Podría decir que todo escrito nace de alguna vivencia del escritor, aún los académicos o la ficción requieren un hecho que desencadenando las emociones, nos pongan a escribir. Este no está por tanto exento y en vez de contar el hecho, cuento la emoción que me despertó. Fue de malestar, de impotencia, de algo de rabia. Quiero expresar mi postura frente a la eutanasia, con el fin de lidiar con mis sentimientos.
Digámoslo con claridad: eutanasia es matar. (RAE: Matar Del lat. Mactare inmolar, sacrificar. 1. Tr. Quitar la vida a un ser vivo). Eutanasia no es acompañar a morir y en mi concepto tampoco es morir dignamente. Es una muerte violenta. Violenta, porque no es el organismo el que se apaga poco a poco, sino súbitamente a raíz de la intervención de otro ser humano. En la eutanasia la persona –que está viva y puede vivir más tiempo, días, semanas o meses- muere en pocos minutos al aplicar los químicos que hacen parar el corazón. Y conste que no digo aplicar medicamentos, sino químicos. No digo medicamento, ya que él por definición es: “Sustancia que sirve para curar o prevenir una enfermedad, para reducir sus efectos sobre el organismo o para aliviar un dolor físico”. Y en la eutanasia ni se cura, ni se previene una enfermedad. De pronto se alivia el dolor físico con el método más extremo: eliminar a quien lo padece.
Eutanasia es segar la vida a una persona, de inmediato, directamente y con la intención clara de hacerlo. Sin eufemismos. Sin palabras para maquillarlo. Intentar eludir este hecho con palabras que distraigan es indigno. Nos cuesta usar el lenguaje simple y llano, le aplicamos palabras que aquietan consciencias, calman sentimientos y distraen pensamientos. ¡Qué distinto decir: “¡matemos a esta persona!” a “¡apliquémosle la eutanasia!” en ambas acepciones la persona muere como consecuencia de un acto directo.
Eutanasia es segar la vida a una persona, de inmediato,
directamente y con la intención clara de hacerlo. Sin eufemismos.
Sin palabras para maquillarlo
La intención detrás de ello, la eutanasia, puede aliviar la carga de emociones que despierte ese acto. Sí, la intención que motiva la eutanasia es muy humana: aliviar el sufrimiento, dejar atrás una vida que ya no tiene significado para la persona. Empatía y compasión cabrían en ello.
Es el sufrimiento extremo uno de los mayores argumentos para solicitar la eutanasia. Quién define o asegura estar en sufrimiento extremo es la persona que lo solicita. Siendo una sensación tan personal como la del dolor, ya que un mismo dolor que para alguien puede ser insoportable, para otro es tolerable, igual sucede con el sufrimiento. Solo cada individuo en su personal consciencia sabe si lo está o no. El uno la solicita, no quiere vivir el dolor insoportable, ni la dependencia. El otro la rechaza, como quien por sus creencias opta por el sufrimiento, ya que este “lo acerca a Dios”. Creo firmemente en la libertad individual de optar por una u otra forma de enfrentar el dolor y el sufrimiento. Por tanto respeto a quién solicita la eutanasia. Yo no la practicaría, tanto por mis valores humanos, como los de mi medicina.
Para quienes quieran leer la parte legal, se puede comenzar con la sentencia T-970 del 2014 de la Corte Constitucional y Resolución 2016 de 2015 del Minsalud. El ministerio también expide el “Protocolo para la aplicación del procedimiento de eutanasia en Colombia”, en el que explica con precisión las sustancias a aplicar, sus dosis y el orden para hacerlo. En el mundo continúa la polémica y la divergencia de decisiones entre países que la aceptan dentro de sus leyes y los que no. Y en cada uno de nosotros también está nuestra propia posición al respecto y si en el momento de la verdad seremos coherentes entre lo que pensamos, sentimos y actuamos.
Finalmente, otras opciones para el proceso de la muerte son: Dejar que la enfermedad siga su curso con los tratamientos instaurados; el cuidado paliativo (… ver mi columna …); la sedación terminal (… ver mi columna …); el suicidio; el suicidio asistido. Estas opciones han sido agrupadas bajo el título de “Morir con dignidad”. Ya será otra disquisición filosófico-práctica, aquella que haremos sobre aquello que han dado en llamar: morir dignamente.
Gracias por leer y reflexionar
Médico fisiatra. Medicina del alma