Todos los países tienen festivos, pero en Colombia el número es exagerado. Si el país de verdad aspira a ser más competitivo en la escena mundial debe reducir su exagerado número de festivos.
Hay festivos cívicos universales, comunes a muchos países, como el 1 de enero (Año Nuevo), el 1 de mayo (Día del Trabajo) o el 12 de octubre (Día de la Raza).
Después vienen festivos patrios nacionales, que en el caso de Colombia son el 20 de julio (Grito de Independencia), el 7 de agosto (Batalla de Boyacá) y el 11 de noviembre (Independencia de Cartagena).
Hay también festivos religiosos casi universales, como el 6 de enero (Epifanía/Reyes Magos), la Semana Santa, el 1 de noviembre (Todos los Santos) y el 25 de diciembre (Navidad).
En Colombia además hay festivos religiosos profundamente arraigados en la idiosincrasia nacional como el 29 de junio (San Pedro y San Pablo), que da pie a folclóricas fiestas en ciudades como Neiva, Ibagué o Villavicencio, o el 8 de diciembre (Inmaculada Concepción), que como tradicional Día de las Velitas marca el inicio de la época navideña.
Pero en el pretendidamente devoto país del Sagrado Corazón hay sobre todo un número exagerado de festivos religiosos que salen sobrando como el 19 de marzo (San José) o el 15 de agosto (Asunción de la Virgen), así como otros de fecha variable ligados a la Pascua como Ascensión de Jesús, Corpus Christi y Sagrado Corazón. Y son sobre estos cinco los que deberían eliminarse. De hecho, en Colombia hay muchos más festivos religiosos que cívicos.
Acá a la gente por lo general le cuesta trabajo priorizar, planear, organizarse mejor… Y si a eso le sumamos el retraso que traen consigo tantos festivos para planear reuniones importantes, organizar trabajo o ejecutar proyectos y tareas, el país en su conjunto termina así arrastrando un serio problema de eficiencia y competitividad.
De qué sirve que el gobierno y los gremios busquen atraer inversión y crear empresas que generen empleo si una vez en el terreno estas se topan con esta acumulación de retrasos e ineficiencias.
Además, tampoco es que uno pueda descansar y desconectarse mucho del trabajo en estos festivos, porque lo único que hacen es represar y acumular más trabajo para el primer día hábil siguiente, por lo general el martes.
Y por si fuera poco, a falta de nutritivos corrientazos, almorzar en un festivo sale por lo general más caro.
De modo que es hora de que Colombia empiece a reducir su exagerado número de festivos.