Tal vez cuando escuchamos hablar de Etiopía nos imaginamos hambre, pobreza y demás situaciones negativas. Éste estado situado en el África nororiental, más concretamente en el cuerno, es una caja de pandora, en la que encontraremos una mítica historia desde los tiempos del Rey Salomón y la Reina de Saba, el reino que aproximadamente 3000 años antes de Cristo se situaba en Etiopía y Yemen, donde el hijo de aquellos, el rey Menelik llamado el "León de Judá" al parecer llevó el Arca de la Alianza (símbolo del judaísmo) al reino de Aksum. De éste abolengo vendría la rama judía negra y después la famosa Iglesia Cristiana Copta Etíope.
El reino de Aksum-Etiopía fue un reino tan independiente y místico que, excepto los intercambios culturales generados con sus vecinos (egipcios propiamente dichos, árabes y pueblos nativos del África Subsahariana) hasta la época contemporánea de las sangrientas colonizaciones europeas (no olvidar la carnicería del Rey Leopoldo de Bélgica que hizo al Congo como territorio propio cometiendo los horrores más inimaginables en una época donde ya la razón y las libertades eran el mandamiento del ser humano) pervivió y no fue colonizado, aclarando que no fue arrasado culturalmente por la invasión italiana perpetrada por el Duce Mussolini.
Etiopía fue en el Siglo XX un imperio en la figura del Ras Tafari Makonen más conocido como Haile Selassie I autodenominado "El León de Judá" con una potestad y esplendor al mejor estilo de una monarquía europea (y mucho más, ya que estamos hablando de un reino milenario que rebasa la antigüedad de la Casa de Borbón o de los Windsor) y que ha sido adorado como un dios al otro lado del mundo como la cuna de la cultura Ras Tafari de la isla de Jamaica y otros territorios.
Me quedo corto para describir otros aspectos de la gran Etiopía como los vestigios y análisis antropológicos que prueban que ha sido la cuna (o una de las cunas) de la humanidad. Es de anotar también el mágico macimiento del imponente Nilo Azul.
Conocer, observar, palpar una cultura tan particular e independiente debe ser un propósito en la vida del viajero.