¡Eureka! ¡no estamos solos en el cosmos!

¡Eureka! ¡no estamos solos en el cosmos!

La noticia del encuentro de agua subterránea en Marte abre la esperanza de que no estamos solos en el cosmos, y sobre todo hace que afloren millones de especulaciones

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
julio 30, 2018
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¡Eureka! ¡no estamos solos en el cosmos!
Foto: Nasa

Me he puesto a pensar, por ejemplo, en qué tanta soledad pueda aceptarse cosmológicamente. La cuestión es realmente espeluznante. Cualquiera que esté al tanto del saber cosmológico podrá admitir que si el universo circundante ya es lo suficientemente grande, tanto como para superar nuestra más fértil imaginación, qué podría esperarse si hubiera universos paralelos, o multiversos que llaman.  El cuento no se queda allí: si la ciencia no ha podido descartar que en este preciso instante se estén creando nuevos universos… ya podrá cualquiera imaginarse.

Ahora bien, eso no les preocupa en lo más mínimo a los cosmólogos y, menos, a nosotros, aunque sea imprescindible saberlo supuestamente para argumentar nuevas teorías científicas. El precio es el siguiente: cualquiera que sea la respuesta, todo lo que se descubra más allá del universo, estará por fuera de nuestro horizonte de sucesos, es decir, que por no ser la velocidad de la luz infinita, jamás recibiremos información alguna proveniente de algo que esté más allá de ese límite. Claro eso se vuelve peor pues hemos admitido que el universo se expande, con lo cual el horizonte de sucesos puede ser más obscuro. Por favor, nadie crea que esto es tan fácil.

Ahora, pongámosla más pequeña. No hablemos de universos, hablemos simplemente de la vida. ¿Será posible que en semejantes inmensidades, es decir, de las que nos llegan y podemos obtener noticias, solo haya vida en nuestro sistema solar, o todavía más estrictamente, únicamente en nuestra Tierra?

Si hablamos solamente de vida, y no de la especie humana todavía, ya ahí nos estaremos aproximando a saber cuánta soledad podemos aceptar en el cosmos. Esto podría pasar a ser en el futuro un Indicador Cósmico de Soledad Permitida (ICSP). En términos del descubrimiento realizado en Marte cabe entonces la pregunta: ¿nos conformamos con que simplemente haya agua, pues la vida podríamos inocularla nosotros? Esta sola pregunta plantea inquietudes bioéticas de terrible profundidad y pertinencia. Es insoslayable botarle corriente. Me parece estar oyendo reprimendas tales como:

¿Acaso somos Dios para creernos con la potestad de crear vida, o por lo menos de reproducirla, en Marte?

Pero no vayamos tan rápido. Recojamos un poco la pita.

El agua en Marte estaría, como se ha divulgado, en un reservorio subterráneo, y desde ya puede decirse que está demostrado, sería algo así como una mina quizás artesiana; es decir, sería un recurso no renovable, pues allá no llueve. Y esto no es baladí desde ningún punto de vista. En efecto, la lluvia permite nada menos que el proceso de la vida se recicle. Que se escape allá una sola gota ya es una pérdida incalculable pues no hay forma alguna de recuperarla. Y si se escapa una…

Ojo, arriba he hablado de proceso de la vida como si eso fuera tan simple. No solamente es de una complejidad terrible y atormentadora. También es un fenómeno evolutivo cosmológicamente irreversible; es decir, ha necesitado de miles de millones de años para conocerse tal como está, sin que pueda repetirse jamás. Nadie podrá creer que caerá otro aerolito precisamente en la era de los dinosaurios y volveremos a parecer como reyes de la Creación. Y esto va para el agua encontrada en Marte también. Que esté en ese nicho ha necesitado de la evolución del Cosmos, o al menos de Marte y el Sistema Solar. Esto es muy intrincado, más de lo que suponemos.

En efecto, ¿cómo es que ese reservorio no ha saltado por los aires? ¿Cuál aire, si en Marte no hay aire? ¿Cuál saltar si su escasa gravedad no lo estaría permitiendo? Ojo, es posible que esté simplificando.

Imaginemos que nos conformemos con que solo hay agua, o algún líquido parecido. Ese es un grado de soledad que podemos permitirnos aunque sea absolutamente misérrimo. Imaginemos que solo haya un tipo de bacteria. ¡Está bien! ¿Consumiendo qué? Quizás no esté consumiendo pues habría cambiado su población, quizás su volumen interno, y se habría desbordado.

Y si no consume es que entonces ¿ni se reproduce, ni muere? ¿No existe la muerte en Marte o, la vida que exista no depende de otra para mantenerse? ¿Habría algún mecanismo marciano, extrañamente homeostático, homeostasis marciana, que permitiera cierta evolución y luego involucionara, manteniéndose en ese ir y venir por eones, constante hasta nuestros días? La evolución alcanzada tendrá algún registro mnemotécnico, de organismos fósiles, que den cuenta de su historia?

¿De dónde vino esa agua? ¿Tiene sales en suspensión y cuáles? Si las tuviera, podemos aceptar eso como un grado agregado de nuestra soledad. Es decir, está bien, al menos tiene sales.

Sean cuales sean las presunciones, el asunto del agua en Marte podría ser desolador para nosotros. Equivaldría a decir, sin tener en cuenta proporciones de ninguna clase, que sería como haber ido al mundial de futbol de los Sistemas Solares y haber regresado sin alguna copa pues no podemos siquiera tocarla. En efecto, esa agua para Marte es de una preciosidad incalculable. No se puede tocar ni con el pétalo de una rosa.

Así que olvídense multibillonarios de la Tierra, ¿llegan a diez? que les estaremos permitiendo viajes de avistamiento de ese glacial marciano. Ni todo el oro del mundo puede pagar una sola gota desperdiciada de esa agua. Si se escapa una gota, ¿estallaría el universo a pedazos? ¿Qué clase de dios se abrogaría ese poder? Pero, ¿entonces cómo la seguimos investigando? ¿Está la ciencia preparada para ese reto, más allá de su obvio entusiasmo? Hasta ahora las acciones han sido a suficiente distancia, aparentemente.

Eso mismo vale para nosotros y lo hemos estado olvidando. Al tener atmósfera, tener gravedad apropiada, cercanía oportuna y sabia de nuestro sol, etc., estamos protegidos automáticamente por leyes cosmológicas. Agua y todo lo demás.

Menos mal que son cosmológicas e inviolables esas leyes. Se imagina cualquiera, si no fuera así, a nuestros inefables líderes mundiales metiendo baza en ello.

Bueno, todavía no lo han hecho. No se puede cantar victoria. ¡Aunque parezca increíble! Es más, podemos preguntar, ¿qué está pasando con el cambio climático, que nos estamos mamando semejantes calores, y el rancho ardiendo pues se anuncian más altos, y no reaccionamos colectivamente, y nos dejamos hacer? Y no vayan a creer que este escrito, ni el de nadie más autorizado, servirán para que nos movilicemos. Nadie moverá un dedo.

Imaginemos que desde ese reservorio de agua marciano una inteligencia superior y mínima nos observa. Imaginemos que en reciprocidad nos haya descubierto. ¡Si pudiera hacerlo estaría rezando por nosotros! Cualquiera desde esa mínima inmensidad podría quedar estupefacto, estremecerse de terror, ante el espectáculo que un cavernícola como Donald Trump le ofrece. ¿Si se pierde nuestro conocido equilibrio, perderemos nuestra agua? ¿Quién nos dice que ya no está ocurriendo y se busca un nuevo equilibrio con la que estaba estanca en el hielo polar y se deslíe?¿Entonces si Estados Unidos no quiere poner un peso, por eso dejaremos que siga haciendo de las suyas?

¡Y permanecemos tan idiotas!

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