El señor Evo Morales llegó al poder en el 2006, encontrando una nación llena de marginalidad y un atraso casi parecido al de naciones africanas. Sin embargo, trece años después, deja un país cuya economía es de las más estables en la región, visión que incluso alimentan las cifras del Fondo Monetario Internacional, institución que no es precisamente de los afectos del expresidente boliviano.
Lo cierto es que Bolivia en el mandato de Evo Morales logró un aumento espectacular del Producto Interno Bruto, que en 2006, estaba en 9 mil millones de dólares y hoy ronda los 40 mil millones de dólares, en ese sentido logró reducir la pobreza extrema del 38% al 15% y sumado a ello, valorizó el peso boliviano de 8 pesos por cada dólar, a 6,95 pesos respectivamente, además para ardor de los furibundos colombianos que odian el “castro chavismo” y que hoy en su mayoría están en las calles vendiendo cachivaches chinos, también redujo el desempleo de 8,1% a 4,2%, cifra que deja mal parado a nuestro gobierno suizo presidido por Iván Duque Von Pork, que nos ha regalado de la mano de los demás mandatos neo liberales, una sexie cifra de vagos que no trabajan del 10,1%, como bien lo diría María Fernanda Cabal.
Con las cifras anteriores no se entiende cómo hoy parte importante del pueblo boliviano no quiere a Evo, pues ha sido este señor quien ha devuelto la soberanía económica y energética a Bolivia, siendo digno recordar que nacionalizó la producción de gas, lo cual ha entregado millones de dólares al fisco nacional, además de que revistió de orgullo a las etnias indígenas, que han sido víctimas, y son datos y hay que darlos, de señalamientos despectivos donde se les acusa de ineptos y brutos; vale la pena decir que dichos señalamientos provienen principalmente del grueso de nuestras poblaciones latinas, compuestas por patricios blancos ojos azules descendientes de Don Pelayo y Rodrigo Díaz de Vivar, henchidos propietarios de carretas para vender faroles el día de las velitas o de los muertos, y que en el caso de Colombia tienden a ser uribistas, cuya única propiedad sobre la tierra, es de la que tienen en las uñas.
Pero dejando de lado el anterior párrafo pendenciero y tóxico, sigue la pregunta en el aire: ¿por qué gran parte de la población del país andino le ha dado la espalda a Evo?
Evo Morales podía ser muy evo y muy majo, sin embargo traicionó uno de los principios de su lucha popular, el de respeto a la democracia, ya en el año 2016 las urnas le dijeron que no intentará lanzarse nuevamente como candidato a la presidencia, y desoyendo el mandato del pueblo acudió al máximo tribunal de justicia, para que este mediante sentencia le otorgara la validación jurídica de sus pretensiones, lo cual hizo y llenó de recelo a la oposición, a algunos movimientos de izquierdas y a la hipócrita comunidad internacional, que como bien es sabido, lo peor es darle papaya, pues se colocan la gorra de garantistas de derechos humanos y la democracia muy a sus conveniencias.
Pasando rápidamente a las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre, la uva del pastel fue la extraña suspensión del conteo rápido de los votos cuando estos estaban en algo más del 96%, entregando a la oposición la motivación perfecta de alegar un supuesto fraude electoral, sospecha que estalló en disturbios, pues una vez reiniciados los conteos, otorgaban a Morales la victoria sobre su contrincante por el 10% necesario para evitar la segunda vuelta. Accidente o no, suspensión ya programada o no, lo cierto es que las abejas estaban bravas y Evo Morales levantó a puntapiés al panal.
Creo que Evo Morales falló en querer atornillarse al poder, falló en no dejar un relevo en el mandato y tornarse para muchos de sus compatriotas, aunque eficiente en alguien fastidioso, pues estaba representando de a poco, esa idea muy latinoamericana, de que si alguien lleva mucho tiempo en el poder, aunque haga las cosas bien, debe ser cambiado por las buenas o por las malas. Es un asunto de psicología social, pues al parecer y conforma a una reputada frase “la clase media cuando está bien vota mal y cuando está mal vota bien, y Evo dió papaya.
El indígena Aymara traicionó sus principios democráticos, que, aunque intentó corregir haciendo un llamado a elecciones generales ya era demasiado tarde. Evo había dado la oportunidad a la oposición local e internacional de activar la gran ambición de quedarse con el gas y el litio boliviano, lo peor de este circo de cosas confusas, fue que la salida de Evo Morales fue obligada por el ejército, muy al estilo de la guardia pretoriana, estilo que es ampliamente alabado por los mezquinos de la casa blanca.
Te admiro Evo Morales, demostraste que un indígena puede ser mejor administrador que aquellos economistas y abogados de Harvard o Yale, que pudiste devolver el orgullo nacional a Bolivia y darle mejor vida a sus gentes, pero fuiste un pendejo al querer amarrarte al trono de hierro y no reconocer que los procesos son duraderos si se separan de los hombre en particular y se aferran a la sociedad en general, tan grande fue tu metida de pata que un alto mando del ejército boliviano, en público consagró Bolivia a Jesucristo, lo cual es una mala señal para el futuro, pues al perecer y es constante contemporánea, cada vez que un país es gobernado por los atrasados fundamentalismos, reina la desigualdad, la hipocresía, el solapamiento y la violencia.
Creo que habría sido muy sabio por parte de Evo Morales que tomara la actitud de Lucio Quincio Cincinato, quien habiendo sido llamado para ocupar el temido puesto de dictador de Roma con poderes por encima del Senado, solucionó los problemas externos e internos y devolvió el cargo una vez cumplida su tarea. Pese a los temores de que se quedara siendo un tirano, este personaje ocupó dos veces la dignidad de dictador, y las dos veces entregó los poderes una vez solucionados los problemas encomendados. Tal vez para Evo era la hora de entregar el poder del gobierno y empezar a ser el ideólogo de un modelo de Estado.
Ahora Bolivia queda a merced de la derecha boliviana que al igual que todas las tradicionales derechas latinoamericanas, no son más que un enjambre de ineptos, sin sentido de nación soberana. A veces los pueblos no saben lo que de verdad les conviene, a veces los pueblos eligen a Barrabás, y es más fácil que los pueblos se equivocan si los buenos actúan como pendejos. Lo siento Evo, ojalá Bolivia retorne la senda anticolonial que tu pusiste en práctica.