo de flores que llevaba en la mano el letrado de la familia, Luis Felipe Utrera-Molina, que también ha acudido.
Con estos ingredientes, el proceso de exhumación ha iniciado a las 10.50 horas. Dos horas después, el ataúd con los restos exhumados ha salido a hombros de los familiares y ha sido introducido en un coche –al grito de "viva España" y "viva Franco"–, y tras un recorrido de 300 metros, ha sido trasladado y encajado –con ciertos problemas por las dimensiones del féretro– en el helicóptero
El aparato, con la momia en su interior, acompañada de Francis Franco y Dolores Delgado, ha despegado hacia el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde alrededor de 200 franquistas han aguardado la llegada del dictador. Entre los asistentes a la concentración –prohibida este miércoles y autorizada este jueves por la mañana–, había personas de todas las edades e incluso de las diferentes familias que integraban el franquismo, desde religiosos a carlistas pasando por falangistas. Entre ellos, y como invitado estrella que ha desatado la locura de los asistentes estaba el golpista Antonio Tejero.
El otro gran momento en la concentración franquista celebrada en los alrededores de Mingorrubio ha sido la llegada del helicóptero. Y eso que el aparato estaba tan lejos del lugar que apenas sí se veía, a lo lejos, descendiendo de los cielos. Los gritos de "Franco, Franco" se han multiplicado y los asistentes han dedicado un Cara al Sol en dirección al helicóptero. De ahí, ha sido introducido, de nuevo, en el coche fúnebre y ha entrado en el panteón de Mingorrubio, junto a su mujer, en un panteón de titularidad pública.
En 1988 fue Patrimonio Nacional, con el socialista Felipe González en el Gobierno, quien autorizaba el entierro de la viuda del dictador en el cementerio de Mingorrubio. Hoy, 31 años después, ha sido con otro presidente socialista, Pedro Sánchez, el que ha decidido que los restos del otrora Caudillo de Españadescansen en el panteón de titularidad pública. Pero Franco, por fin, ya no está en el Valle de los Caídos.
Atrás ha quedado la imagen del dictador Francisco Franco presidiendo la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, que, en la práctica, funcionaba como el mausoleo del dictador, un lugar que el propio Franco ideó para mayor gloria de su dictadura, de su guerra y de sus muertos. Un espacio que, hoy por hoy, sigue siendo un lugar de apología de la dictadura franquista. Que sigue estando presidido por el fundador de Falange José Antonio Primo de Rivera y que sigue manteniendo secuestrados a miles de republicanos contra la voluntad de sus familias. Un monumento que fue construido con mano esclava de miles de presos políticos republicanos y que ejemplifica como ninguno otro el perfecto matrimonio que el franquismo y la Iglesia católica mantuvieron durante 40 años.
Y de aquel matrimonio aún quedan muestras de amor. Algunas de ellas se han producido en la ceremonia que en la intimidad la familia Franco ha podido celebrar en el panteón de Mingorrubio. Allí, el prior de la basílica del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, y el sacerdote Ramón Tejero, hijo del teniente coronel que el 23 de febrero de 1981 protagonizó un golpe de Estado, han oficiado una misa en honor al dictador. Y, por si fuera poco, el panteón ha sido construido y rehabilitado, y será mantenido, con dinero público.
Pero todo eso, en un día como hoy, queda en segundo plano. Lo importante es que el dictador ha sido expulsado de su mausoleo. Que el Estado de derecho ha vencido una batalla a la familia Franco, que ha hecho todo lo posible por evitar este día. Que Franco ya no está en la tumba de honor que le asignó su sucesor, el rey Juan Carlos. Que Franco, por fin, ya no está en el Valle de los Caídos.
El día de mañana será el momento de abordar los siguientes pasos a dar por una democracia que ha permanecido inmóvil durante demasiados años ante los restos de la dictadura. Mañana será el momento de hablar de qué hacer con el Valle de los Caídos para convertirlo en un lugar apto para la democracia, qué hacer con los miles de republicanos que siguen secuestrados en su interior, con los que están en las incontables cunetas y fosas repletas de víctimas en todo el Estado, con la impunidad de los mandos policiales que torturaron salvajemente a los que luchaban por la democracia, con el dolor de los que perdieron a los suyos y nunca han recibido justicia ni reparación. Pero ya mañana. Hoy, Franco ya no está en el Valle de los Caídos.
*Artículo originalmente publicado en www.publico.es bajo el título Franco sale por fin del Valle de los Caídos 44 años después de morir