Unzúe siempre soñó con ser un gran ciclista, pero nunca pudo. En Orcoyen, su pueblo cerca a Pamplona España, empezó a montarse en una bicicleta. Como su pupilo Nairo Quintana iba seis kilómetros de ida y otros de vuelta todos los días para llegar al colegio. Su primer equipo fue el Club Irurzungo Nuevo Legarra. Su mismo director técnico, José Legarra, le aconsejó dejar la bicicleta. Eusebio nunca tuvo la capacidad de resistencia y de soportar el dolor que tuvieron otros campeones que el mismo formó, Pedro Perico Delgado, Miguel Induraín y el gran Nairo Quintana. Su consuelo se lo dio el propio Legarra quien le aconsejó ser un director técnico. Unzúe tenía capacidad de mando y sabía de estrategias. A los 28 años siguió su instinto y fundó el Albarca Sports, un equipo que ha sido patrocinado por papel aluminio Reynolds, Illes Balears, Caisse d’Epargne y ahora Movistar. No le fue mal. Con ese equipo ha ganado ocho Tours de Francia.
El primer colombiano que corrió bajo su tutela fue Samuel Cabrera, un todoterreno que iba muy bien en la montaña. Podía haber sido un gran campeón. Con apenas 20 años se impuso en la Vuelta a Guatemala y dos años después en la de Costa Rica cuando era difícil competir en Centro América. En 1986 debutó en el Reynolds de Unzúe. Aunque tenía las condiciones extraordinarias tuvo que sacrificarlo todo para sus líderes Pedro Delgado y Ángel Arroyo. Ocupó la casilla 11 de la prueba a pesar de ser un simple gregario. Después vendrían otros corredores, quienes solo fueron gregarios en sus equipos, como fueron Omar “El Zorro” Hernández y Abelardo Rondón. El primer gran ciclista que tuvo fue un muchacho de Ráquira, de 1.87 metros de estatura, que había ganado una etapa en el Tour de Francia a los 23 años. Se llamaba Mauricio Soler y en el 2011 iba a ser el capo de la escuadra, junto a Alejandro Valverde, en el Tour. Un accidente en la Vuelta a Suiza lo retiró para siempre del ciclismo. Unzúe, además, cobijo a Rigoberto Urán cuando tenía 20 años en su Caisse d’Epargne.
En el 2008 conoció al que, hasta hace muy pocos días, había sido el mejor ciclista que vio en su vida. Fue en una Vuelta a Cataluña y el muchacho tenía 18 años, corría para un equipo boyacense y se ganó la camiseta de la montaña. Nairo Quintana se llamaba y le quedó sonando el nombre. Lo siguió en el Tour del Porvenir del 2010. Vicente Belda, el español que lo había descubierto en su tierra, Cómbita, le dijo que no le quitara el ojo porque iba a ser un gigante. No lo defraudó, esa vez Nairo quedó campeón y ganó dos etapas. Dos años después lo contrató al primer equipo de Movistar. La idea que tenía era dejarlo madurar, que aprendiera de un campeón como Alejandro Valverde el camino a los títulos. En su primera Vuelta a España, en el 2012, deslumbró con su exhibición en la alta montaña. Unzúe quedó dichoso: sabía que había encontrado a otro Perico Delgado.
Un ciclista llega a su estado de madurez absoluta a los 27 años. Nairo iría poco a poco, se curtiría en las grandes carreras. Sin embargo, un accidente de Alejandro Valverde en la sexta etapa del Tour de Francia del 2013 le hizo perder al capo de la escuadra ocho minutos. Contra todo pronóstico el joven de 23 años Nairo Quintana logró soportar los vientos huracanados de los llanos franceses y se afianzó en el grupo. Automáticamente Quintana tenía la responsabilidad de ser el líder de uno de los mejores equipos del mundo. No defraudó. En Mont Ventoux, la etapa mítica del Tour, atacó al líder Chris Froome y casi le gana. En París llegó con la camiseta de los puntos del campeón de la montaña, la blanca del mejor joven y el segundo lugar en el podio. Había nacido una estrella.
Unzue se frotaba las manos. El éxito del Giro en el 2014 lo confirmó como un super ciclista. Solo sería cuestión de tiempo que llegara a ser campeón del Tour. Lo intentó en el 2015 cuando puso contra la pared a Froome. Otra vez segundo lugar. Un año después consiguió su tercer podio consecutivo y ganó La Vuelta a España.
Este año el equipo lo preparó para hacer algo fantástico: ganar el Giro y el Tour. En Italia Nairo no pudo con Dumoulin y en Francia pagó el esfuerzo de intentar ganar en Italia. Era la segunda vez en una gran Vuelta que Nairo quedaba fuera del podio, algo que muy pocos ciclistas en la historia han podido hacer. Inexplicablemente Unzúe no se lo perdonó. Ahora ya no piensa que es el ciclista más inteligente que ha tenido. Cree que Nairo se ha estancado, que está cansado, y que nunca va a ganar el Tour de Francia. Se le ve desilusionado a pesar de que el boyacense fue a Francia con un equipo muy deficiente. Nairo, sin piernas, acabado por una preparación que no cuajó, no le importa perder de a 7 minutos por etapa. Con su valentía quiere llegar a París, terminar la competencia y esperar ofertas de equipos que no dudarán en hacerle ofertas.
