Es de conocimiento público que algunos sectores evangélicos en el mundo tienen una estrecha relación con la política y por ende con los políticos, generalmente con los de derecha. Los más recientes fenómenos nos llevan a pensar en las recientes elecciones en Costa Rica, donde uno de los candidatos era un predicador evangélico, me refiero a Fabricio Alvarado, quien sorprendentemente llegó a segunda vuelta contra el candidato oficialista Carlos Alvarado, quien cuenta con una amplia trayectoria en la vida pública por su oficio como periodista.
En Centroamérica uno de los dictadores más repudiados ha sido el general José Efraín Ríos Montt, quien profesaba ser evangélico, y algunos lo defienden por ser un presidente “cristiano”. El fenómeno no es desconocido en países centroamericanos; de hecho, el actual presidente de Guatemala llegó a la presidencia acompañado del respaldo de sectores evangélicos conservadores. Jimmy Morales estudió un profesorado en teología en el Seminario Teológico Bautista, lo que hace más evidente su relación o cercanía con algunos sectores evangélicos conservadores.
En Brasil, según algunos datos, la población evangélica llega al 22% del censo total de ese país, aproximadamente 42 millones de personas profesan la fe cristiana en sus diversas vertientes, en este país, recientemente fue capturado Eduardo Cunha, uno de los principales diputados que impulsó el golpe de estado a la presidenta electa por mandato popular Dilma Rousseff. Cunha es miembro de las Asambleas de Dios de Brasil, una de las organizaciones evangélicas más fuertes de Brasil. El pecado que le dejó sin libertad a este diputado fue la avaricia, el exdiputado mantenía unos depósitos por 220 millones de reales (casi 70 millones de dólares), una fortuna que ahora deberá justificar ante la justicia.
En Perú son aliados de la bancada fujimorista, que está ligada a escándalos de corrupción desde su líder natural el expresidente Alberto Fujimori, autor de miles de asesinatos y que recientemente con el apoyo de los evangélicos, que participan en el congreso de este, consiguieron que el expresidente Pedro Pablo Kuczynski Godard le diera un indulto que lo sacó de prisión y le libró de terminar la vida en prisión por sus delitos de lesa humanidad. La excusa perfecta en el Perú para tomar un rol protagónico en la política fue la inexistente y fabricada “ideología de género” y la férrea defensa a la familia.
Venezuela también se suma a esta lista, uno de los contendores de Nicolás Maduro en la carrera hacia la presidencia de este país es el pastor Javier Bertucci, mismo que se ha visto en escándalos por una detención en el año 2010, siendo acusado por el gobierno venezolano por temas de contrabando relacionado a hidrocarburos de la industria petrolera de ese país, adicionalmente a esto en la investigación denominada Panamá Papers, su nombre figura en la lista de los 370 venezolanos que han ocultado su dinero en paraísos fiscales. Bertucci en su anuncio como candidato presidencial comunicó lo siguiente: “He decidido junto al Espíritu Santo, mi familia y los líderes que me han acompañado, poner mi nombre y el liderazgo que por gracia tengo como elección a las próximas elecciones de este país. Vienen días de gloria”.
En Colombia, y como era de esperarse, el fenómeno de evangélicos participando en política es evidente; hace un par de años se aliaron con los sectores ultraconservadores, conservadores del catolicismo y con lo más nefasto de la ultraderecha colombiana, para estropear los acuerdos de paz alcanzados con las Farc y “efectivamente” lo lograron, porque participaron activamente de mentiras como: le van a entregar el país a las Farc, Timochenko (líder de las Farc) será presidente de Colombia, es que nos vamos a volver comunistas, es que no van a dejar predicar el evangelio, es que nuestros niños ahora serán homosexuales. En fin, montón de mentiras que el tiempo ha ido disipando.
Lo más reciente es la participación de la exfiscal y exsenadora de la República Viviane Morales como candidata presidencial, su eslogan era “Llegó la hora de la fe”. Su campaña estaba enfocada en mantener los valores morales y cristianos de Colombia y la protección al modelo “bíblico” de familia, que para ella se reduce a papá y mamá e hijos. Resulta que la hermana Vivian ha desistido de la campaña presidencial, y fiel a sus principios de exclusión y de violencia contra algunas minorías presentes en el país.
Viviane le dio la noticia al país de que apoyará la campaña del candidato Iván Duque, uno de los representantes de la derecha colombiana. Cabe recordar que esta campaña está liderada por el expresidente y hoy senador de la República Álvaro Uribe, mismo que de manera sistemática en su gobierno atacó a las familias colombianas con leyes que aumentan la edad de jubilación, decretos que alzaron el salario mínimo de manera ínfima, aumentó el IVA a productos de primera mano de la canasta familiar; sin mencionar los atropellos que deben vivir las familias por la adversa Ley 100, que propone la salud como un negocio particular y no como un derecho universal gratuito garantizado por el Estado, y ni hablar de los falsos positivos que acabaron con la vida de miles de jóvenes colombianos.
La hermana Viviane, cuyo lunar eran sus propuestas de exclusión, tenía un discurso coherente y en sus épocas de fiscal fue quien más logró encarcelar a funcionarios vinculados al expresidente Uribe, ahora participa de la campaña política del Centro Democrática, nombre político de la derecha colombiana.
Viviane Morales, al igual que muchos creyentes de corrientes evangélicas ultraconservadoras, seguramente están leyendo un evangelio diferente al proclamado por Jesús, mismo que consistió en confrontar el poder imperial romano, confrontar los poderes hegemónicos y excluyentes de los religiosos de la época, luchar por los pobres y levantar una voz de justicia y equidad en pro de los excluidos de su tiempo. Contrario a construir el reino de Dios, los aliados a esos poderes excluyentes y elitistas insisten en la edificación de sus propios reinos, obviando por completo que ese sistema excluye y domina al débil, dejándolo sin las garantías mínimas para alcanzar sus derechos fundamentales, mismos por los que Jesús luchó en su tiempo y fue crucificado. Este tipo de líderes y lideresas no me representan, de hecho, no representan el incluyente evangelio de Jesús, y a esas iglesias de derecha, procuremos no frecuentar.