La semana pasada conocimos, a través de una rueda de prensa realizada frente al Palacio Liévano, la decisión de varios partidos y movimientos políticos de llegar al 26 de julio con un programa y una candidatura única a la alcaldía de Bogotá, todo con un objetivo principal: evitar que el uribismo gane el segundo cargo más importante del país. Los candidatos comprometidos en esta tarea son: Celio Nieves, del Polo Democrático Alternativo; Jorge Rojas, de la Colombia Humana que estaría avalado por la Unión Patriótica; Hollman Morris, avalado por el Mais; Luis Ernesto Gómez, del movimiento Activista (resultado de la disidencia de algunos miembros del Partido Liberal en la segunda vuelta presidencial el año anterior), y Claudia López, por la Alianza Verde.
Esta baraja de nombres de lo que se podría caracterizar como sectores democráticos del liberalismo, del autodenominado centro y de la izquierda genera mucho ruido al interior del movimiento social, dado que la relación de fuerzas entre estas candidaturas muestra como virtual ganadora a Claudia López, quien ha estado lejos posturas de izquierda, aunque ha tenido una clara participación en los debates de control político sobre paramilitarismo contra Álvaro Uribe Vélez y en contra de la corrupción.
Nos corresponde como movimientos sociales y partidos de izquierda hacer una lectura juiciosa de la realidad, trazarnos un plan y actuar en correspondencia, con vocación de poder, con amor por nuestra gente que sufre la inclemencia del modelo económico imperante, por lo que propongo establecer algunas prioridades para este momento:
Aclarar los objetivos y limitaciones de las convergencias electorales
No es lo mismo la unidad de la izquierda de cara a los asuntos estratégicos, que la convergencia para lograr un gobierno que permita frenar el avance del uribismo en el país. Tener esto en la cabeza es clave para la toma de decisiones políticas y la actuación con claridad.
El objetivo de esta convergencia no es lograr un gobierno de izquierda (cosa que no debemos perder de perspectiva), sino uno cuyo programa logre frenar la voracidad que ha representado el uribismo-peñalosismo en Bogotá, lo cual significa entender que esta convergencia tiene un límite allí, pero también múltiples posibilidades.
Por esta razón, el asunto programático cobra una importancia cardinal, porque será esta discusión la que oriente el posible gobierno que esperamos sea ganador en la contienda de octubre. Temas como la movilidad, que incluye la construcción del metro y las posibilidades jurídicas y políticas de hacerlo de la mejor manera (es decir subterráneo), pero también el asunto de los contratos de la operación de TransMilenio y el SITP, con un espíritu claramente depredador; la protección del ambiente desde la estructura ecológica principal de la ciudad; la inseguridad que asecha los barrios; la educación tan golpeada por los intentos privatizadores y la entrega de concesiones a los privados; la salud que está en grave estado por culpa del modelo de las subredes que implementó la actual administración, y otros asuntos, deben ser considerados y debatidos para exigir a la convergencia un programa más social, que fue lo que caracterizó a los gobiernos alternativos en la ciudad. Ganar más o menos programáticamente será resultado de la fuerza de cada uno de los sectores que participan de la convergencia.
Garantizar poder local
No basta con pensar en la alcaldía, además hay que tener la gobernabilidad de la ciudad lo cual requiere ganar las mayorías en el Concejo de la ciudad y en las Juntas Administradoras Locales; es decir, ganarle a la maquinaria de los partidos tradicionales, al clientelismo local, a las microburocracias de la contratación local.
De los 45 concejales que tiene hoy la ciudad se pueden contar con los dedos de ambas manos (y sobran dedos) los cabildantes que han asumido la defensa de la ciudad ante las nefastas políticas de Peñalosa. Esto pone el reto de aumentar la participación de los partidos y movimientos de izquierda en el Concejo. Si, dije de la izquierda, no de la convergencia.
Para nadie es un secreto el actuar oportunista de algunos de los integrantes de la Alianza Verde al interior del Concejo, que les ha llevado a respaldar a Peñalosa y sus secuaces en muchas decisiones vitales para la ciudad. La tarea pues será del Polo Democrático Alternativo, de la Unión Patriótica y del Mais: garantizar una sólida representación de los intereses de las mayorías de la ciudad. Esto solo se puede lograr buscando nuevos nichos electorales. Repetir la vieja fórmula de disputar los votos entre sectores que comparten afinidades lo único que hace es debilitar las posibilidades reales de alcanzar una ciudad con derechos. Urge pensarse desde la lógica de cooperación y estrategias para ganar al electorado que hasta el momento tiene la derecha o el “centro”, ello requerirá flexibilidad, aprendizajes y, sobretodo, un programa claro que defienda a la gente y no intente suplantar sus luchas, sino acompañarlas.
Avanzar en la construcción de la unidad de la izquierda
En cada reunión, en cada debate, en cada conversatorio o en cada artículo donde participa algún sector de izquierda, parece obligado mencionar la palabra “unidad”, que se ha vuelto como un cliché discursivo de la jerga que usamos desde ese espectro político. Sin embargo, es prioritario plantear retos concretos para esa tarea estratégica, por lo cual no dejaré de traer el asunto a colación.
Avanzar en la unidad requiere mirar hacia atrás, evaluar las experiencias negativas al respecto y ponerse tareas que sean medibles, quizá pensando en 2019 como un experimento hacia 2022, complementando la apuesta con asuntos como la inclusión de los movimientos sociales a la discusión electoral, pero también organizativa.
Se hace urgente trabajar hacia la construcción de un frente de unidad, que integre los partidos políticos, los movimientos sociales y las nuevas expresiones que vienen surgiendo de las inconformidades con el sistema político colombiano. Allí debe considerarse por supuesto la idea de un nuevo modelo económico que supere la exclusión y desigualdad, así como la necesidad de avanzar hacia la construcción de paz como resultado de transformaciones democráticas. La tarea en este sentido es larga y de construcción cotidiana.
Construcción de liderazgos que representen los intereses populares
Nos quejamos porque no nos gustan los liderazgos de los partidos de izquierda que hoy existen, porque además de no ser una alternativa clara para la inmensa mayoría de ciudadanos, se han construido como perfiles de opinión que no representan necesariamente las posturas de colectividades más amplias, ni estrategias claras para alcanzar la transformación de la sociedad, y aquí viene siempre la crítica sobre el ego, el personalismo, la falta de estructuras, el irrespeto a las bases y un etcétera de observaciones, seguramente con preocupaciones sinceras, pero sin mucha problematización del camino para garantizar que esto no siga ocurriendo.
Urge una estrategia de formación de liderazgos públicos con perfiles para la lucha electoral, que garanticen organicidad a los proyectos transformadores, acompañamiento a las luchas de la gente, vocación unitaria, capacidad para interpelar a la ciudadanía con propuestas claras y una ética impecable. Este será un paso importante hacia la victoria.
Definir las líneas rojas
Juntarse y votar con sectores que no son de izquierda para salvar a la ciudad del continuismo de los malos gobiernos no significa renunciar a la capacidad crítica, al programa propio, ni a las formas de confrontar políticas nocivas en contra de la ciudadanía.
Es por esto que el movimiento social debe mantener su postura de confrontar, mediante la movilización social, las medidas que hagan retrasar los cambios que requerimos en la ciudad. Participar en un posible gobierno de convergencia debe tener como principios la crítica y la autocrítica, como garantía de avance. No hay que olvidar que es en las contradicciones donde podemos dar saltos a nuevos momentos. Esto requiere no acomodarse, recordar los objetivos superiores y organizar la capacidad para un mejor momento, para un nuevo gobierno, uno cercano a ese de los sueños de los movimientos sociales.
La tarea
Si queremos un gobierno alternativo para Bogotá, que permita consolidar una apuesta nacional de transformación, debemos actuar con osadía pero sin perder el horizonte de vista. No podemos darnos el lujo de que la capital siga a merced del mal gobierno del peñalosismo-uribismo. Es hora de retomar el rumbo, acordar un programa, movilizar a la ciudadanía y ganar en las urnas la gobernabilidad de nuestra amada ciudad.
Vamos a ganar, vamos a hacerlo bien. Como dijo el maestro Carlos Gaviria: “Sin sectarismos, pero sin ambigüedades”.
Posdata 1: Ojalá Gustavo Petro se anime pronto a salir en la foto de la convergencia y sea claro en su respaldo a esta y su programa.
Posdata 2: Ojalá Claudia López deje de sentirse ganadora desde ya y permita construir un gobierno que no sea de ella, sino realmente de convergencia.